Bienaventurados los pobres en espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos.

Ante todo debo aclarar que para explicar el sentido que quiero expresar de esta bienaventuranza, debemos comenzar mencionando que, no debemos cerrarnos a interpretar sólo la expresión literaria de la oración; en la interpretación espiritual que se le dan a estas palabras, como a muchas otras que se pronunciaron en el sermón del monte está la llave del éxito.
La biblia está considerada como el gran manual de metafísica, para el desarrollo del alma, y todo lo que en ella se trata esta basado en este principio. No esta demás toda la insistencia que se exprese sobre este asunto ya que todo lo que se expresa en la biblia se considera en su expresión más amplia.
Por ejemplo la palabra "pan" en su sentido más amplio, no solo representa alimentos para el cuerpo físico, sino que también se debe interpretar como: percepción, comprensión y principalmente verificación espiritual.
"Danos hoy el pan de cada dia", "Yo soy el pan de la vida", "A menos que comáis de este pan..."
Otra ejemplo al que podemos referirnos es la palabra "prosperidad". En la biblia la palabra prosperidad es mucho más que la adquisición de bienes materiales. El verdadero sentido es la eficacia en la oración. si comprendemos esto, sabemos que sería suficiente ser próspero en oración y asi también tendremos todo lo material.
"Ser pobre en espíritu" entonces no significa ser pobre en espíritu. Ser pobre en espíritu significa haber renunciado a toda idea preconcebida para buscar a DIOS de todo corazón. El que es pobre en espíritu es aquel está dispuesto a renunciar su actual modo de pensar, sus ideas, prejuicios y hasta su presente manera de vivir si es necesario; en pocas palabras, estar dispuesto a renunciar a todo aquello que le impida, que le obstaculice su busque de DIOS. El dinero, si es una posesión que es difícil de abandonar pero no es lo más importante; nuestras grandes posesiones realmente corresponden a opiniones preconcebidas, confianza en nuestro propio juicio, orgullo espiritual, como producto entre otros, de méritos académicos, predisposición sentimental o material hacia determinadas instituciones y organizaciones, hábitos de vida que nos duele abandonar, preocupación por el respeto de los demás, o quiza temor al ridiculo, o un inusitado interés por meritos y reconocimientos, distinciones; pues todas estas preocupaciones nos mantienen amarrados a la roca del destierro de DIOS.
Los pobres en espíritu no sufren de ninguno de estos prejuicios, bien porque nunca los han tenido o bien porque se han levantado a un plano superior. por fin han aprendido que sus creencias pueden haber estado equivocadas, que su modo de ver las cosas necesitaban modificación. Están listos para emprender el viaje y volar.

Texto de ref. EL SERMON DEL MONTE del Dr. Emmet Fox

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