El Encuentro
Mientras nuestras videollamadas duraban horas narrando todo nuestro día, tu espontaneidad y gracia al hablar lo hacía todo más fácil, me hacías sentir cómoda y segura.
Insistí en conocernos en persona, nos merecemos el encuentro, el tiempo pasó al teléfono pero el día de vernos llegó. Yo en casa actuaba frente al espejo y ensayaba una y otra vez como te recibiría al verte, un abrazo de alegría o un beso de inmediato; o tal vez ambos corramos a nuestro encuentro.
En el terminal me tropezó una señora distrajo mi atención, a lo lejos esperaba su llegada, una voz en el aire mencionando mi nombre me volvió al frente, un chico en silla de ruedas captó mi atención, él solo atónito me miró dijo mi nombre y sonrió.
No sabía que decir, no sabía que pensar no conocía de su condición especial, ambos en silencio.
Me sentía defraudada, sin embargo en un instante por mi mente pasó toda la calma que me regaló, todo el amor que me inspiró, toda la alegría que me contagió.
Lo abracé con alegría, y le dije ¡Esperé este momento con ansías, nos vamos!
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