Surco tu silueta a través del alumco que la vida me regala después de unas largas horas de lluvia.

La timidez me sujeta a la fuerza, no me permite verte a la cara.

Alguien se acerca, y sin compasión, con sus pazos, esparce junto con el agua, tu existencia.

Me pierdo a la par con el deseo de volverte a ver.

Pero la vida es piadosa, nuevamente aquel charco de agua esparcido vuelve a ser espejo.

Retornas a mi presente.

Sorpresivamente, tu mirada cae también al charco, vez mi reflejo y ambas miradas chocan.

El miedo me hace dudar por un instante, pero el valor me invade y dejo la mirada allí, inerte en ti.

Sorpresivamente, sonríes.

Me dejas shock, no sé qué hacer.

Observó una mano posarse en mi mentón, me levanta la mirada y sin mediar palabras me das un beso.