Te has convertido en mi mundo. #1
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Mi mundo era denso, espacioso y lleno de soledad. Y de pronto llegas tú mirándome de una forma única; haciendo las preguntas correctas para poner mis rodillas a temblar y cada día despidiéndote con un beso en la mejilla para ir enamorando mi corazón. Ahora lo que es denso con tu presencia se hace ligero, los espacios lo has llenado de risas y besos, y has quitado la cortina que me conducía a la soledad. Anónimo
¿Quién nunca se haya enamorado que lance la primera piedra? - Estas palabras las repetía Enzo bajo las sombras de la oscuridad de su cuarto, después de todo alguien había desilusionado su corazón. Era una mujer rara pero quien él amaba. En ocasiones a nuestro protagonista le gustaba componer frases que había leído en aquel libro que él consideraba para idiotas, ya muchos en este punto saben de lo que hablo.
En la pared de su cuarto tenía una nota adhesiva color azul que decía: "De tal manera amó Dios al mundo que dio a su único hijo por el pecado de la humanidad... Dios no conoce de amor, pero su hijo si, porque Dios no sacrificó nada, fue su hijo quien por voluntad lo hizo." Y así Enzo caminaba por el mundo apartado del amor puntual, con su corazón envuelto en telaraña por las decepciones, porque cuando la lógica llega el amor no existe.
Caminaba entre libros, autores tan fatalista como Nietzsche, Camus, Herman Hesse, o Dostoyevski lo acompañaban todas sus tardes en aquella habitación húmeda de residencia. Su objetivo era hacer desaparecer el tiempo mientras leía, y luego retenerlo entre sus apuntes porque cuando un buen escritor escribe cosas que lo apasionan el tiempo se puede enfrascar con unas frases, o algún poema, para ser más exacto hasta con una historia.
En su andar ella lo observaba tan intrigada por descubrir aquel enigma de hombre solitario se le acercó por cuestiones de espontaneidad, Enzo al verla supo en ese preciso instante que Dios no existía en los cielos, sino que había encarnado de forma femenina y que se le estaba posando en su camino. Ese lunar tan perfectamente ubicado, y una sonrisa hecha con un pincel, al verla solo le vino a la mente esas palabras que dicen: "Que Dios nace sin atractivo alguno" supo una vez más que el libro para idiotas mentía.
Ella se le presentó: - ¡Mi nombre es Julia, perdona lo atrevida por llegar de esta manera e interrumpir tu andar!. Enzo quedó estupefacto sabía en ese preciso momento que algo se movía en su interior, es como si en otra vida la hubiese visto, como si en la profundidad de sus ojos él pudiera ver que aquella mujer de nombre Julia, en otras vida llevara ese mismo nombre y que cada encuentro con ella era un renacimiento interior, entre el movimiento de sus labios, la brillantez de sus ojos y la abundancia de su cabello él podía percibir que ella llevaba parte de su piel, que las estrellas se apagaban con la presencia de ella y que no hacía falta luz alguna por la pureza que ella transmitía.
Enzo apretó con fuerza su libro del Lobo Estepario sin nada que decir. Hasta que escupió algunas palabras donde ella tuvo que acercar su oído; - Soy Enzo y siempre que quieras puedes interrumpir mi andar. A pesar de que las palabras fueron como de lata, Julia sonrío y podía descubrir en él que era un hombre lleno de vidas, como si fueran muchas vidas apresada en ese cuerpo, era como si él fuera el protagonista de los libros sagrados al menos eso era lo que ella sentía o lo que le transmitía Enzo, ella por dentro tenía tempestades que aún me faltan por contar pero conociendo a este hombre veía como los cielos grises de su interior eran despejados y solo existía la luz resplandeciente, todo lo tenue de su vida desapareció con un solo acercamiento hacia ese hombre.
