Fábulas Helmantinas: ARV*

in #spanish7 years ago

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Elvira ha salido de casa a pasear a sus dos perros, Rufus y Selvi. Están algo huraños y peleones. Se gruñen, lo que no es nada habitual. Siempre se han llevado muy bien entre ellos. Pero hoy no. El viento es frío y sus rachas molestan. Elvira siente irritación en la punta de la nariz. Su melena le agobia, debería habérsela cortado ayer que tuvo tiempo. Lo pensó dos veces pero lo dejó pasar. Ahora se odia a sí misma. La rebelde pelambrera manosea su cara con sorna. Llegan por fin los tres al césped de la Chinchibarra. Los perros, bien educados, empiezan a hacer sus necesidades, aunque Selvi no para de mover la cabeza en todas direcciones.

Elvira mira al cielo echándose hacia atrás su melena. Sobre la Torre del Agua desciende un OVNI. Se coloca sobre la vertical del edificio, a escasos seis metros de su tejado. El objeto es un cliché volante de lo que todos consideramos un ovni: Dos platos hondos acoplados, de unos ocho metros de diámetro, sobre los que descansa una semiesfera a modo de presunta cabina. Todo metálico. Elvira ríe, cree estar soñando, pero su pelo vuelve a taparle la cara. No, no sueña, es real. Está viendo un ovni, estático, levitando sobre la torre octogonal del depósito de agua de la Chinchibarra. Mira a su alrededor, busca el cobijo de una confirmación social. Un jubilado la mira desde la otra acera. Elvira respira aliviada, sabe positivamente que el anciano lo está también viendo. Los perros han acabado lo suyo.

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Un ovni estático sobre la Chinchibarra. Otro sobre la iglesia circular de San Marcos. Un tercero sobre la vertical de la torre catedralicia. Miles de ovnis sobre miles de ciudades por todo el mundo. Las televisiones emiten imágenes de Nueva York, Londres, Shanghái. Decenas de miles de ovnis, estáticos sobre torres y edificios. No giran, no vibran, no emiten sonido alguno. Tras horas de especulaciones, “¿Por qué no vigilan nuestros helicópteros a estos objetos invasores?”, la señal de todas las cadenas de televisión cambia. Un hombre vestido de negro, con serio sombrero de fieltro, lee un teleprompter. "Me dirijo a ustedes para mandar un mensaje de tranquilidad. Los objetos que ven sobre nuestras ciudades son vehículos perfectamente humanos. Ovnis de fabricación terráquea escondidos hasta ahora del conocimiento público por razones estratégicas. Salen ahora a la luz porque es el momento. La gran mayoría de gobiernos dispone de tecnología, desarrollada desde hace más de treinta años, que va más allá del desarrollo más avanzado. Se puede llegar a Marte en apenas minutos, viajar a Plutón y volver para la cena. Disponemos de tecnología antigravedad, los coches voladores son..." La señal se corta. Los televisores emiten estática.

Elvira charla con el jubilado y un pequeño grupo de estudiantes del conservatorio de música que se han juntado frente al césped. Todos hacen suposiciones y proyectan posibilidades de futuro a cualquier escala y nivel de ominosidad. Los ojos siguen plenamente abiertos. Algunos hacen chanzas, otros temen una catástrofe, una conspiración mayor aún no desplegada. La luz se lo come todo de repente. Un rayo de plasma impacta contra el estático ovni sobre la torre. El objeto y la práctica totalidad del edificio octogonal son volatilizados. Los escombros y la onda de choque hacen que nuestro grupo de peatones caiga al suelo. Rufus y Selvi ladran. Son los primeros en divisar, muy en lo alto, entre las nubes, a otro ovni. Una nave gigantesca, un cigarro negro, lleno de luces, de aproximadamente un kilómetro de longitud. El conspiranoico del grupo, que lleva una tuba a sus espaldas, es el primero en abrir la boca mientras su mirada sigue fija en la pantalla de su smartphone. "Nos atacan, ese otro ovni no es humano. Nos atacan".

Todos empiezan a correr. Elvira intenta tirar de la correa de sus dos perros pero estos se resisten, quieren ir en una dirección opuesta. Elvira duda, temblorosos sus dedos. Debe llamar a su madre. No palpa su teléfono móvil. Lo dejó cargando en casa. Solo eran unos minutos para pasear a los perros. Debe llegar cuanto antes a casa. Llamarle. Su cara se tuerce. Debe hablar ya con mamá. Contarle


  • ARV: Alien Reproduction Vehicle (Vehículo de Reproducción Alienígena)

Fuente de la foto
Texto propiedad de @chejonte

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¿Esa torre de la foto pierde la verticalidad por el efecto gravitacional que el ovni ejerce sobre el silicio de los ladrillos con que está construida, o acaso es que mi vista, cansada ya de tanto ovni, tiende a las alucinaciones y la inclina hacia la derecha?
Y a mí, que me pasa ahora, ¿También me estoy inclinando?
Siii, sii, me inclino y me caigo en algo blando, coloco la almohada y... ME DUERMO.

Es una torre de Pizza. El cenártela motiva la somnolencia.

Y así comienza o termina todo. Hala, a completar la historia en nuestra cabeza de mil maneras diferentes.

Quid pro quo, Clarice, quid... ¡Uf! Perdona, creo que me contagié por aquí abajo. Mejor voy a tomarme una píldora de esas que me dan. A ver si se me va. Con un poco de azúcar, para que pase mejor.

O con un buen chianti. Contemplando el belvedere de Florencia.

Hola!!! MUY BUEN POST , Te invito a seguirme y veas mis post @eliandavid28 , Up Vote Para tii espero me lo devuelvas! Un abrazo