PERDIDOS EN LA COSTA

Examine con detenimiento esta primera fotografía y trate el lector de localizarla… No encontrará referencias en este abigarramiento de edificios quien no los conozca de cerca o viva en sus inmediaciones. Lo único que se identifica claramente al fondo es el mar…
Nos situamos en la costa de Benalmádena, justo en el límite con Torremolinos. Efectivamente, arriba a la izquierda se ve el pantalán de Puerto Marina; sobre los cipreses, la plaza de Solymar con un centro comercial a su derecha, y a su izquierda la N.340, de la que sale hacia el mar una venida…
Y, sin embargo, tenemos ante nuestros ojos el núcleo primigenio de la actual Costa del Sol. Aquí nació y se desarrolló el impulso definitivo para el despegue del turismo en estas tierras del sur, que tuvo lugar en junio del 1964, cuando se inauguró la sala de fiestas El Madrigal; allí al lado se abrió siete años más tarde el Madson Club; y con otros locales de esparcimiento nacidos a su sombra fue tomando forma la plaza Solymar, que iluminó durante muchos años las más gloriosas noches de la Costa del Sol y dio lugar a toda una leyenda teñida de libertad de costumbres y esplendentes suecas en un paraíso de sol y playas…
Imagine ahora el lector cómo era antes este paisaje, qué había aquí antes de que lo descubriera el turismo.
Lo encontrará en esta segunda fotografía, que tomé casi desde el mismo ángulo que la anterior:

en primer término, una calle enfila hacia la N-340, en cuya esquina se levanta el antiguo hotel Costa del Sol, la primera entidad que llevó este nombre: sólo dos coches hay ante él, y ninguno circulando por la nacional; un poco más a la derecha, el trazado de la plaza de Solymar con la fuente en medio y la planta redondeada en chaflán de lo que cuarenta años después sería el centro comercial. Casi enfrente, un camino (la actual av. del Alay) avanza hacia Torre Bermeja, que aparece con la herida de un rayo, y con el cuartel de la guardia civil a su derecha. Ninguna otra edificación hay junto a la orilla. Si tapamos la parte inferior de la fotografía, podríamos pensar que estamos viendo la playa de un país desierto y remoto; sin embargo, cerca de la torre se encuentra ya el germen del turismo actual: unos –sin duda– intrépidos viajeros se han aventurado por estos perdidos parajes, han detenido allí dos automóviles y una caravana y, perdidos en el Sur, han tomado posesión de estas tierras y se han proclamado emperadores en el reino del mar, del sol y de la luz.
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(La fotografía en b/n es cortesía del Ayuntamiento de Benalmádena; la otra fotografía la he tomado yo)