Los Celos

Muchos dicen que el que no cela, no ama. Yo, digo, con la claridad que me da sentir el amor, que el que ama no cela; pues, los celos nacen de un sentido de pertenencia, que, a su vez, se retroalimenta con el egoísmo. Siendo su detonante, la inseguridad; debido a que no tenemos seguridad en nosotros mismos. No podemos tenerla en nadie; así, que los celos son engendrados por la desconfianza. Por eso, muchas personas ven fantasmas de traición en todos lados.
El amor, debe basarse en el conocimiento y la confianza en el otro, lo cual es contrario a los celos. También, puedo decir: Que el que ama no busca ser dueño de nada y esto lo explica el Altísimo, cuando dice: “El amor no es jactancioso”. “No se envanece y nunca busca lo suyo”. El amor es felicidad y libertad. A Dios, le pertenece el viento y por eso él no lo atrapa; sino por el contrario, deja que fluya por toda la tierra. Dios, ama al hombre y no le obliga que este haga lo que él dice. Si no que le da libre albedrío.
Los celos son sólo resultado de nuestros yoes. Ellos se alimentan del egoísmo, la ira, la envidia, la desconfianza. Los cuales buscan destruir al Ser, que es el que siente y produce el amor. Ya que este es la esencia de Dios, y Dios es amor. Los celos son el mayor enemigo del amor; y no solo de él, sino, del hombre mismo, pues, tienden a convertirse en enfermedad que daña el espíritu y la mente de las personas que acobijan este mal.