Quererle (2)
Podría reproducir en mi mente cada soneto de dejaste en mí, cada palabra que me dedicaste cuando aún creía en ciertas circunstancias maravillosas.
La cosa es que cada recuerdo trae consigo dolor y pena, y es que es cuestión de tiempo para que vuelva a amar la soledad que siempre acompañaba mi alma.
Balbuceé de vez en cuando que no quería dormir de ilusiones y que quería ser libre de lo que me había condenado el horrible destino, pero de nuevo dijiste que no pasaba nada, que contigo estaba segura y creí en ti.
No sé si fue casualidad o destino, pero el hecho es que el haberte conocido ha hecho que mis pulmones se queden cada vez más sin aire; que mi corazón deje de latir, que mi cerebro deje de pensar. Y es que me harían falta muchas más metáforas de las que podría contar, para poder describir concretamente cómo es que mi dolor alcanzó este punto tan rígido del que no tengo escapatoria.