La contabilidad y el proceso agrícola
Todas las empresas deben ir evolucionando para no quedar estacionadas o peor aún desaparecer. Es por ello que requieren de una evolución constante, sin importar la antigüedad que tenga su actividad o su proceso productivo. Las empresas para ser competitivas deben gerenciar entre la calidad y la productividad. La calidad es el resultado de hacer las cosas bien desde la primera vez, eliminando desperdicios, es decir, todo lo que no agrega valor al producto o servicio, con el fin de satisfacer consistentemente al cliente. La productividad es el resultado de la sabia aplicación de la ciencia y la tecnología para la producción de bienes y servicios, así como el inteligente uso de los recursos, para incrementar el bienestar de la sociedad y del hombre. Para ello, deben tener la capacidad de mantener y desarrollar tales ventajas, mejorando continuamente los procesos en todas las áreas, de los contrario serán superadas por otras organizaciones, tendiendo a desaparecer. La capacidad de cualquier empresa para innovar se relaciona con el medio ambiente donde se encuentra, las fuentes de información disponibles, el análisis de ésta y los retos planteados.
Ahora bien, el hecho es que para poder evolucionar no es necesario solo la pretensión de quererlo hacer, sino es necesario hacerlo realidad. Las empresas agrícolas deben adaptarse con velocidad a los cambios constantes que se presentan en el entorno económico, los cuales producen turbulencia en los negocios, aumentando la incertidumbre y complejidad de los problemas; por tanto deben ser proactivas para visualizar los cambios, tomar decisiones conducentes al éxito sostenido, evaluar los resultados constantemente, y así alcanzar ventajas competitivas. ¿Pero cómo hacerle entender a un productor, que debe modernizar su sistema, si lo ha hecho así por los últimos 50 años? Sencillo, no hay nada más puro y real que la verdad, y la verdad está en las pruebas, ya que por medio de pruebas de campo se puede demostrar que con cambios significativos se logra mejorar el manejo de una entidad agrícola. Uno de esos cambios es la contabilidad agrícola, los cuales, en muchas ocasiones confunden o la dan como un sinónimo de la contabilidad agropecuaria, sin darse cuenta que realmente es una rama de la contabilidad general. Básicamente la contabilidad agrícola permite llevar las anotaciones de manera cuantitativa y cualitativa, de las actividades realizadas por la unidad de producción agrícola, para de esta menara poder establecer su situación financiera y elaborar los estados financieros correspondientes. Es decir, allí se mostrará lo que se está haciendo, como se está haciendo y que se hará más adelante.
Uno de los principales problemas en nuestro país, es que se encuentra con una deficiente cuantificación y presentación de las transacciones de las empresas agrícolas, por no contar con un adecuado sistema contable. Pues bien, al ser la contabilidad el lenguaje predilecto y común con que hablan los negocios, será necesario adecuar este lenguaje al rubro agrícola con el fin de garantizar una razonable veracidad y confianza en la información financiera. De aquí nace la importancia de la contabilidad agrícola. Al no contar con patrones definidos para el registro, evaluación y presentación de las operaciones contables y financieras, las empresas, de este sector, están utilizando diversidad de criterios, y lo que se pretende es presentar un sistema contable unificado, con la opción de que se pueda mejorar y presentar nuevos sistemas.
No obstante, para llevar una buena contabilidad agrícola, primeramente el administrador, como el contador de la unidad de producción, debe tener conocimientos básicos sobre algunos términos agrícolas, como por ejemplo los ciclos del procesamiento agrícola. Dentro de los que pueden nombrar, la preparación de la tierra (primer paso de la cosecha, consiste en brindar o acomodar la tierra para poder sembrar). En las pequeñas explotaciones agrícolas, los métodos de preparación de la tierra para los cultivos de referencia pueden o no incluir la labranza (trabajo del suelo con azadas, arados, u otro equipo) o la preparación de los semilleros (aplanamiento de la tierra o la labor en caballones). Este proceso debe llevarse el tiempo que sea necesario, debido a que va a depender del tipo de terreno en el que se desea sembrar.
Al igual que cuando se hace un pastel, una vez que se tiene la mezcla, se puede realizar el mismo. Entonces una vez que se tiene la tierra lista se procede a sembrar. En este término debemos tener muy en cuenta el llamado tiempo de siembra, la disponibilidad de maquinaria, así como la pureza de la semilla y poder de germinación, dada básicamente por su calidad de crecimiento. Una vez realizados los pasos anteriores debemos calcular el número de plantas para nuestro cultivo, es decir, que exista un correcta y uniforme distribución en la superficie; esto significa que no exista ausencia de plantas en algunos lugares y puntos en donde estas se encuentran aglomeradas, debido a que el rendimiento por hectárea se verá afectado por el déficit de plantas en una parte, y por exceso en otra.
Una vez que hemos sembrado, el trabajo aún no ha termino. Luego vienen las denominadas labores post-cosecha. Que básicamente consisten en esas labores que buscas mejorar la evolución productiva de nuestra siembra. Por su puesto, estas labores no son iguales en todas las siembras, éstas van a variar dependiendo del cultivo que hemos escogido; así como del terreno en el que hemos sembrado. En palabras más simples, la post-siembra consiste en la protección de los cultivos, no solo de las malezas, sino de posibles animales que puedan dañar los mismos.
Cuando la planta ha llegado a su punto óptimo, se procede a la llamada última etapa del proceso de producción, la cosecha. Ésta es tan importante como las demás, debido que al realizarla prematuramente perderíamos nutrientes esenciales en nuestros producto; y si se realiza después, corremos el riesgo de pérdida sustancial de los mismo. Aquí se debe tomar en cuenta el costo de recolección del producto, ya que con mano de obra capacitada los ingresos de aumentarían, pero de contar con personal sin experiencia se podría dañar el producto en su recolección.
En análisis constructivo podemos expresar que, el mundo, ha comenzado un proceso enorme de concientización y uso adecuado de la tierra y los recursos. El desarrollo sostenible (Satisfacer nuestras necesidades, sin poner en peligro la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras) está en boca de todos, y cada día más países se están dando cuenta que el reloj de vida de nuestro mundo está agotándose, gracias al uso indiscriminado de la tierra y al mal manejo de los recursos naturales. Es por ello que saber usar de manera eficaz los recursos naturales, no es solo una necesidad económica, sino una necesidad social. A través de la contabilidad agrícola, podemos darnos cuenta si nuestras actividad está afectando directamente al ambiente, o si estamos sobre explotando la tierra.
A través de una buena contabilidad agrícola y ambiental, podemos determinar cuáles han sido nuestros ingresos y costos ambientales, permitiendo determinar nuestros pasos a seguir para mejorar el tratamiento que le estamos dando al planeta. El tema no es saber cuánto generaré de ingresos con mis cultivos, la intención es saber cuánto necesito generar sin comprometer la tierra, de manera que ésta tenga el tiempo necesario para regenerarse y volver a estar acta para la siembra, es decir, satisfacer nuestras necesidades sin comprometer las satisfacciones de las necesidades de nuestras generaciones futuras.
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