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No imaginas, en la casa de la cultura de Maracay a veces me quedaba dormida bajo la mesa del brindis, cansada por el ajetreo, sobornaba a los meseros con mis piezas, hoy las recuerdo como grandes obras de arte, quizá ellos las botarían, y no serían tan fabulosas como las recuerdo, pero me permitía tener algunos privilegios, bolitas de carne de mas, un refresco para mi solita y todo camuflada bajo la mesa para que no me cacharan .... uyyy Dios, creo que he vuelto a vivirlo...

JAJAJAJAAJAJA excelente historia <3 gracias por compartirla, en serio, me sacó una sonrisa de esas que van llenas de nostalgia o añoranza.