La historia que voy a contarles es corta y muy simple, carece de sentido o lógica, por momentos dude de hecho de mi cordura tras los sucesos ocurridos aquel día. Pero las imágenes jamás me han abandonado desde entonces. Todo pasó en el granero del viejo Joe, había un baile, típico de nuestras costumbres paisanas, recuerdo que la noche había sido un desastre, como decirlo; hacía un frío del séptimo infierno, a veces y en zonas completamente aleatorias caía granizo, el agua del riachuelo estaba saliendo roja, había un quimista que decía que era producto del hierro de las montañas, pero era raro. Los caballos no dejaban de relinchar, tanto fue así que tuvieron que aislarlos lo más lejos posible.

A pesar de las contrariedades, la fiesta no se hizo esperar, las damas recibían a sus caballeros, los caballeros entregaban un presente cordial y comenzaban las danzas. Creo que cada miembro del pueblo estaba presente excepto, y como de costumbre, el viejo senil Denis y su nieta, aquella extraña chica, Lisa. Nunca salía de su casa, siempre se le veía observando desde la ventana a las demás personas paseando y jugando, por el contrario el viejo siempre estaba en esa mecedora, inmóvil, inerte. En muchas ocasiones cuando niños, los chicos y claro que yo también, llamamos a su puerta esperando que saliera para que jugara con nosotros, pero la chica nunca salía, a veces nos seguía con su mirada, solo se le asomaba un ojo dado a que el otro siempre estaba tapado por un largo mechón de un cabello tan negro que era azabache. Durante mi adolescencia me quede sin cita para la graduación y recuerdo que, más porque de verdad me llamaba la atención, que por desespero, toque a la puerta de su casa para invitarla, pero ella nunca salió.

De ella se dijeron muchas cosas, algunos decían que estaba loca, que tenía algún problema psicótico o algún otro malestar de la mente, otros decían que hacía pactos satánicos dentro de aquella enorme casa y que precisamente ella fue quien dejo al viejo senil. Pero yo siempre lo categorice como cuentos de un pueblo campestre, cada fin de semana iba a la ciudad y durante las vacaciones pasaba tiempo allí, quizás aquel ambiente había abierto más mi mente haciendo que no la viera tan rara a ella, pero igual, siempre me trasmitía un sentimiento extraño, como de miedo.

Durante la noche que les conté, un fenómeno climático ocurrió y es que pese al granizo empezó a caer una tormenta de rayos, los mismos avasallaron todo el terreno en enormes etarias destrozando casas, cultivos y demás. Un incendio de proporciones enormes se hizo presente, todos corrían despavoridos tratando de apagar las llamas, otros corrían lejos del fuego adentrándose en la tormenta, podría decirse que el cielo se estaba cayendo. El fuego corrió hasta llegar a la casa del viejo Denis, cuando la casa empezó a ser consumidas por las llamas nos preocupamos, los demás hombres y yo como pudimos advertimos a Lisa quien solo se limitaba a vernos y seguirnos con su ojo. En ese momento y al ver que las llamas estaban pasando a peores decidimos romper la puerta de entrada y sacarla. La maldita cosa era de madera reforzada con tablones, debía ser de esas de 15cm de ancho, quizás más, literalmente la puerta de un convento. El fuego se hizo presente en toda la casa hasta devorarla por completo y lo último que se podía distinguir era a través de la ventana ya explotada por el calor intenso, la silueta en negro de Lisa, quien permanecía inerte y juro que por un momento vi su silueta despedirse con la mano.

Al día siguiente cuando la tormenta se había ido, cuando el clima ya estaba apaciguado empezamos a ayudar a los demás desafortunados, nos tomamos la libertad para desprender los tablones y pilas de descombros que eran lo que alguna vez fue la casa del viejo Denis, y aunque fue un trabajo pesado y tardío finalmente dimos con los cuerpos, primero dimos con El viejo quien estaba completamente chamuscado, se había vuelto carbón y a duras penas podías distinguir que era él, no era precisamente algo bonito que ver. Cuando encontramos a Lisa, el que la halló se alegró, Lisa estaba intacta como si nada le hubiera pasado. Todos corrimos a verla y al voltearla efectivamente, ni un rasguño tenía, pero Lisa tenía algo extraño, parecía estar echa como de porcelana o vidrio, no se sentía natural, era dura y entonces bajamos la mirada y casi nos da un infarto, algunos gritaron inclusive al ver que de su estómago, o lo que debería ser su estómago se encontraba un agujero enorme, como si fuera el cascaron de un huevo, Lisa de hecho eso parecía, un cascarón vació de donde alguna cosa que se hallaba encubándose salió. Aquello dejo perplejos a muchos, y cuando la policía se hizo presente eventualmente termino siendo un tópico tocado y exagerado por amarillistas que desconocían los detalles, el tema se hizo famoso en más de una sensacionalista, Pero para mí la cabeza aún me da vuelta, quisiera creer que Lisa solo era una muñeca fabricada por el viejo demente de Denis, que crecía porque Denis siempre hacía una nueva, pero aquellos ojos que nos seguían, esos ojos tan brillantes y claros, para más colmo aún fui el único que la vio despedirse antes del incendió, Ella estaba viva estoy seguro, pero lo único que me molesta, es que aún, durante mis noches de sueño menos profundas puedo sentir que lo que sea que salió del interior de Lisa está secretamente, siempre observándome.