Reflexionando sobre El Greco

in #spanish7 years ago

Hay en la obra de El Greco algo extraño; algo poderoso que atrae pero que a la vez, por incomprensible que pueda parecer, también repele. Contemplando algunos de su cuadros, como la presente Inmaculada Concepción que pertenece a la colección permanente del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, óleo sobre tabla que se supone que realizó en el periodo comprendido entre 1607 y 1613, en ese Toledo inmemorial que apenas había cambiado algunos siglos después, cuando Rainer María Rilke –quizás más conocido por ese alegato contra los horrores de la guerra, que es su novela adaptada al cine Sin novedad en el frente-, alojándose en el Hotel Castilla, le escribiera a su admirado amigo y maestro Auguste Rodin, aquélla acertada aseveración, que en cuatro simples palabras, la describía fielmente: capital difunta de imperios legendarios. Quizás ese halo animista que parece flotar sobre Toledo, desdibujado por un barroquismo al uso que pesa como una sombra de sus murallas hacia dentro, influyera en una personalidad, que después de todo, parecía debatirse como frágil pluma al capricho de unos vientos sensoriales, que le hacían viajar por esa intrincada herencia colectiva que, según Jung, es ese fenómeno psíquico conocido como inconsciente.
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A diferencia de otros viajeros del espacio interior –como diría Campbell-, posiblemente Doménico no necesitara otro vehículo subliminal, salvo aquél propio aspecto de su personalidad, cuya inconstancia le hacía rehuir aquél compendio de literales imaginaciones que es la Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine, aun siendo, no obstante, modelo de donde bebieron cálices agridulces los artistas durante generaciones, amoldándose, quizás por intuición, a parte de ese barro inmemorial, que esa gran figura del romanticismo alemán, Goethe, definió como la antigua levadura, en boca de su inmortal personaje, Mefistófeles.
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Observando ésta Inmaculada Concepción, no dejo de preguntarme, si en el fondo El Greco, evidentemente sin ser consciente de ello, intuyó –entiéndase, de una manera comparativa-, parte de esa teoría moderna del Big Bang: una explosión, un desgarro primigenio del Caos, del que comienzan a surgir elementos de luz. Recurso que parece que utilizó, además, en muchas de sus obras.
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A nivel psicológico, podríamos compararlo con ese inconsciente colectivo junguiano, donde la consciencia se va abriendo paso –compárese con un útero matero, origen de los primeros mitos ginolátricos de la Humanidad o, si se prefiere, con ese encantador mito de la caverna, de Platón-, generando una multitud de símbolos genésicos, que durante mucho tiempo han venido formado una parte primordial de las cosmogonías de las diferentes sociedades humanas que dejaron su huella sobre la superficie del planeta. Muchos de estos símbolos, aparecen representados al pie del cuadro y permiten preguntarse, además, hasta qué punto El Greco pudo haber estado influido por ideas que podrían considerarse como heterodoxas: la montaña, el árbol, la serpiente, el lirio, la fuente, el pozo y el templo pagano.

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Toledo, sede primada y, al mismo tiempo, capital heterodoxa. Y el Greco enmedio, absorbiéndolo todo con esa visión tan única y particular

Cierto. El griego enlutado no podría haber elegido ciudad mejor para dejarse embaucar por la magia del espíritu.

Siempre me ha parecido uno de los artistas más inquietantes. Debía tener un gran universo interior.

Sin duda lo es. Su universo interior hubiera sido digno de un gran estudio de Jung. Y su instalación en Toledo, no sé yo hasta qué punto pudo influenciarle.

un interesante,hermosas pinturas,saludos

Me alegro que te gusten, Mavel

un post muy interesante

Muchas gracias.

Very scary pictures !!

Yes, they are