Secretos del español: de la olla podrida a la sopa boba

in #spanish7 years ago (edited)

Fue mi profesor de griego en el instituto, don José María Cuesta, quien me imbuyó el interés por la vida de las palabras. El plato fuerte de sus clases eran las declinaciones, los polirrizos, la voz media y otros laberintos; también la traducción de la Ilíada; pero el profesor sabía aderezar toda aquella densa materia con una sabrosísima guarnición de explicaciones etimológicas que a mí me deslumbraban. Fue entonces cuando decidí dedicarme al estudio de la filología. Efectivamente, soy filólogo, esto es, amigo de las palabras.

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En esta entrada y en otras posteriores iré recordando algunas curiosidades de nuestro idioma. Porque el español tiene palabras muy juguetonas, que suben y bajan, saltan y se esconden, se transmutan y transmigran, languidecen y afloran… Así ocurre con olla podrida y sopa boba, dos expresiones referidas a sendos platos de secular tradición hispana, aunque muy dispares en sabor y en sustancia.

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Olla podrida del restaurante Los Claveles (Atapuerca, en camino de Santiago)

La olla podrida, muy arraigada en Castilla-León, es la “princesa de los cocidos” según Calderón de la Barca, pues integra en abundancia y perfección carnes, verduras y legumbres. No extrañe el adjetivo podrida, que no apunta a ninguna corrupción, sino a poder, pues procede de poderida’ y alude a que semejante manjar solo podían permitírselo los poderosos. Y como siempre, imprescindible Cervantes: "...aquel platonazo que está más adelante vahando me parece que es olla podrida, que por la diversidad de cosas que en tales ollas podridas hay, no podré dejar de topar con alguna que me sea de gusto y provecho..."

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La sopa boba, de Leonardo Alenza, h. 1850 (Museo Lázaro Galdiano, Madrid)

En contraste, la sopa boba era alimento de pobres. Con las sobras y mendrugos de la comida de los frailes se confeccionaba una aguachirle que se daba por caridad a los peregrinos en la puerta de los monasterios; por ello, también era conocida como sopa de peregrino o sopa de convento. Esta insustancial comida también recibió el nombre de bodrio, que hoy ha pasado a significar ‘cosa mal hecha, desordenada o de mal gusto’. Bodrio procede del germánico brod (caldo), que dio en alemán Brühe y en inglés broth.