La lucidez es una patria
Me gusta la lucidez. El lúcido no sabe atemperar las horas. No encuentra el olvido. En cuanto a olvidar, todo le es inasequible. En cuanto a olvidar, todo le es un desierto y no puedes intentar olvidar los espejismos que hay en él; no vaya a ser que termine olvidando su pobre trabajo. O grandioso trabajo, quién sabe. Lucidez, me gusta la palabra «lucidez». También me gusta la persona lúcida, porque, al igual que a mí, le gusta la palabra lúcida. También me gustan muchísimo ese tipo de personas porque las considero una individuación orgásmica del insomnio. Por siempre despiertos. Impiadosamente despiertos. Placenteramente despiertos. Un lúcido es un insomne, pero sin el cansancio. Estamos fisiológicamente anclados al sueño, al descanso, a esa cesación que es más de la vida que de nosotros. Porque uno descansa de la vida, no de sí mismo, así la vida sea uno mismo viviéndola. Es precisamente silenciar, en cortos lapsos, ese canto luctuoso de las horas que, punzantes y oxidadas como un garfio, se precipitan violentamente como gotas de hierro fundido.
La vida sólo es posible, soportable, verdaderamente blanda, cuando tras una larga jornada, nos ausentamos de ella en unas cuantas horas de sueño. Estar dormido es descansar de la vida y en ello no hay debate: cierras los ojos y nada continúa; devenir discontinuidad. Es tal, que al sonar el despertador varias horas después, empezamos de nuevo. Aunque se continúa el mismo tedio, la mente no lo quiere así; todo parece nuevo, recién adquirido, con etiquetas; un tedio sin estrenar pese a que todo ya lo tenemos desde quién sabe cuándo. La mente sabe que el cuerpo no toleraría una continuidad inmutable. Tenemos la dádiva de las horas suspendidas. Este reloj biológico tiene, al parecer, un hermano de otra madre; una suerte de réplica medular en la estructura de la lógica. Porque sí, dormimos de noche y descansamos los sentidos, pero de día, nuestra mente, al parecer, se envuelve entre las sabanas y sigue durmiendo. ¿Cómo es esto posible? Porque no se es capaz de mirar con la mente, ablandar con la duda y diseccionar con el pensamiento. Así ninguna de las dos vigilias es posible: ni la física ni la metafísica. Dormir, aunque representa el único método para lograr la discontinuidad, es la única cosa que hacemos continua e ininterrumpidamente. Nosotros, la ironía menguada.
El sueño condiciona la transición, luego duermes y deja de existir la vida por un buen rato. Cuando despertamos, no hay sueño fisiológico ni reloj biológico acechando, pero sí un sueño estúpido: el que nos impide abrir los ojos y condiciona la transición, luego duerme la mente y dejan de existir la dubitación, las interrogantes y la inteligencia.
Uno de los métodos de tortura practicado por la CIA y autoridades respectivas, tras el 11S es la privación del sueño:
”La privación de sueño, también conocida como 'tortura blanca'. Por lo general, el preso es obligado a permanecer en posición vertical o en alguna postura antinatural y cuando intenta dormir es acosado con fuertes sonidos y luces brillantes. Cuando una persona permanece durante mucho tiempo privado de sueño pierde sus capacidades cognitivas y puede sufrir alucinaciones.”
Sueño físico, luego descansamos durmiendo. Sueño metafísico, luego descansamos cerrándole el grifo a la mente. Ese que equivale a apagar las luces en la conciencia, el espíritu, el yo; poner a dormir la mente, que descanse y que no dispare balas plata a las prestidigitaciones con forma de ignominia. Privar a las personas del descanso biológico equivale a «tortura blanca». Privar a las personas del ludibrio descanso del Logos, equivaldría a abrirle los ojos a una persona, no los globos oculares y con una navaja sino los ojos de la dubitación, de la intriga, del razonamiento y la inteligencia. La lucidez es una forma alegórica del allanamiento de la mentira; todo hombre lúcido está constantemente allanando los espacios donde el engaño conspira para cometer sus robos. Existen fenómenos que no tienen causa previa, y como Aristóteles definió a las ciencias éticas y morales, son lo dado, que emergen naturalmente en la existencia del hombre; estos son llamados protofenómenos. Tal es la lucidez, el protofenómeno que deviene iusnaturalismo.
El lúcido no descansa. Esta fuera de la esfera de los vivos. Es un ninguneado. Un bípedo que no requiere sistema locomotor cual Stephen Hawking. Así como el insomne no se embellece en aquella discontinuidad que significa el sueño, el lúcido tampoco ostenta pijamas para dormir.
I can not believe. Thank you for the useful post. Continue in the same direction.
Creo que es la primera vez que leo algo tuyo y, la verdad, me ha encantado. Te voy a seguir para ver qué depara esa mente inquieta ;)
Por cierto, para mí el mayor ejemplo de lucidez que he conocido en toda mi vida es Sesha, busca vídeos suyos en YouTube a ver qué te parece. Habla sobre la atención y la percepción de la realidad a través de ella.
Para mí todo un referente.
Un saludo!
Hombre, gracias por el comentario. Si el internet se pone más rápido la busco y quién sabe si haga un post relacionado. Un abrazo, trenz.