Sobre Reloj sin manecillas de Carson McCullers

Siguiendo con la relectura de las novelas de Carson Mc Cullers he vuelto a leer Reloj sin manecillas (1961) de la que en verdad no recordaba casi nada, pero desde las primeras líneas me volvió atrapar.

Es una novela sobre un hombre, Malone, que sabe que va a morir, porque a comienzos del libro le diagnostican leucemia. Como en Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez el personaje de Malone sabe, desde la primera página, que sus días están contados.

Esas dos primeras líneas que dan comienzo a la novela me parecen magistrales, sencillas a la vez que potentes, porque a la generalidad de la muerte opone la manera individual en la que cada uno se enfrenta a este hecho que pone fin a nuestras vidas.

Y este viaje de Malone hacia su muerte se entrelaza en el transcurso del libro con otras vidas. De nuevo nos encontramos como escenario uno de esos pueblos del sur de los Estados Unidos, en los que la tensión entre negros y blancos sólo espera una chispa para estallar.

Personajes muy jóvenes como Jester, nieto del juez Fox Clane o Sherman, ese extraño negro de ojos azules, proporcionan a la historia ese tono de contradicción y misterio, pero también búsqueda de sí mismos, que en el caso de Jester culmina en definición, y en el caso de Sherman en tragedia.

Lo que más me gustó de la novela es que cuando por fin llega la muerte la narradora consigue construir una escena compleja en la que lo cotidiano se combina magistralmente con lo trascendente:

Por lo que este cierre deja en el lector una atmósfera de encanto y misterio, ya que la escena posee naturalidad a la par que verdad, y está impregnada de una profunda poesía de lo humano.

Las fotos las he tomado de la edición que releí, que fue publicada por Seix Barrall en 1963.