Una monja entra a un bar

La monja se acercó al camarero y le preguntó: "¿Puedo usar el baño?".

El camarero respondió: "De acuerdo, pero debo advertirle que allí hay una estatua de un hombre desnudo que sólo lleva una hoja de parra".

"Bueno, en ese caso, miraré para otro lado", dijo la monja.

Así que el camarero acompañó a la monja al baño.

Al cabo de unos minutos, las luces se apagaron y la monja salio mientras todo el local se detenía para darle un fuerte y entusiasta aplauso a la monja.

Ella se dirigió al camarero y le dijo: "Señor, no lo entiendo. ¿Por qué me han aplaudido sólo porque he ido al baño?".

"Bueno, ahora saben que eres de los nuestros", dijo el camarero. "¿Quieres un trago?"

"No, gracias, pero sigo sin entender", dijo la monja desconcertada.

"Verá", se rió el camarero, "cada vez que alguien levanta la hoja de parra de esa estatua, las luces se apagan".

Katelyn Lordahl y Emma Wilcott