Empiezo describiendo un sueño,
ese del que claramente
lo ves, sientes y casi lo vives...

Comenzó con mi cuerpo caminando
de cabeza por el techo de la estructura que llamo casa;
al principio estaba sorprendido
pero a la vez consciente
de un miedo interno
que me carcomía y
susurraba a mi oído derecho
que si salía de estas paredes
caería al vacío.
Pasó demasiado tiempo,
no sé si meses o años,
acompañado de la infalible monotonía.
Hizo que me olvidara de lo que me llena,
el arte y el disfrutar ver el mundo
con otros ojos llenos de perspectivas distintas,
altos contrastes, encuadres y
el juego de distorsión que regala
esta urbe en cada calle mal planificada.

No aguanté más el estar allí
y dí un salto; a ver que ocurriría.
Pasó exactamente lo que me temía,
emprendí un viaje infinito
-fenómeno nada natural-
el cual me atrae hacia el espacio
atravesando el cielo,
sin yo poder hacer nada,
-es desconcertante.-

Convertido en una simple
masa vagando,
en mi mente rogando que no me
atropelle algún planeta
meteorito o estrella,
como si ese fuera mi mayor problema.
No hago más que
pensar y pensar,
en una soledad
de horas y horas,
intentando absorber una
bocanada de aire.

No entiendo
por qué todavía estoy vivo,
¿Acaso por capricho de la vida?
No lo sé.
Me enfoco en el futuro,
este que es tan ambiguo como la
siguiente palabra a escribir.
De tanto tiempo que ha pasado ya
ni disfruto del paisaje,
recorro estrellas fugaces
y no les presto atención,
ni los rayos deslumbrantes del sol,
ni de lo bien que se proyecta
el contraste de Marte
con la sombra que le genera
su vecina Tierra.

Creo que ya pasó otro día más,
o estoy delirando,
no sé si son días o años
pero ya me cansé de quejarme de todo
y de verme como una víctima.

Las cosas que pasan tienen su razón;
si sabré del por qué... es incierto
pero estoy aquí y nadie más que yo
sabe lo que hablo y pienso;
así que le pongo un punto y final
al libro que estaba escribiendo en mi vida,
a este viaje le voy a poner otro color
más que el negro con pequeños colores cálidos.
No paso la página,
más bien escribo otro libro,
con título nuevo,
con mejores decisiones
de las que tomé.

Desde ese mismo instante
empecé a ver lo bello
que me ofrecía la vida.
No tenía nada más que mi entorno
pero disfrutaba de él.
Le inventé nombres a las estrellas
más cercanas a mí,
cuando hacía esto
me percataba que tomaba
más fuerza su brillo;
situación que me hacía sonreír.

Creé millones de imágenes mentales
pero una de estas que nunca olvidaré
fue el arroparme con las frías olas
y contrarrestarlas con un buen café
caliente de aroma encantador,
leyendo del pasado
los momentos gratos para memorizarlos
y tenerlos presentes.

Aunque quisiera darle un final
como que la felicidad ató un cordón de mi pié
y jaló hasta devolverme
a esas paredes blancas que me cubrían del frío,
pero no fue así.
Estoy consciente que al momento
de emprender este viaje
no había vuelta atrás,
esto sólo lo acaba la vejez
y el desgaste de momentos.

Fui feliz,
mi alma por fin se reconcilió con mi cuerpo
y lo que imaginaba se hacía realidad
aunque no fuera tangible.
No me importaron
problemas externos
que simplemente ocurrían...