Para cualquier venezolano la "situación del país" se ha convertido en el día a día y, sinceramente, es imposible hacer de esto algo menos cotidiano ya que cada vez se profundiza más y hay mucha tela que cortar en el tema. Pero ya se ha explicado muchísimo de qué va la crisis en mi país, quienes son los responsables y cómo vivimos todos esta calamidad. El punto de este post no es ese.
2016 fue un año extremadamente dificil, finalmente la hambruna y la deseperación por la situación del país tocó nuestra puerta, entró y se instaló por varios meses. Los meses más duros de mi vida hasta ahora. En ese tiempo tenía 17 años y mis prioridades claramente eran otras, tenía metas superficiales, una inocencia infinita y me encantaba exigir cosas que no merecía, haciendo sentir mal a mis padres por no poder darmelas (hoy en día me arrepiento de haber sido un carga y nunca una solución). Poco a poco fui percatándome de que llamada crisis no se iría pronto, no comiamos, no saliamos para ningún lado y buscar cómo pagar los servicios básicos era una verdadera pesadilla. Esto hizo que además me quebrara emocionalmente.
Me aislé de todos mis amigos, terminé con mi novio en aquel momento y finalmente toqué fondo, confirmando una vez más que a veces se necesita eso para lograr encontrarse.
Cada noche pensaba en cómo la estarían pasando otras personas que tendrían menos que yo, ¿cómo pueden aguantar tanto? porque yo tenía la certeza de que eso algún día acabaría, pero ¿cómo hacían aquellas personas que nunca tuvieron siquiera un techo o que vivían del día a día desde que nacieron? ellos claramente no llorarían cada noche como yo, tampoco se podían echar a morir, no, ellos por el contrario buscarían resolver a toda costa y saldrían adelante como pudiesen porque eso era todo lo que conocían. Fue entonces cuando me di cuenta de que la vida es más que comodidades y cosas materiales y empecé a verla como un reto el cual debia superar y, obviamente, disfrutar mientras tanto; las cosas pequeñas tomaron más relevancia y me hice más consciente del resto de las personas con las que comparto el mundo.
Para ese momento tuve un conversación con un amigo el cual emigró, quien me explicó que eramos energía y que atraímos todo según lo que pensaramos y por como actuabamos. Ya allí había sembrado en mi la semilla de lo místico, de las vibras y del estudio del universo; puedo decir sin que me quede nada por dentro que ese día, sin quererlo, él me dio el empujon que faltaba para cambiar totalmente mi vida.
Cambie mi actitud, dejé de derrochar mi atención y empecé a otorgarsela en menor medida a las cosas que me preocupaban y dirigiendola casi integramente a resolver lo que me agobiaba. Procuré mantener en mente que lo malo pasaría y la paz llegaría de nuevo. Siempre digo que de alguna manera me spoileé la vida porque sé que siempre llegaré a un punto malo y luego volverá a ser bueno, y así el resto de los días. Valoraba cada comida, cada conversación, cada viaje en bus y cada chiste sobre lo malo.
Luego de eso porfin me sentía plena, sin importar que la crisis me intentara derrumbar, porque no era dependiente ni me encontraba atada; descubrí a tiempo que si no tengo nada entonces soy libre.
Resistir el hambre, "pasar trabajo", llorar y perder muchísimas cosas me hizo fuerte y "todo terreno" como dicen aquí. Anteriormente nunca habría utilizado el transporte público (que es un desastre, pero que me ha dado muchas anécdotas), jamás me habría arriesgado a salir de mi zona de confort para trabajar, generar ingresos y ayudar a mi familia; mucho menos tendría la capacidad de entender el porqué las personas muchas veces actuan de maneras inexplicables, y es que nos dedicamos a juzgar y no a apoyar.
Así que sí, la crisis me quitó amigos, me quitó objetos materiales muy preciados, me arrebató muchas oportunidades, pero me dio experiencias, historias, perspectivas nuevas, sueños, metas y lo más importante: me hizo libre, me hizo fuerte.
Con mi sonrisa de "no me importa nada" me despido y les doy las gracias por leer.
Solo los venezolanos podremos comprenden las noches en vela, y los dias de deseperacion que hemos pasado, es duro como los de fuera nos señalan y juzgan, sin saber lo dificil que es sobrevivir dia tras dia, pero damos gracias a Dios nos ha dado la fortaleza para seguir, y hacernos guerreros ante la vida.
por supuesto que sí, lo que queda es echar pa' lante.