Plástica reflexión sobre amores de cemento (parte 1)
(Imagen libre de derechos de autor: pixabay.com)
Con la representación de un muro en el medio, uno y otro cada quien en su lado… A la izquierda un hombre de pie y una silla.
Juan-. ¡Ahora viene la guerra! (se escucha al fondo: “Encuentran a Silvia González, mujer que en días pasados acuchilló a su marido por la espalda mientras cargaba a la hija recién nacida que tuviera con el funesto, viviendo debajo de un puente ubicado en la Avenida Atlántico. Todavía no se sabe el paradero de la niña…”) (suspira y se toma su tiempo). Coño mamá (enciende un cigarrillo). Y no voy a decir que la malcriaste, porque no fue así. Desde pequeña uno siempre pendiente de ella. Uno intenta porque de intentar va la vida y los asuntos de la familia se van quedando como eso (señala el muro), como diminutas costras que van quedando y creciendo y uno allí pendiente de los mandados, de los pañales, de la educación y el trabajo que hay que entregar para mañana, hasta que el muro se te cae encima (pausa). Y papá (pausa). Decía “Yo de sembrar no sé nada. Sembré hijos, sembré casa. Pero son elementos que en algún momento de la vida se siembran una vez y pasa el tiempo y uno no disfruta como se debe del asunto. Los hijos se van, la casa, si es que con suerte le queda a uno para pasar la vejez, se cae. Sembrar para terminar convirtiéndose lo que uno sembró en garrapatachupasangre. Bueno es sembrar una mata e lechosa. Uno se come la lechosa y se acabó”. (Enciende un cigarrillo)
Entra Luisa a su lado del muro con una cesta.
Luisa-. ¡Ahora viene la guerra! Sin anestesia, sin pausa, sin completar una guerra con la otra. Sin períodos de transición. (Grita y ríe desesperada). ¿Será que yo hice algo y no me di cuenta? Yo que me la paso limpia que limpia, pasando el trapito, la aspiradora en la alfombra de la escalera. Mi papá le dijo que eso no era conveniente por la acumulación de polvo. ¡La niña y sus alergias! (Estornuda) ¡La niña y la nariz tapada! (Se suena la nariz) ¡La niña que no duerme bien y después que la mandan pa la escuela! Por eso es que la niña no aprende. Por eso es que a la niña le da fastidio estudiar y no aprende ná.
Juan-. La curva es esa. La pieza que falta y que estorba pues no hay razón sobre la salvajada.
Luisa-. ¿Quién anda allí? (Pausa) ¿Vecino?
Juan-. Vecina, y buenas tardes mientras el sol se oculta por el lado suyo nada más.
Luisa-. ¿Qué? (extrañada y molesta)
Juan-. Que es su casa la que da al oeste y el sol no tarda en escaparse.
Luisa-. ¿En la línea?
Juan-. La raya puesta allí que no nos deja ver la continuación de la misma película astral.
Luisa-. Disculpe vecino. Yo pensé que nadie me estaba escuchando…
Juan-. (Interrumpiéndola) ¿Le gusta hablar sola?
Luisa-. Me da una pena grandísima. Pero no. No acostumbro a hablar sola.
Juan-. ¿Por qué no? Es un síntoma de descarga. La catarsis son las palabras saliendo por la boca.
Luisa-. Le pido disculpas pero tengo que seguir…
Juan-. No debería. (pausa. Luisa se detiene. Juan se sienta cómodo. Bota la colilla de cigarrillo). No hay nada mejor después de la catarsis que sentarse a solventar lo relajado de los músculos después de la descarga. Es como la sensación sagrada después de la real meada matinal. ¿Ha visto usted semejante panorama?
Luisa-. ¿Usted me está hablando en serio o es joda la vaina?
Juan-. Pa como están las circunstancias, hablar en serio no me sirve para nada.
Luisa-. (Suelta la cesta bruscamente en el piso) ¡Ni de vaina me libero! Exploto con todo y planeta.
Juan-. ¿Quiere un cigarrillo?
Luisa-. Okey. (Juan lanza el cigarrillo por encima del muro. Luisa lo recoge y lo observa). No tengo cómo prenderlo.
Juan-. Si quiere pásemelo y se lo devuelvo prendido.
Luisa-. ¿No se irá a apagar?
Juan-. Vea lo curioso del asunto. El verdadero inconveniente aquí no es si el cigarrillo se apaga, sino si el cigarrillo le pega en un ojo y la quema.
Luisa-. Bueno. Pero no sé. Si cuadramos bien para que el cigarro caiga donde yo no esté.
Juan-. ¿Y si va para la cocina y lo prende con la hornilla?
Luisa-. Prefiero quemarme el ojo con el cigarro que volver a entrar en esa casa.
Juan-. Prefiero saltar el muro y dárselo personalmente.
Luisa-. Será pa que mi abuela me mate. O lo mate usted por intento de violación. Pero por intentar violarla a ella, porque se cree unas vainas…
Juan-. La muerte no debería ser tan brusca y dolorosa. Uno debería ya a estas alturas tener un sistema que le permita a uno planificar el momento y la forma de la muerte.
Luisa-. He visto programas en la televisión con eso.
Juan-. Hay programas de televisión que deberían morirse dolorosamente.
Luisa-. Mejor le devuelvo el cigarro…
Juan-. Cigarrillo.
Luisa-. ¿Por qué le dice cigarrillo?
Juan-. Porque ese es su verdadero nombre. El cigarro es el que está envuelto en tabaco. El cigarrillo se envuelve en papel y es más pequeño.
Luisa-. Por eso es que usted habla raro (devuelve el cigarrillo por donde vino).
Juan-. Raro cómo…
Luisa-. ¿La misma película astral? Pareciera que en vez de hablar estuviera leyendo.
Juan-. No soy raro por lo que digo. Soy raro por leer. Leer es raro en estos días.
Luisa-. Yo leía de vez en cuando. Pero los libros acumulan polvo y se me desata la (estornuda) alergia.
Juan-. Y se llevaron su biblioteca color caoba con cajas de vasos plásticos rellenas de libros.
Luisa-. ¿Cómo sabe eso?
Juan-. Estaba pasando frente a su casa cuando se llevaron eso.
Luisa-. Y eso que fue hace añacatales.
Juan-. Venía del liceo. Pausa incómoda. Intentan decir algo al mismo tiempo.
Juan-. Diga usted.
Luisa-. No, nada. Como nosotros hablamos y nos vemos de vez en cuando.
Juan-. ¿Y entonces?
Luisa-. Que uno vive viendo a un montón de gente alrededor de uno y ni le para. Uno como que vive metido, enconchado en sus problemas. Digo, no sé…
Juan-. Así fue con mi hermana. Ella rara vez salía. Muy de vez en cuando y la mayoría de las veces con mi hermano mayor. (Pausa. Juan ríe irónico). Fue justamente mi hermano el que le presentó a Félix a mi hermana. Félix es el… o era el marido de mi hermana (aclara antes de que Luisa pregunte). Ellos se llevaban muy bien. Dentro de las estrecheces – y eso era algo de admirar, y yo particularmente le tenía cariño al carajo – supieron establecer prioridades, planificaron futuro y venían encaminados a ser el ejemplo a seguir, hasta que llegó la vida y los fregó.
Luisa-. Vi en el periódico de mi abuela que estaban diciendo que había un rollo pasional…
Juan-. La gente chama. La gente. La gente cuando mete la cuchara. La gente cuando especula, y va sembrando ideas erróneas. Poco a poco, y yo sé quiénes son, se fueron metiendo en la cabeza de la hermana mía y terminaron por convencerla de que su marido no era tan bueno como aparentaba.
Luisa-. ¿Y entonces?
Juan-. El resto es una telenovela. Empezaron a ser frecuentes las peleas. Se calmó un poco la cosa cuando nació la niña, pero, digo yo, dentro del desorden hormonal del postparto no sé qué fue lo que pasó que mi cuñado se fue sin ella a una reunión y allí lo agarró. Me cuentan los amigos que él estaba sentado tranquilo tomando cerveza – imagino una de las tres que se tomaba una vez a la cuaresma – cuando ella le llegó de espaldas. Le clavó un cuchillo de carnicero desde por aquí por el hombro (se señala) hasta llegarle casi al corazón.
Luisa-. ¿Y es verdad que tenía a la niña cargada?
Juan-. No. Esa gente que hace las noticias de sucesos se inventan su mundo encima del dolor de los demás. La había dejado en una mesa en la casa donde estaban reunidos. Todo fue una gran sorpresa. Cuando ella llegó nadie se extrañó de su presencia.
Luisa-. (Acongojada). Qué vaina ¿no? Y uno sufriendo por la vida de uno.
Juan-. Por eso no me atrevo a entrar a la casa. Allá debe estar la guerra campal. La búsqueda de los culpables. La remordida conciencia de mi hermano mayor por haberle presentado el carajo a mi hermana. Como si eso fuera la génesis del desastre. ¡Yo sé de dónde surge la tragedia! Pero si me meto en ese peo después cómo me salgo.
Luisa-. (Reacciona como si una idea brillante le llegara de repente) ¿Qué es el amor?
Juan-. (Ríe). ¿Y de dónde viene la pregunta?
Luisa-. Si hay amor ¿dónde empieza? ¿Cómo termina? No sé. Tantas cosas. Porque en estos tiempos la estrechés económica, por aquello de Amor con hambre no dura. Es que, digo yo pensando aquí como los locos, si somos tan inteligentes, si hemos logrado tantas cosas, inventamos un pocotón de vainas…
Juan-. Ya va. Ya va. Vamos a tomárnoslo despacio. (Pausa) En primer lugar no tengo la más mínima idea del contexto amatorio. Sería especular demasiado. No me gustaría entrar en lo cursi…
Luisa-. No es tampoco contarnos lo rosado de las cosas. Yo también crecí en un cuarto con muñecas, yo también sufrí cuando mi mamá se fue y mi papá me dejó aquí con mi abuela. Nunca conocí a mi abuelo, pero después de tantos años sueño con el día de librarme de esta vieja de mierda que no me deja tranquila. No he podido volver a la universidad. Lo pienso y lo pienso y sigo llegando al mismo punto del llantén de la vieja pajúa ésta que por un lado si no estudio es porque no estudio y si estudio es porque estudio. Si me tengo que reunir fuera para estudiar cualquier vaina, soy una puta. Si es que salgo para encontrarme con un tipo para sacarle unos reales porque mi papá me rehúye cuando lo llamo, porque mi abuela nunca tiene real sino es para jugar ese bingo de mierda que me tiene hasta aquí, también soy puta. Pero es que la putería, que no es para nada como hablan del amor en los libros ni como lo pintan en la televisión, toda una cosota esotérica. Como si uno quedara mongólico con la vaina. Yo también he estado cerca de sentir algo por alguien, pero nadie nunca quiso pasar de esa puerta. Mucho compromiso verle la cara a la vieja espantosa. ¡Gran vaina! Como si fuera tan difícil hacerse el loco. Pasa chico, adelante. Tómate una taza de café y echa uno con mi nieta. Si quieres les presto el cuarto mío que tiene más muebles de dónde agarrarse…
Juan-. (Interrumpe abrupto) ¡Alto! Blancanieves y los siete demonios en un solo frasco. Luisa-. Discúlpeme vecino. Es que ando estresada… Juan-. De vaina y no el cae el muro este… Luisa-. …por todo el encierro. Juan-. ...y menos mal que no se fumó el cigarro.
Pausa. Luisa respira.
(Continúa mañana)
Muy bueno, aunque te daré un pequeño consejo. Cuando uses una imagen debes aclarar la fuente de donde la obtuviste; lo ideal es que incluyas un link al sitio de donde la tomaste y que sea una imagen de uso libre. En caso de ser una imagen propia, es bueno aclararlo; recuerda que si no lo haces estarías cometiendo un plagio. Aún puedes corregirlo.
Veo que estás empezando, sería bueno que hagas una pequeña investigación sobre este tipo de cosas para evitar cometer infracciones por desconocimiento.
Suerte y bienvenido a Steemit!
Gracias. De verdad no se me ocurrió, porque en efecto la imagen es libre de derechos de autor, pero lo tomaré en cuenta de ahora en adelante.
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Gracias por la deferencia y la confianza. Qué bueno sentir el apoyo a las pequeñas cosas que uno humildemente hace en medio de la crisis terrible que vive mi país.
En verdad, agradecido.
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Thanks! Really. Its good to be notes for the little things. I really appreciated...
Amazing