Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de muerte en nuestra sociedad, poder intervenir en los factores de Riesgo Modificables (HTA, Sedentarismo, Obesidad, DM, Dislipidemías) siempre ha sido el mayor reto para prevenir la aparición de las mismas, la actividad física representa un beneficio para la población sana y pacientes con cardiopatías ; sin embargo, en ambos casos es imprescindible la realización de una adecuada valoración previa, consistente en la mayoría de los casos en una exploración física exhaustiva, un electrocardiograma de 12 derivaciones y un ecocardiograma transtorácico.

El ejercicio físico produce un incremento de las necesidades metabólicas, las cuales se traducen generalmente en un aumento del gasto cardíaco. Ante el ejercicio físico mantenido, el cuerpo humano presenta una serie de respuestas adaptativas, principalmente el aumento del volumen latido (incrementándose por este mecanismo el gasto cardíaco), la disminución de las resistencias vasculares periféricas y el incremento del retorno venoso. Si se mantiene este ejercicio físico continuadamente, estos cambios adaptativos conllevan un mayor umbral de esfuerzo, una respuesta cronotropa basal disminuida y, con el tiempo, hipertrofia de cámaras cardíacas. 1

Dependiendo de la clase de ejercicio físico, este ofrece distintos tipos de beneficios en cada paciente específico (tabla 1). En cualquier caso, el ejercicio físico constituye una indicación con un nivel de evidencia I para modificar los factores de riesgo cardiovascular.

El ejercicio isotónico (dinámico) es aquel en el que se realizan movimientos de amplios grupos musculares con implicación en la tolerancia cardiovascular, disminuyendo el consumo de oxígeno, lo que permite una mejora de la capacidad funcional en las actividades cotidianas.

El ejercicio isométrico, por contra, conlleva un aumento de las resistencias vasculares periféricas, con un aumento del a poscarga. Esto ha generado controversias sobre su utilidad y sus posibles efectos deletéreos sobre el corazón del paciente cardiópata. 1

El ejercicio físico, asimismo, produce mejoras a nivel extracardíaco, tales como mejoría en el metabolismo lipídico, reducción de los niveles de colesterol LDL, aumento de los niveles de colesterol HDL y mejora del perfil glucémico, con una disminución de los requerimientos de insulina en pacientes diabéticos.

Además, el ejercicio físico tiene un innegable beneficio psicológico, que ha sido ampliamente estudiado, conociéndose su implicación en receptores serotoninérgicos relacionados con los circuitos del bienestar y la disminución del estrés. 1

La clasificación metabólica incluye el ejercicio aeróbico, cuya energía proviene de procesos oxidativos, y el ejercicio anaeróbico, con producción energética a partir de los fosfágenos o la glucólisis anaeróbica. La obtención de energía por uno u otro metabolismo depende de la intensidad y la duración del ejercicio desarrollado. También aquí, la mayor parte de los deportes tienen formas mixtas de obtención de energía. 2

Las modificaciones morfológicas del corazón del deportista se manifiestan, en la mayoría de los casos, en individuos con alto nivel de entrenamiento. Esta condición se alcanza con estímulos de ejercicios de elevada intensidad, realizados en forma frecuente, de duración prolongada y con el empleo de tipos de esfuerzo que involucren amplias masas musculares. Es difícil encontrar dilatación de cavidades o hipertrofia de paredes miocárdicas en deportistas ocasionales o con bajos estímulos de entrenamiento. 2

En la actualidad la prevención de enfermedades cardiovasculares va dirigida a la disminuir el impacto que tiene los factores de riesgos modificable en los individuos sanos y pacientes con cardiopatías; así ejercicio más allá de ser una moda tiene que realizarse con responsabilidad y de forma adecuada para que pueda cumplir su función y por otro lado la evaluación cardiovascular del deportista es necesario considerar las modificaciones habituales que el entrenamiento sistemático puede provocar. La diferenciación entre los cambios fisiológicos generados por el deporte y la presencia de un atleta con cardiopatía constituye, en muchos casos, un desafío para el cardiólogo. El conocimiento de los hallazgos más frecuentes en el examen cardiológico del deportista, así como las modificaciones fisiológicas que les dieron origen, resultan de máxima importancia en la evaluación de personas sometidas a entrenamientos de alta intensidad.