El Director Christopher Nolan es mayormente conocido por la trilogía de Batman protagonizada por Christian Bale (con esa segunda parte en la que brilló el Joker de Heath Ledger) y proyectos más recientes como Interstellar o Inception. Sin embargo, aunque sólo me falta ver su ópera prima, me atrevo a decir que todas y cada una de sus películas son buenas y - algo que me gusta mucho - en cada una abarca temas diferentes. Por ejemplo, Dunkirk es un drama bélico de la segunda guerra mundial, Imsonmnia es un thriller policíaco y en The Prestige, de 2006, Nolan se introduce en el mundo de la magia.

La trama transcurre en Londres, a finales del siglo XIX. El negocio del entretenimiento está liderado por los magos, ilusionistas, escapistas... la gente acude en masa a los pequeños y grandes teatros para dejarse engañar por estos profesionales de la ilusión. Dentro del gremio, encontramos a Robert Angier (Hugh Jackman), elegante, refinado, con una gran presencia en el escenario y un nombre acorde: The Great Danton. En la acera de enfrente (metafórica y literalmente hablando) tenemos a Alfred Borden (Christian Bale), un genio creativo, un mago innato que a la larga se hace llamar El profesor, pero quien carece del encanto y del refinamiento de Angier. La película sigue esta rivalidad desde que ambos eran jóvenes aprendices que compartían, tras bambalinas, los artilugios y trucos creados por John Cutter (Michael Cane), hasta que su relación amistosa se rompió debido a un hecho trágico y se agravó cuando la competencia entre uno y otro alcanzó los límites de la obsesión.

Pero a esta trama, bastante simple si se quiere, se le añaden otros elementos que la convierten en la obra que es. Lo primero son el montaje y los recursos narrativos. La película no inicia con los jóvenes aprendices, sino que empieza con Borden siendo enjuiciado por el asesinato de Angier y con un Cutter testificando en la corte, ¿lo mató? ¿qué ocurrió? ¿por qué lo hizo? ¿quiénes eran estos tres personajes y qué los llevó allí? Nolan comienza a contestar estas preguntas, de a poco, mientras intercala el presente (el juicio) con el pasado en varias etapas, que abarcan desde sus inicios, sus primeros éxitos como magos, sus respectivas historias de amor, hasta la forma en que su obsesión comienza a escalar hasta niveles francamente peligrosos.

Y luego está la narración. La mayoría de las películas de época cuentan con un narrador en off que puede ser, o no, uno de sus personajes y que le da fuerza clásica al relato, como si estuviéramos leyendo una novela o un cuento de Charles Dickens. Y en The Prestige tenemos esa voz: la voz de Cutter. Es él quien comienza a contarnos la historia de Angier y Borden, pero luego se suman otras dos voces. En la cárcel, a Borden le es entregado el diario de su rival, con lo que a través de sus páginas, Angier hace las veces de narrador.

Pero, al pasar las hojas, llegamos a un punto del pasado cuando el propio Angier había obtenido el diario de Borden y entonces es éste quien narra ciertos pasajes. Borden que lee el diario de Angier en el cual éste lee a sus vez las palabras de Borden, es un recurso que puede confundir si no se presta la debida atención. Pero si se sigue la trama atento, resulta absorbente la lectura de estas dos voces. La principal razón porque la que hablo de lectura es porque el guión de la película fue hecho por Nolan y su hermano a partir de la novela The Prestige de otro Christopher, Priest, publicada en 1995 y acreedora del World Fantasy Award y del James Tait Black Memorial Prize. De allí que, de múltiples formas, la historia parezca un libro.

Finalmente, la otra genialidad en la trama es la incorporación de la ciencia. En algún punto, Cutter se refiere a los científicos y dice que son brujos, que aquello que la magia hace parecer como cierto, la ciencia lo hace realidad. El elemento científico está muy presente en las obras de Nolan (el mayor ejemplo es obviamente Interstellar), pero acá aparece encarnado en la figura del genio Nikola Tesla (David Bowie). Para tratar de recrear un truco de su rival, Angier va a visitar al propio Tesla y le pide que le construya una máquina. El científico le advierte del peligro, de los riesgos, pero la obsesionada mente del mago no le deja escuchar, provocando inesperadas e impactantes consecuencias.

La cereza del pastel es un poema: Scarlett Johansson. Entonces, tenemos a Nolan en la dirección (y en la co-escritura), la magia y la ciencia en la trama y un reparto de lujo que garantiza buenas actuaciones: Michael Cane (recurrente colaborador de Nolan), Hugh Jackman, Christian Bale, David Bowie como Tesla y Scarlett Johansson. Más un montaje de calidad y una narración no lineal, todo ello configura un atrapante thriller de época, sobre rivalidad, venganza, amor, obsesión, justicia, redención, sacrificio y muchas otras emociones que han habitado, desde siempre, el alma humana. Le doy un 9/10 a esta cinta que a algunos les parecerá un poco enredada, pero les aseguro que vale la pena hacer el esfuerzo y prestar la atención debida.