Nuestro amuleto
...Ambos estábamos ansiosos y extrañamente…
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Nos encontrábamos hablando, como aquella primera vez en la que charlamos de cosas inexplicables de la vida, cosas referentes al destino o algo así. Hablábamos sin parar no podíamos dejar de hablar, parecíamos dos viejas chismosas que llevaban tiempo sin encontrarse. Nuestras lenguas no necesitan del agua para recomponerse porque era agradable esa conversación para los dos.
Recuerdo...
Una vez, nos hallábamos sobre dos bancos tomando refrescos y comiendo galletas de fresas, veíamos un partido de fútbol. Era emocionante y cómico cada vez que se levantaba y gritaba cualquier insulto al árbitro. Yo moría de la risa con todas esas expresiones que hacía con su cara pero, mejor aún era cuando anotaba un gol su equipo favorito colegial: Sus venas del cuello y de la frente se enmarcaron con gran fuerza mientras gritaba “GOOOOOOOL”. Sin embargo hubo un momento en el que tuve miedo de lo roja que estaba su cara, lo bueno es que no pasó nada grave, solo un rato muy agradable juntos, con el árbitro también.
En una ocasión dejé en su mochila una pequeña nota que decía palabras y frases que harían feliz una persona. Realmente creo que es imposible no decir cosas bonitas a esa persona que tanto quieres. Ese mismo día, a la hora del recreo, fue a donde yo estaba con una cara llena de furor que logró sorprenderme mucho de inmediato, pensé que había hecho algo mal, sin embargo al instante siguiente me reclamó el porqué no le había dicho todas esas cosas tan lindas de frente. Poco a poco fue suavizando su rostro hasta que de su boca salió una divertida carcajada y, vi como sus grandes ojos brillaban frente a mí. Mi circulación en ese momento estaba al tope, no sabía qué hacer, sólo lo que pude pensar fue en contener unas inmensas ganas de llorar de felicidad pero, de pronto todo eso se borró porque sentí como sus labios se unían a los míos y se volvían un solo par.
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Recuerdo...
La tv seguía encendida cuando, una vez, dormía sobre mi pecho en casa de una amiga . Su respiración era cálida, en momentos podía llegar a sentir los latidos de su corazón, eran apacibles. Como pude logré cubrir todo su cuerpo con una manta que estaba cerca de nosotros. Esa vez me entretuve tanto acariciando su cabellera que mis ojos se fueron apagando hasta que se cerraron por completo y me dormí.
Aquello fue muy dulce pero, mejor aún fue despertar de esa pequeña siesta y ver como su mirada seguía a la mía con mucha calidez y amor, también fue maravilloso ver su sonrisa entrecortada y escuchar de sus labios un “Buenas noches, despierta, jajaja”.
Una noche mientras paseábamos abrazados, con mucha ropa encima porque el frío era muy helado, estuvimos acompañados por la luz de la luna y el tintineo de las estrellas. En ese andar, me soltó de repente y sin saber dónde buscar me dice -...casi se me olvida…-.
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Buscando y buscando, entre sus ropas, pasan algunos segundos hasta que por fin da con lo que tanto buscaba. Finalmente dice - Lo hice especialmente para ti - y de una de sus manos me muestra una rosa de papel que hizo que mi corazón saltara y casi se saliera de mi pecho. La felicidad fue tan grande que esta vez no pude contener las lágrimas. De pronto, me abraza y veo que en su otra mano había otra rosa igual, instantáneamente me prometió guardarla consigo. Un beso cerró aquella gran noche.
...
Recuerdo, que de tantas cosas que dijimos no nos dimos cuenta de lo rápido que se había ido el tiempo hablando de la vida.
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Ambos estábamos ansiosos y extrañamente felices, hacía tiempo que no nos sentíamos a gusto junto al otro. Un sonido estrepitoso nos trajo de vuelta a la realidad. Cuando nos dimos cuenta, era el sonido de una bocina de un carro que sonaba insistentemente. Se podía escuchar como su nombre se repetía desde dentro muchas veces, hasta que por fin se bajó de allí quien tanto gritaba. Se nos acercó, llevaba algo en la mano y sin saludar dice - Ayer olvidaste tu amuleto - Cuando volteé a ver lo que traía, me di cuenta que se trataba de la rosa de papel, esa que me había dado aquella noche, seguía igual.
Sin decir alguna otra palabra nos despedimos y observé como el carro andaba por la carretera sin detenerse. En ese momento, toqué mi pantalón y con mucho cuidado saqué mi rosa de papel.
Creo que, en algún momento, le dimos a alguien un amuleto que al final se convertiría en el amuleto de ambos.
¡Por más amuletos en nuestras vidas!
@loswel13
Low.
¡Muchísimas gracias por su apoyo!
¡Un abrazote!
Wow! Que hermosa historia, me encanto y gusto mucho leerla.
Saludos..