De miedos y contradicciones

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Me he empezado a preguntar por qué le temes tanto a la rutina, ¿no te has dado cuenta de que es ella la que nos hace quedarnos siempre un ratito más? Y es que pasan tantas cosas que no quiero llegar a perder la costumbre de acostumbrarme a tu presencia.

Se que quieres que llegue alguien y rompa esos miedos que otras personas han sembrado. Se que remiendas con curitas esos espacios rotos que dejan tus batallas. Se que mueres por no tener que mirar atrás, por mirar al mismo sitio que ese par de ojos salvadores que te observan cada día.
También se que el eco que halla lugar en tu interior se ha vuelto insoportable, sé que quieres llorar y que la desesperación que recorre poco a poco tu pecho absorbe tus lágrimas. Así como en la mía, tu voz resuena en tu mente y rebota en tu cráneo una y otra vez.

Se que a veces te rompes en mil pedazos
Y que cuando eso pasa
No quieres a alguien que te arregle
Sólo alguien que no huya cuando te derrumbes.
Y que no se asuste
Al ver todos esos trozos de ti por todo el suelo.

Pero tengo que confesarte que en mi mente no hay más que ideas desnudas,
sueños despiertos en un escenario cruel.
Como esos niños que apenas están aprendiendo a crecer,
mis pensamientos juegan con las dudas
En mi cabeza no hay más que palabras vacías y letras corrompidas por no ser

Lo malo de este tipo de imaginaciones es que por si solas pueden intensificar un sentimiento que en realidad no existe.
Y entonces llegas a creerte que de verdad no quieres huir, que por primera vez te sientes tan segura que te envuelves entre sus brazos.
Te empiezas a acostumbrar a la seguridad que te da el saber que no hay por qué correr, que si echas raíces en esos besos ya no habrá nada que temer.
De repente volteas un día a mirar tus dedos entrelazados y el miedo desaparece.
Incluso si no resulta, incluso si no es para siempre, incluso si se tiene el poder de irse en cualquier momento
Te convences de que el querer es la única forma de amor que no arde sobre tus heridas.

Y no me preguntes por qué pero ya nada de eso importa. Siendo estática y predecible me convertí en aquello que alguna vez prometí no ser. Hay un error en el trayecto, ¿será que ahora todo el mundo ha perdido la cabeza?
Y a pesar de todo, de tus contradicciones -y de las mías- , te juro que puedo sentir cómo lo que siento por ti crece a cada minuto. No es esa clase de sentimiento cálido y de incendio que alguna vez me prometieron.
No. Es calma vuelta realidad, es como si entre tus brazos el tiempo marcara siempre esas diecinueve horas acompañadas de un cielo de infinitos colores.

Y quizá un día te des cuenta de que no necesitas de un salvador, de alguien que llegue a arrancarte la tristeza y a sembrarte felicidad. Mañana, quizá, dejes de tenerle miedo a la hoja en blanco y seas tú quien escribe.

Se acaban las prisas, ya no hay esperas, no hay apuros y mucho menos desilusiones del andar en el tiempo incorrecto.
Me escribes las notas y bailo. Me tomas de la mano y escribo. Así, siendo estática y predecible, con la carencia de un medio sin contradicciones, con sentimientos confundidos, con tus miedos -y los míos-.
Y con tu sonrisa.
Siempre con tu sonrisa.