Comiendo basura…
Que duro es digerir un sueño muerto cuyo postre es la desilusión.
Cuando decidí entrevistar a una de las personas que hurgan en la basura para poder comer, en primer lugar era por la tristeza que me produce tal hecho. Y en segundo lugar porque Venezuela es una tierra de gracia donde lo que siembras crece sin control, y no hay razón para que exista gente que pasando hambre.
Pensé en lo arriesgado de mi acción. No sabía qué tipo de persona iba a entrevistar o cómo reaccionaría. Si era agresiva me podía agredir. Sentí miedo, lo confieso. También podía encontrarme con una persona que no quisiera hablar. Pero fue más grande mi necesidad de saber qué sienten, porque la razón ya la sé: tienen hambre. En mi país, más de un millón de personas está comiendo basura. A diario observas tristes imágenes de padres con sus hijos comiendo directamente de los desperdicios.
Me acerqué con determinación a ese grupo de personas y pregunté si alguno de ellos desearía hablar conmigo sobre lo que sentían al tener que comer de la basura.
En silencio, un hombre y una mujer se me acercaron. Y la mujer con mucho pesar en el rostro, se mostró dispuesta a conoversar conmigo. Me miraba con los ojos a punto de estallar en llanto cuando comenzó a hablar.
“Lo más difícil es controlar el asco, las ganas de vomitar, pero algo te dice por dentro que si no comes algo te mueres, además tengo que darle de comer a mis hijos”.
Cuántos hijos tienes? le pregunté. Y como se tardó tanto en contestar, me prometí no volverla a interrumpir si comenzaba a hablar de nuevo.
“Cinco”, me respondió al rato. Y después de mucho pensar continuó.
“No es fácil buscar, hay que tener mucho cuidado para no cortarte con las latas; tienes que pelear con los bichos, ratas, cucarachas, hormigas, que también quieren comer. Hoy me siento igual a los perros callejeros que buscan en la basura porque tienen hambre”.
De repente se calló. Cómo pensando que más me podía decir. Me quedé en silencio a ver si se animaba a hablar de nuevo. Al rato, después de mucho pensar habló de nuevo.
“En el fondo siento una rabia muy grande al ver que hace veinte años me equivoqué al creer en las promesas de Chávez. Me pareció que todo iba a cambiar, que viviríamos mejor porque alguien se había acordado del pueblo. Pero ahora estamos mucho peor. Antes los pobres podíamos comer aunque fuera caraotas, arroz y plátano, no pasábamos hambre aunque nos tocara comer lo mismo todos los días. Esa era la comida de los pobres, ahora es un lujo comer caraotas. Con este gobierno la comida está por las nubes, y no hay, y si la encuentras no se puede comprar. Y ya basta de hablar, que los demás se van a llevar lo mejor que se pueda encontrar. Para comer de la basura hay que pelear. Es triste y duro mijita”.
Me retiré de lugar viendo con tristeza aquel acto dantesco y mientras me alejaba, oía a la gente discutir por el botín de las sobras.
Me siento impotente por no poder hacer nada sobre el hambre un mi país, solo sé que este régimen tiene que cambiar. Así comenzaremos por poner a producir esas ocho millones de hectáreas productivas que confiscaron en nombre de la revolución y volvernos dependientes del estado para comer. Para que este país pueda comenzar a reconstruir todo lo que han destruido en veinte años, la revolución se tiene que acabar..
Atte.
Un pez humano
que tristeza me da.. mi pais tan bonito, con gente tan bonita en estas circunstancias.. no es justo.. hay q despertar yaaa.
Así es felix1988. Ya esto no se aguanta. Gracias por leerme.