¿Y si nos Inventamos una Nueva Pregunta?
Cada pregunta siempre tiene una intención subyacente, bien sea el aprendizaje o compresión de algo desconocido, el indagar información sobre un individuo u objeto, o simplemente para poner en evidencia el desconocimiento de algo.
Todo ser el humano, posee esa capacidad mágica para hacer preguntas desde el mismo momento que comenzamos a hablar y comunicarnos con nuestros padres y el entorno en general. Esa evolución que comienza en el niño y termina en el anciano, pasa por una gran cantidad de etapas que son diferentes de acuerdo con la madurez e inteligencia de los individuos que las experimentan.
Un niño comienza a hacer preguntas acerca de todo lo que toca, mira y escucha. Su cerebro está creciendo rápidamente y con ello su curiosidad y apetito por saber la respuesta de todo. Las preguntas de los niños de muy corta edad son totalmente inocentes, casi carentes de un objetivo palpable, simplemente preguntan porque algo ha ocurrido en su presencia y eso es más que suficiente para detonar una retahíla de preguntas del porqué, cómo y cuándo de lo que han presenciado. De alguna manera, esa información se va incorporando a su base de conocimientos, y a la larga termina siendo un mecanismo exitoso para incorporarse hábilmente a su medio. ¿Alguno ha competido con un niño a ver cuántas preguntas es capaz de hacer sin aburrirse? Es impresionante ver como se vuelven casi adictos a jugar el juego de hacer preguntas.
Cuando el niño va creciendo, y muchas de las preguntas no encuentran respuestas, comienza un proceso de cambio en la actuación de ese niño, y aparece una característica interesante en el proceso evolutivo de hacer preguntas: se inventan respuestas. Si a un niño de mediana edad se le responde que uno no conoce la respuesta a la pregunta, es muy probable que él decida armarse una explicación, sin sentido por lo general, que fija en su mente, y que si se le vuelve a hacer la pregunta más adelante la responderá con su respuesta autodefinida. Esta etapa, comienza o tal vez da pié, a la habilidad innata de mentir. Una señal clara de un individuo hábil e inteligente.
Las preguntas comienzan a cambiar, ahora el niño sabe que algunas respuestas pueden o no ser verdaderas, y las estrategias de preguntar y responder cambian radicalmente. El niño ahora comienza a dudar de las respuestas a las preguntas y por lo general siempre tiene que buscar la manera de confirmar o rechazar las respuestas a las preguntas. Por primera vez, los niños ya grandes, comienzan a hacer preguntas cuyas respuestas saben y sólo quieren verificar si la persona a la que le hacen la pregunta conoce la respuesta correcta. El joven niño comienza a dudar de todo.
El niño ha pasado de hacer infinidad de preguntas sin un objetivo palpable, donde las respuesta no parecen tener importancia, a buscar respuestas aun cuando tenga que inventárselas, para que finalmente luego, sólo parece importar las respuestas que se consideran correctas a dichas preguntas. Se pasa de preguntar a simplemente tener respuestas correctas.
En la vida adulta, comienza una especie de competencia por saber y conocer el mayor número posible de respuestas correctas a la mayor cantidad de preguntas inimaginables. Ya no importa hacer preguntas, sino conocer las respuestas a todas las preguntas que todo el mundo conoce. La competencia por lo general se vuelve feroz, y marca una fuerte diferenciación de los individuos en clases, niveles socio-económicos y capacidades de crecer y desarrollarse.
Durante toda nuestra vida adulta nos dedicaremos a hacer preguntas, pero a diferencia de las preguntas inocentes que hacíamos cuando éramos niños que no tenían intenciones ni objetivos palpables, nuestras preguntas de adultos ahora siempre tendrán un objetivo muy claro y específico. Las preguntas que hacemos siempre son para sacar ventaja de una situación o poner en desventaja a quien se le pregunta.
Podemos entender a la mayoría de los individuos adultos si los clasificamos en dos grandes grupos, aquellos que hacen preguntas y los que no hacen preguntas. Los primeros son los individuos dominantes de la sociedad, y los segundos son los individuos que han sido de alguna manera relegados a un segundo plano. Hacer preguntas porque se conocen las respuestas es una medida de éxito en nuestras sociedades.
Solo poco individuos, casi siempre categorizados como desadaptados, se atreven a hacer preguntas cuyas respuestas no conocen. Por supuesto, no hago referencia a los individuos que no conocen las respuestas a las preguntas bien conocidas, sino a esos individuos que son capaces de mantener o recuperar esa habilidad de hacer la pregunta cual niño, sin objetivos de ningún tipo, e inventar la pregunta que nadie ha hecho todavía y que aún no tiene respuesta conocida.
El hacer las mismas preguntas de siempre y conocer sus respuestas debería ser el camino natural que todos seguimos, sólo para colocarnos en la posición correcta de poder hacer la pregunta que nadie ha hecho porque no se conoce, y sobre todo porque no tiene una respuesta conocida. El verdadero desarrollo humano pasa por comenzar a hacer esas preguntas que aún no existen y cuyas repuestas debemos encontrar.
¿Qué debemos hacer para poder evolucionar hacia esa etapa final de saber hacer la pregunta correcta?
Pensamiento acertado estimado amigo @rach, ¿qué debemos hacer para preguntar lo correcto? Muy interesante este análisis que aunque como bien has dejado en claro influye hasta en nuestro crecer y su luego, pasamos por alto su importancia. Cada pregunta de la niñez es esencial para el futuro de cada individuo. Quizá el no darle buenas respuestas a los pequeños sea causa de una adultez más fría e interesada en conseguir respuestas con propósitos directos. Punto clave a destacar y el cual se debería extender mucho más.
Excelente publicación, saludos y atento por leer más.
Muchas gracias @yimiipsa por comentar. Ciertamente la relación niñez-pregunta es una relación que se tiene que estudiar y analizar con detenimiento, porque sin lugar a dudas marca y determina a ese futuro adulto.
Saludos cordiales amigo.
@rach got you a $8.3 @minnowbooster upgoat, nice! (Image: pixabay.com)
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great job @rach
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