La carta que jamas quisiera escribir a alguno de mis hijos - Parte 2
Por eso mis dudas, por eso incluso te estoy escribiendo porque no puedo decírtelo de frente. Ya sabes que cuando te miro solo puedo verte como a un niño, pero tengo que hablarte como al hombre que eres, porque eso es lo que eres ahora: Un hombre, estas cuajado y te sostienes con firmeza, con la fuerza de tus convicciones. Además ahora eres el sustento de una empresa que le da de comer a muchas familias, tienes que darle estabilidad a todos y cargas con un peso muy grande, aunque no más grande que tu.
Si piensas que te estoy alagando, pues en realidad me estoy alabando a mi mismo, porque yo te formé para que seas un roble, un león ¡Todo un ganador!...
Ahora que te he dicho esto pienso que tal vez estoy pidiéndote demasiado, tal vez estoy exagerando al pedirte que veas los detalles que le quitan el sentido a lo demás. Aunque, tal vez un día te des cuenta y no perdones el haberme quedado callado. Tal vez sea que un día - y no quiero que llegue - que gritarás: "Papá, si tu me conocías más que nadie, si tu me hiciste el hombre que soy, si tu siempre estuviste allí para darme aliento y corregirme ¿Por qué no me enseñaste a ver y a acabar con estas pequeñas zorras que dañaron mi viña? Esa misma viña que me heredaste, esa misma que te costó tu juventud y hasta tus primeras canas. ¡Por qué Papá! ¡Por qué!".
De solo pensar en ese lamento y esas lágrimas de sangre que derramarías en mi ausencia, se me escarapela el cuerpo. Mis días se han convertido en noches sin poder dormir y cuando duermo... solo consigo tener pesadillas. Te escucho gritando: "¡Por qué Papá! ¡Por qué!", salto de la cama, lloro como un niño desconsolado y me siento muy solo. Aún más ahora, que tu madre ya no está para aliviar mis angustias.
Nunca pensé volver a estar solo, pero ya lo estoy. Porque el miedo a enfrentarte viene del miedo a perderte. Pero ese mismo miedo me aleja de ti y me doy cuenta que desde entonces estoy solo, ya no hay marcha atrás. Ya no tengo más que perder, ya te he perdido...
Aunque tal vez hay una esperanza, tal vez realmente estés leyendo esta carta y te estés riendo de mis tonterías, tal vez piensas que soy un viejo exagerado y vendrás a buscarme para darme un abrazo y yo te diré: "¡Qué esperas! ¡Aquí estoy listo para recibirte! ¿No le vas a dar un abrazo de oso a tu padre?... ¡Mi muchacho engreído!"
Si... ¡Ya lo sé! eres un cuarentón y te avergüenzas de esas demostraciones patéticas de afecto. Si alguien nos ve podría pensar que no eres tan rudo como te muestras ante los demás... ¿No es cierto? ¡Esa es una de las sutilezas que tienes que cambiar!
¡Al fin pude decirte algo! ¡Qué alivio! Pero todavía no empecé a decirte lo más importante.
La última vez que cenamos juntos en ese restaurante tan caro y elegante, estaba preparado para darte un regalo. Por eso me puse el traje de gala que todavía se conserva bien y llevé en el bolsillo del pecho el pañuelo de seda con las iniciales de tu madre. De alguna forma quería que sea una ceremonia entre padre e hijo, que puedas darte cuenta de lo importante que era ese momento para ambos y de lo importante del regalo que tenía para ti. Sabía que nunca más habría un momento como ese para por fin darte ese regalo que estuve guardando para ti por tantos años. Estaba muy seguro de que ya estabas preparado para recibirlo, incluso pensé que me demoré demasiado, que esa pequeña duda dentro de mi era un signo de debilidad que viene con la vejez. Pero mis dudas comenzaron a crecer apenas pisé ese restaurante...
Continúa: Parte 3
Anterior: Parte 1
-- @develcuy
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verdaderamente extraordinario, esto va ser que muchas gente reflexione, profundas palabras las que has utilizado felicidades