Nada escapa al ojo del maestro.

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Un ciervo perseguido por los sabuesos huyó para refugiarse en un establo de bueyes, y se enterró en un entramado de heno, sin dejar nada que ver excepto las puntas de sus cuernos.

Poco después llegaron los Cazadores y preguntaron si alguien había visto al ciervo.

Los muchachos del establo, que habían estado descansando después de la cena, miraron a su alrededor, pero no pudieron ver nada, y los Cazadores se fueron.

Poco después, el maestro entró y, mirando a su alrededor, vio que había ocurrido algo inusual.

Señaló la armadura de heno y dijo: "¿Cuáles son esas dos cosas curiosas que sobresalen del heno?"

Y cuando los muchachos del establo se acercaron a mirar, descubrieron a el ciervo y pronto terminaron con él. Así aprendió que

Nada escapa al ojo del maestro.

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