El chango mojado, el anciano y la tanga.
Donde estás delirium tremens que me siento tan solito
Bueno, pues como les iba diciendo, este fin de año estuvo un poco mas festejado de lo esperado, su nivel de festejosidad se salió completamente de control, empezamos con una carnita al carbón, mientras salían los tamales, ya pasados de copas y en algún momento tomamos carretera (por supuesto con conductor designado, que fue el que luego nos explicó todo), para cuando acordamos estábamos en "El zoológico", no entiendo como nos dejaron entrar con bebidas, pero antes de la media noche ya uno de los changos traía una tanguita en la cabeza, y no me refiero a los changos peludos, si no a uno de nuestros compañeros que ya empezaba cantar como señorita cuando cayó a la alberca, ustedes saben que no se debe uno meter a la alberca cuando se está tan ebrio, pero este le valió, se quitó la ropa estando ahí, la tendió en una de las mecedoras de fierro y así se anduvo como si nada, tal vez pensó que todo mundo voltearía a verlo, pero a nadie le importó, estábamos todos ocupados observando changos, ya de rato apareció vestido de vaquero, tan sólo con votas y un saco de piel que le llegaba hasta las rodillas.
Empezamos a cantar como si se tratara de un caraoke, a todo pulmón, nos oíamos tan entonados que poco a poco el lugar se fue quedando vacío supongo que por la envidia, entonces alguien se puso filosófico y empezó a hablar de la importancia de vestir ropa interior roja el fin de año, por supuesto que asentíamos con la cabeza, pero nadie entendía nada, que si la otra vida que si el karma, que si las almas gemelas, en algún momento se cayó y empezamos a cantar de nuevo, pero esta vez parados mientras hacíamos una rueda que giraba y giraba, no aguantaba la risa cuando me di cuenta que los conocía a todos excepto al anciano que estaba justo a lado mío y por supuesto las señoritas que estaban del otro lado de la alberca, de la risa me dieron ganas de orinar por lo que me fui tambaleando hacía los baños, hubiera hecho entre las macetas de nuevo de no ser porque había algunas damas, me fui por el pasillo y a la derecha ahí estaban dos puertas con las letras M y H ya ven que estamos acostumbrados a que pongan los monitos, pero esta vez sólo decía M y H, por supuesto que lo entendí de volada, M de machos y H de hembras, me metí al de machos, no cabía la menor duda, pero luego me di cuenta de que los mingitorios estaban muy arriba, bueno y ahora como le hago, por mas que me ponía de puntitas no alcanzaba, fue entonces cuando se me ocurrió subirme al bote de la basura para poder alcanzar a orinar como se debe, todo iba muy bien hasta que el bote, que era de plástico se rompió, me hubiera dado un buen madrazo en la orilla del mingitorio pero alcancé a meter las manos, se me dobló uno de los dedos hacia atrás y como quiera fui a parar al suelo, ahí estaba yo doliéndome de mi dedo cuando salió una señorita de uno de los baños, me brincó como si se tratara de un perro y, no me lo van a creer, se lavo las manos en el mingitorio, seguramente estaba mas ebria que yo.
Cuando regrese del baño no daba crédito a lo que veía, había llegado mas gente, todo mundo se había quitado la ropa y en su lugar llevaban unos sacos enormes de harina, todavía con algo de harina, hombres y mujeres risa y risa sin control, por supuesto que me uní a la fiesta, me quité la ropa y me puse un costal de harina, entonces se armó la siguiente carrera, tres hombres y tres mujeres con zapatos de payaso tenían que recorrer cincuenta metros sobre el pasto mojado, la pareja que llegara al último se tenía que rasurar las cejas, espera que? las cejas, para cuando acordé, yo y una desconocida, habíamos llegado al último, acto seguido nos rasuraron, cuando la vi no pude parar de reír, seguramente yo también me veía así de raro.
Al terminar las carreras la tercera parte de los invitados carecíamos de cejas. Luego llegó un sujeto vestido de traje negro que venía cargando una piñata con forma de anciano con la banda de 2019 cubriéndole el pecho, la colgaron del cuello de lo alto de un árbol y empezamos a pegarle con un palo hasta que no quedó nada de ella, al terminar nos dieron una vela cuadrada de color rojo que todos prendimos al mismo tiempo, hicimos una fila alrededor de un pequeño campo de fútbol rápido, mientras que por el lado de la portería entraba un grupo de sujetos cargando a una mujer muy gorda vestida de rojo, la bajaron con mucho cuidado en el centro del campo donde habían colocado un pequeño kiosco, empezaron a girar luces de colores y para nuestra sorpresa la gorda empezó a cantar lo que parecía opera, pero de pronto cambió a música disco, apagaron todas las luces y se empezó a desplegar un humo blanco, el centro de la pista se iluminó, ahí estaba el anciano vestido sólo de una tanga roja, no entiendo como lo convencieron de hacer eso, las arrugas le caían una sobre la otra de tal forma que parecía que estaba vestido, empezaron a caer globos del cielo en forma alargada y empezaron a repartir antifaces y sombreros de copa, después de eso me fui a descansar al carro un rato, pero me quedé dormido hasta otro día, mis cuates me contaron lo que sucedió después pero yo aún no lo creo.
Por cierto la fotografía del chango la tomé hace ya mas de quince años, la tanga son solo unos rayones con tinta roja o lápices de cera, ya no me acuerdo.
Fotografía, arte e historia
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