No hay que rendirse

No existe camino fácil.

Si tan solo lo hubiese sabido hace algunos meses, ni siquiera habría empezado este blog, probablemente. En su momento esperaba resultados rápidos, con varios comentarios y amistades que se pasearan por mi blog de vez en cuando. Esperaba tener un crecimiento constante, donde se apreciara mi capacidad narrativa, mi ortografía y mis ideas plasmadas en palabras.

No buscaba ser un rock star de la escritura, ni tener miles de fans en cuestión de medio año. Pero sí esperaba sentar las bases de un proyecto mejor encaminado, con mejores recompensas y mayores beneficios.

Me equivoqué...

Pero es normal. La vida no viene con un manual de instrucciones, donde aprenderás todo lo que necesitas en las primeras 20 páginas. Nadie tiene algo así. Sólo se tiene la experiencia, la virtud del éxito en base de cientos, tal vez miles de fracasos.

En vista de esto me puse a investigar un poco, buscando levantar mi ánimo frustrado por ideas que no se concretaban. Me di cuenta que he cometido errores y los sigo cometiendo, que sigo mirando perdido a la incertidumbre del futuro, sin nada más claro que mis recientes fracasos y mi tambaleante presente.

Me doy cuenta que tengo mi escritura. Si bien no soy constante, o excesivamente bueno, tengo mi pasión por las letras, por la necesidad de plasmar en una narrativa algún acontecimiento que haya cruzado mi tormentosa mente, ya sea en sueños maravillosos o delirios espontáneos. Se trata siempre de darle vida a aquellos destellos oníricos que no siempre puedo controlar, pero al verlos en papel (o en una computadora) se me antojan encantadores.

Son los relatos, cuentos y cualquier cosa que escribo parte importante de mi esencia. Son mis hijos, imperfectos, incompletos y muy saturados (o carentes) del espíritu que hace falta para ser un escritor famoso, o alguno que merezca ser tomado en cuenta.

Sé que he fracasado, pero no me rendiré. No hay que hacerlo.

He encontrado en esta, y muchas otras, reflexiones los tips necesarios para seguir adelante: volverlo a intentar.

No se trata de una fórmula mágica o un truco al mejor estilo de los videojuegos. Simplemente se trata de la perseverancia, de la constancia y la visualización de lo que se quiere. Y yo quiero tener este blog como una ventana a mi alma escritora, que desea soñar y plasmar en palabras el alto y tormentoso vuelo de un dragón azul.

Es así como concluyo que debo seguir intentándolo, y animar a otros a que sigan haciéndolo. Será difícil, será muy deprimente, pero no siempre las cosas se hacen por dinero. Yo estoy escribiendo porque me gusta.

¿Y tú por qué escribes?