Hermoso poema, aderezado con la luz de un gran maestro como fue Goethe y bellamente enderezado con esa fotografía, llena de matices, de libros que se consuelan unos con otros, como si fueran excelentes vecinos entregados a la magia del filandón.
Hermoso poema, aderezado con la luz de un gran maestro como fue Goethe y bellamente enderezado con esa fotografía, llena de matices, de libros que se consuelan unos con otros, como si fueran excelentes vecinos entregados a la magia del filandón.
Era una habitación hasta arriba de ellos, veces me daba por leer sobre un tema en concreto que me había interesado por algún motivo, pero solía acercarme a las estanterías sólo con ganas de leer, y de repente salía un libro que me esperaba. Ahí estaban todos sin orden ni concierto, como en un puesto del Rastro.