El padre ausente
Todos sabemos lo complejo que puede llegar a ser definir el término familia, ¿Integramos en esta dimensión a quienes comparten nuestra misma sangre? ¿O a esas personas que hemos elegido libremente y con quien construimos vínculos positivos y significativos?¿Qué sucede cuando hay un padre ausente?
Hablar de familia despierta en ocasiones ciertas heridas, desilusiones y pequeños rencores. De hecho, podríamos decir sin equivocarnos que una de las figuras más complejas y que se dan con mayor frecuencia es la del “padre ausente”.Es muy posible que esta situación te sea conocida. Que la hayas vivido en piel propia o que la hayas observado en tu círculo social más cercano.
El padre ausente no es sólo el vacío físico de una figura que no tuvimos, en ocasiones, es también alguien que a “aún estando” no supo o no quiso ejercer su rol. Es una ausencia psicológica capaz de originar en el niño diversas heridas emocionales.
A veces, cuando le pedimos a alguien que nos hable de su familia, no dudan en explicarnos mil historias de sus madres, abuelos, tíos, sin embargo, a la hora de hablar del padre la sonrisa se fuerza y aparece el silencio. Se encogen de hombros y titubean un… “Pues no sé, mi padre era… era simplemente él. Estaba ahí, sin más”.
No queremos decir que este tipo de vacío emocional sea característico en exclusiva de la figura paterna, también puede darse en la madre, sin embargo, es muy frecuente que a la hora de hablar de ese tipo de educación dañina, capaz de dejar huellas madurativas, la figura del padre ausente sea muy común. Te invitamos a profundizar un poco más en ella.
Has crecido, mantienes tu vida, llevas con orgullo tu armadura inexpugnable, y tienes muy claro qué debes hacer a día de hoy para no cometer los mismos errores que tus padres cometieron contigo.
Sin embargo, el vacío del padre ausente sigue ahí, y no importa si en el presente sigues manteniendo trato con él, o si ya lo perdiste, o si callas en las reuniones familiares y finges como si el pasado nunca hubiera existido.
Lo primero que deberíamos hacer es “entender”. Comprende que el padre ausente es un hombre que no supo ejercer su rol de padre, porque nunca entendió muy bien su papel como persona.
Es muy posible que un padre ausente no dispusiera de adecuadas habilidades personales, de una buena autoestima, de un equilibrio interno que le permitiera ver sus errores, sus miedos y sus propias carencias.
Ahora bien ¿Justifica esto lo que nos hizo? ¿El vacío emocional que nos dejó? En absoluto, pero la comprensión, en ocasiones, nos ayuda a ajustar la realidad, a evitar almacenar más emociones negativas.
Sabes que has crecido y madurado con muchos vacíos a causa de ese tipo de educación, y de esas carencias afectivas. Sin embargo, siempre llega un momento en que deberíamos cortar el vínculo con el sufrimiento de ayer, para sanar las heridas en este presente.
Si no tuviste a tu padre, lo más probable es que tu figura de apego más saludable y significativa fueran otros: tu madre, tus abuelos o incluso tus amigos o parejas a medida que crecías. Ellos quienes se alzaron como tus pilares en el día a día.
Un padre no es sólo el que da la vida, un padre es aquel que está presente, que acoge, atiende y guía en seguridad construyendo cada día un sendero de instantes significativos en la vida de un niño.
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