Diario de una maestra #2: El encuentro

Hola hola, en esta segunda edición de "Diario de una maestra" les comentaré como fue el primer encuentro con esta población de niños y niñas con necesidades educativas especiales en sus espacios de aprendizaje.

A pesar de que podría decir que tengo cierta experiencia con personas especiales llegar a sus espacios de aprendizaje o colegios es muy diferente y mi primer contacto con ellos fue algo particular.

Por ser una carrera de educación y siguiendo los parámetros de la modalidad, iniciamos prácticas profesionales o pasantías casi iniciando la carrera, esto con el fin de que a medida de que obtuviéramos conocimientos teóricos también pudiéramos hacerlo con la práctica, en lo personal me parece bastante positiva esta metodología ya que no es necesario esperar a estar terminando la carrera para enfrentarte con la realidad ya que en muchos casos esta realidad no concuerda con lo que se imparte en clases.

Éramos aproximadamente 8 compañeras y yo las que fuimos asignadas a un Instituto de Educación Especial ubicado en la Cuidad Capital. Llegamos juiciosas a las 7:00am para iniciar la jornada escolar, esta de mas decir que las expectativas eran altísimas y el miedo también puesto que era la primera vez que nos enfrentábamos a aquel mundo desconocido. Realizamos el respectivo recorrido a las instalaciones y nos presentamos al personal docente, seguidamente nos fueron asignando una a una a las diferentes aulas donde estaríamos trabajando durante casi un año completo. Me llamó mucho la atención para ese entonces que la docente tutora de las prácticas preguntaba con mucho interés cuál de nosotras había sido asignada al salón de "Pedro", casualmente en ese salón estaba yo y posterior a eso me di cuenta el por qué tanto interés de mi profesora tutora en saber esa información.

Pedro, mi querido Pedro, es un adolescente con discapacidad intelectual profunda(retardo mental), para ese entonces contaba con 12 años de edad. Pedro según la docente a cargo era el niño mas comprometido del centro, sin embargo dentro del mismo había tenido muchos avances por lo que ya lograba realizar muchas actividades por sí solo lo que lo hacía menos dependiente a su familiar directo. El primer encuentro con Pedro muy alejado a ser un encuentro de risas y juegos fue un encuentro de dolor, si mucho dolor, pues en un momento de descuido mi gran amigo clavó todos sus hermosos dientes en mi brazo derecho, fue difícil zafarme de tal mordisco, de hecho, necesité de la asistencia de la docente para hacerlo jeje.

Luego de terminada la jornada todas mis compañeras maravilladas con sus niños, comentaban lo bien que les había ido y que todos eran tiernos, yo solo podía decir: "A mi me mordieron", en un principio solo respiraba profundo cada vez que entraba al aula de clases, luego entendí y aprendí de Pedro. Con el pasar de los días todas mis compañeras le huían al "niño que muerde" mientras yo mas me le acercaba, aprendí a defenderme y no me refiero a que lo golpeaba sino a saber como tratarlo para evitar episodios de agresividad, aprendí que Pedro no era solo el "niño que muerde" sino que era un niño con necesidad de aprender que no mordiendo se recibe a las personas y por sobretodo aprendí a quererlo.

Fuente
Este no es mi brazo, pero así mas o menos quedó jeje.

Pedro será un niño que quedará por siempre en mis recuerdos primeramente por esa bienvenida tan particular y segundo porque me enseñó a ver mas allá de esa coraza maciza que suele mostrar.

Gracias por leerme y nos estamos leyendo en una próxima entrega de "Diario de una maestra". Texto original de @liliana261175

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