LA VIEJA CABAÑA por Irma Pulido (Capítulo 4)

FUENTE


En una pequeña mesa que estaba al lado de la cama, tenía la lámpara encendida. La enfoqué para mirar a mi alrededor.
“Acércate” me dijo la dulce voz. Alumbré en dirección de la ventana y mi sorpresa no pudo ser mayor al ver a una hermosa mujer sentada en el sillón.
Retrocedí un paso, ya era demasiado; primero la tormenta me impidió regresar a casa, luego apareció el misterioso hombre del impermeable y ahora esto.
No podía creer lo que veían mis ojos “¿De dónde salió esa mujer?” pensé mientras la detallaba. Estaba vestida de blanco, tenía el cabello largo y tan negro como el azabache. Parecía un ángel y me miraba suplicante. Pude notar en el fondo de sus ojos una tristreza muy grande.
-“No temas, Iván” – Me habló de nuevo – “No te haré daño”.
Titubeé un poco y me acerqué lentamente sin poder dejar de verla. Me dije: “Es tan bella. Pero ¿Cómo entró?”
-“Necesito que me ayude, Iván”

• “¿Quién…quién eres tú?”
  Me atreví a preguntar al fín “¿Cómo entraste? ¿Y cómo sabes mi nombre?”
• “Calma, estás muy nervioso” – Me tranquilizó – “Mi nombre es Sofía y vivo aquí desde hace muchos años”
• “¿Qué?” – Me sorprendí, ya que sabía perfectamente que la cabaña estaba deshabitada desde tiempo atrás. Me atreví a responderle:
• “Pero nunca te había visto ¿Qué quieres decir con que vives aquí? Me parece extraño que lo digas ya que yo acostumbro a venir aquí con frecuencia y nunca había visto señales de que alguien habitara la casa. De hecho, solía jugar acá con mis amigos cuando era apenas un niño. Cada vez que vengo quito el polvo y limpio todo para mantener este refugio. Además, no me has dicho cómo es que sabes mi nombre.
• “Espera, Iván” – Interrumpió ella –“Es que no me has dejado hablar”.
• “Está bien” . Acepté un tanto nervioso y esperé a que ella prosiguiera.
• “Te conozco desde que eras niño, al igual que a Lisa y a Jhonatan. No me habías visto porque durante el día no me encuentro aquí, ya que mi padre me lleva con él cada mañana, antes que salga el sol, y en la noche me trae”.
• “No…no entiendo” –Le dije.
• “Tienes qué ayudarme” – Me rogó – “Apártame de las garras de mi padre. Sufro mucho y no quiero estar más cerca de él” – Y rompió a llorar “Llévame de aquí, Iván” – Repetía una y otra vez conmoviéndome el corazón.
• “Pero…¿Cómo puedo ayudarte? ¿Dónde está tu padre y quién es él? ¿A qué hora te trajo? No lo escuché llegar”
• “Bien, te lo explicaré” – Continuó ella con más calma – “Pero quiero que me oigas con mucha atención. Prométeme que no te asustarás con lo que te voy a contar”
  Yo asentí y permanecí atento. Ella continuó hablando:
  -“¿Recuerdas el visitante que vino esta noche a pedirte posada?”
• “Sí ¿Qué pasa con él?”
• “Es mi padre”
• “¿Tu…tu padre?”- Tartamudeé cada vez más nervioso.
• “Sí, él vino a traerme antes del amanecer. Vendrá por mí de nuevo”
  -“¿Cómo es eso? Él vino solo, lo único que traía consigo era un saco…yo no te vi llegar a ti”
• “Es que yo venía dentro del saco” – Me reveló con angustia, yo abrí la boca para decir algo pero no pude. Mi asombro crecía a pasos agigantados.

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