FEBRERO

Este es uno de los meses mas significativos y especiales para mi, es un mes donde conjugan muchas emociones, es un mes lleno de alegría y de melancolía, de recuerdos intactos y de aventuras inigualables.

Febrero es el mes en que mis hermanas y yo recordamos y celebramos el nacimiento del hombre que mas marcó nuestras vidas, mi papá. Vemos a Febrero entonces como una fecha para celebrar, porque gracias a él estamos aquí, gracias a él hemos dado vida, gracias a él somos felices en las nuestras. Le celebramos el habernos enseñado a disfrutar de las pequeñas cosas y los pequeños momentos que nos ofrece la vida, habernos inculcado la importancia de la familia, cultivar amistades, la responsabilidad del trabajo, la necesidad de tener hobbies, el placer de tomar un buen café, la libertad de pasear a caballo, la alegría de bañarnos en los ríos, la ternura de alimentar a animalitos, la sencillez de comer las frutas directo de los árboles, lo maravilloso de cada pequeño detalle que nos toca vivir y que son difíciles de nombrar.

"El amor por nuestros padres no decrece con el paso del tiempo." AB.

~~~~~>Él, este hombre maravilloso, cariñoso y bondadoso es mi papá y se llama Juan Fleitas, Ingeniero Agrónomo graduado en la Universidad Central de Venezuela quien, una vez graduado, decidió ser consecuente con su filosofía de vida y se fue a vivir a San Carlos, estado Cojedes, donde vivió el resto de su fructífera vida, enamorado de la tierras y las plantaciones, rodeado de animales y siembras, viviendo entre sequías y lluvias, casi como escapado de la ciudad siendo un hombre citadino.

Sin embargo, cada quince días visitaba a su familia en Caracas. Mi abuela se llenaba de felicidad al verlo llegar. Era el único hijo varón, por lo cual el consentido, mas allá de su maravillosa forma de ser. En cada visita mi papá le llevaba frutas y verduras sembradas con sus propias manos en nuestra finca "Fuente Ovejuna”, lo que a mi abuela, una caraqueña divinamente encantadora y la primera persona vegetariana que conocí, agradecía y disfrutaba en cada visita.

Desde que tengo uso de razón hemos estado rodeadas de fincas. Quizás no eran tan grandes como la imagen que tenía de ella cuando era niña, pero para nosotras tres (mis hermanas y yo), unas chiquillas libres y felices, corriendo por el monte, correteando a las ovejas, y aprendiendo de la granja parecían ser fincas gigantescas, tanto como nuestra propia felicidad viviendo ahí.
La finca mas recordada fue la que comentaba antes, ”Fuente Ovejuna”. Para cuando Papá la compró ya éramos un poquito mas grandes, tendríamos entre 6 y 10 años (yo soy la mayor de todos mis hermanos).

Desde muy chiquita comencé a entender que significaban las palabras Amor, confianza, seguridad, entrega, pasión, entre otras, aprendidas con su ejemplo en vivo, a través de mi papá, viéndolo disfrutar con aquella dedicación a sus animales (teníamos caballos, ganado, ovejas, cochinos, conejos) y a sus plantas de naranja, mandarina, aguacate, guayaba, limón, merey, entre otros. Pero lo que mas valoro de esa época es como nos integró en cada uno de aquellos momentos, enseñándonos en carne propia de aquellos valores, todo a través de vivencias de fines de semanas y de vacaciones.

Recuerdo un día que estábamos bañándonos en el río que cruzaba la finca. Era época de lluvia y el río estaba mas caudaloso, lo que lo hacía era perfecto para lanzarse de las lianas y caer de chapuzón. Nunca lo habíamos hecho, quizás porque el rio era muy claro, casi transparente y podíamos ver el fondo. Ese día yo iba con mucho entusiasmo pero a la vez con mucho miedo. Él estuvo siempre a mi lado, dándome el valor para lanzarme, dándome “tips” de precaución y ayudándome a ver todo el escenario. Y sin presionarme me alentaba a que cuando me sintiera segura enfocara el lugar donde quería caer, y que con confianza y certeza me lanzara, de esa manera todo estaría bien. Y lo estuvo, siempre estuvo bien todo lo que hice y hago siguiendo sus consejos.

Cada uno de estos paisajes están vinculados directamente a mi niñez y a mi papá.

"Fuente Ovejuna"

Vivió feliz rodeado de lo que le amaba y disfrutaba, y así mismo, con esa felicidad nos enseño a vivir, entre tractores y caballos, desprendidos de lo material, sin dudar nunca en darlo todo, aunque significara quedarse sin nada, sin temor a entregarlo todo con placer, con una inigualable calidad humana.

Nos enseñó que la vida es disfrutar de la familia, aunque no estemos cerca, como lo hacía con mi abuela y sus hermanas, mis tías. Ya de grandes, viviendo en Valencia o Caracas, mis hermanas y yo seguimos pasando maravillosas vacaciones en las fincas, siempre entre ríos y ganado, bebiendo leche recién ordeñada, aprendiendo a hacer queso y natas, madrugando para ver amaneceres y dormirse con el susurro del río y los grillos cantando. Tomando agua directamente del manantial.

Nada de esos valores cambiaron en nosotras. Mis hermanas y yo somos increíblemente unidas, aunque la distancia nos separa por miles de kilómetros. El lazo con el que mi papá nos unió es tan fuerte que aunque estemos separadas, estos momentos los mantenemos vivos recordando al hombre que nos dio la vida.!

Érase una vez Febrero, un Febrero que siempre es.

Gracias Papá
Gracias....

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~
Algunas fotos fueron tomadas por mi con una Canon 7D y otras son del baúl de los recuerdos familiares