Por trece razones
Hay algo que mata mucho más rápido que el cáncer y quizás a igual cantidad de gente. Es una enfermedad silenciosa que se disfraza detrás de diferentes conductas, incluso aquellas que parecen efervescentes. La soledad es una bala en la sien de muchos, una hojilla en la muñeca, un puñal en el corazón, una herida abierta, la soga en el cuello, una caja de pastillas, un precipicio que se abre justo bajo nuestros pies y puede acabar con todo en un segundo.
Ningún hombre es una isla, todos necesitamos de los demás, y mucho más cuando eres adolescente y deseas conectar con los otros, tener amigos, reírte, soñar.
Cuando comienzas a ver “Por trece razones” (13 Reasons Why) ya sabes que Hannah Baker (Katherine Langford) está muerta, se ha suicidado por trece motivos representados en trece personas. Su amigo Clay (Dylan Minnette) escuchará sus razones de viva voz, ella ha dejado trece cassettes explicándolo.
“Por trece razones”, la serie realizada por Netflix, recrea de forma fiel y creativa los conflictos emocionales de una etapa de la vida difícil para casi todos. ¿El resultado? Logra mucho más que eso, genera una historia que mezcla grandes cuotas de entretenimiento con una mirada reflexiva sobre situaciones que pudieron ser representadas de un modo banal, pero que aquí cobran el sentido justo.
El pasado y el presente bailan en armonía en esta serie, logrando mantener la tensión, el suspenso y sobre todo recreando personajes llenos de matices. Clay, Hannah, Jessica, Justin, Alex, Bryce y el resto de los adolescentes que hacen vida en esta historia no representan los típicos clichés de las series juveniles, para bien o para mal cada uno tiene características particulares.
“Por trece razones” deja al finalizar cada capitulo un sinnúmero de ideas y cuestionamientos. No es simplemente una serie para menores de 18, es una historia sobre las consecuencias de la ausencia de empatía.
“La empatía es algo que se adquiere con el tiempo, con los años, con la edad. Cuando sé es aún joven solo te ves a ti mismo” escribió Alberto Fuguet en su novela “Sudor”. Supongo que tiene razón porque en “Por trece razones” los compañeros de Hannah hacen todo lo posible por demostrarle lo ruines que pueden ser.
La serie refleja un tema tan intemporal como la angustia del individuo ante la mirada del otro, también contempla el “valor” de las apariencias. En la sociedad de la imagen, de los selfies, de Instagram, importa demasiado la opinión del otro, si eres lo que dicen de ti, si eres tu imagen, más te vale que tengas a todos a tu favor.
La forma creativa de contar, los cambios en el tiempo de la narración, los diálogos, las actuaciones, son algunas de las más de trece razones que hay para ver esta serie.
Lo que en “Unfriended” (2014) es una idea insubstancial para crear una cinta de terror hueca, aquí genera un impacto real por la complejidad y lo descarnado de un relato que para nada es dulce e inocente como se supone deben ser los primeros años.
La serie está basada en la novela homónima de Jay Asher.
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Soy la autora de ese texto.