Octubre

in #spanish6 years ago

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Octubre, gracias por llegar pues ya quiero volver.


Cuando yo era niña, la llegada de octubre traía consigo dos cosas: emoción por mi cumpleaños y tristeza por la vuelta a clases. Hoy, que soy “adulta”, el asunto se ha invertido y me emociono por volver a la escuela y me entristezco por mi cumpleaños (!!!).

Es que hemos encontrado un lugar al cual pertenecer, y sé que todos estamos emocionados por volver.

Nuestras últimas vivencias juntos, en el mes de Julio, fueron una total locura, inundándonos de felicidad plena a pesar de todo el estrés. Nos dejó siendo completa y crudamente humanos.

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Cuando nos preparábamos para la función en el Teatro Municipal de Valencia, los profesores venían desde hace días diciéndonos que debíamos “sentirnos”. Y si se referían solo a nivel coreográfico/musical, nosotros lo pasamos hasta el nivel emocional/espiritual.

Uff, mala idea. Malísima.

Yo estaba bien emocionada por esta presentación, no como el año anterior que de broma e invité a mi mami -para no regresarme solita-. A esta sí le puse corazón porque estaba (y aún estoy) muy orgullosa de lo mucho que crecí como pichoncito de bailarín. Invité a un par de amigas y amenacé a mi papá, "PROHIBIDO LAS EXCUSAS, PROHIBIDO FALTAR". Y él estaba casi tan emocionado como yo. Casi.

Pero no le dio tiempo de volver a casa e ir al teatro al mismo tiempo que mi mamá, así que cuando ella llega sin él, les juro que se me vino el mundo encima. Ella me dice "no seas tan dura con él", y yo entre dientes logré escupir un “se lo advertí”.

Le entregué las entradas y me fui al camerino con una carga que parecía demasiado grande para mi sola. Y los cuatro metros del camerino se quedaron chiquitos para meter lo que sentía.

Para agregar, a una de mis compañeras TODA su familia le quedó mal. Muchos no están en el país, y los que quedan no quisieron, o no pudieron llegar. Yo no dije nada de lo que me había pasado, pero ella si nos contó. Y mi problema se quedó chiquitito al lado del suyo. No habría nadie esperando por ella al salir del teatro. Nadie a quien buscar en las butacas mientras que esperamos a que se cierre el telón. Nadie aplaudiendo o gritando tu nombre.

La simple conciencia de que hay alguien ahí para ti, siendo testigo de lo mucho que te esforzaste durante todo un año y de la pasión que tienes a flor de piel mientras te mueves por todo el escenario, lo es todo. Saber que importas al nivel de querer verlo, no tiene palabras para agradecerse. Así que cuando sabes todo eso, y notas que ese alguien no está…

Ciertamente, esos no eran los sentimientos que deberían estar llenándonos cuando estamos a punto de hacer lo que más amamos, lo que por meses preparamos con anhelo y emoción. Pero ahí estábamos, todas sintiéndonos como la mierda.

Al menos así estábamos hasta que nuestro profesor favorito entró y nos dijo unas palabras hermosas que a toditas nos hizo llorar. (Nosotras también lo amamos profe♥).

No mucho después de eso mi mamá me envió un texto con tres simples palabras que me devolvieron el alma al cuerpo: “llegó tu papá”. Cielo santo, gracias Diosito.

Lo dimos todo en el escenario. Nos equivocamos porque hello? ya les dije que terminamos el año siendo súper humanas. Y errar/equivocarse es lo más humano que hay en este planeta. Pero cómo nos lo gozamos. Es que, solo pensar lo loquitas que nos volvimos al cerrarse el telón se me hincha el pecho de emoción.

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Cerramos con broche de oro comiéndonos a esta ricura en el camerino, ups♥

Al día siguiente presentamos las mismas piezas dentro de nuestra escuela, y quedaron MUCHO mejor. Yo me sentí completamente desnuda, sin piel, abrumada mientras bailaba mi pieza favorita. La cual está basada en las relaciones, el dejar ir, el querer que vuelva y el peso de la ausencia. Me la creí completica, jaja.

Nos tomamos muchas fotos, hasta el punto que casi nos quedamos solas en la escuela por andar con el alboroto (lo siento, soy venezolana y no soy buena encontrando sustitutos que abarquen la plenitud de la palabra y la emoción).

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Nuestro último día en la escuela fue el compartir de fin de año. Comenzamos viendo una conferencia acerca de la importancia de la educación artística y de que ésta reciba el respeto que merece, Terminamos llorando cuando hablamos de todo lo que ese año fue para nosotros.

Una de las niñas de primer año es súper inquieta y distraída, habían momentos en los que a todos nos hizo perder la paciencia, sin embargo ella terminó su año y la vimos progresar mucho.

Sorpresa para nosotros, la adolescente tiene TDAH, es ridiculizada en su escuela por los compañeros y maestros, hasta el punto en los que han llamado a su madre para decirle que “no espere mucho de ella porque no le va a rendir, es una pérdida de tiempo. Ni la inscribas en el liceo”. Y su madre nos dice cómo ella encontró su lugar seguro en la escuela de danza.

Ahí nadie la juzga, nadie la hace sentir menos y la impulsan a que se esfuerce para avanzar más y más. La señora le agradeció a todos porque en 6 meses ha encontrado más en ese salón de baile, que en todas las escuelas que ha estudiado. Porque su hija por primera vez tiene amigos.

Una de mis amigas más cercanas, María Gabriela, dice que muchas veces intentó dejar la escuela porque la universidad le exigía mucho, y luego de graduarse los empleos disponibles no eran compatibles con su horario. Y su mamá le dijo “no lo dejes, porque por primera vez en muchos años estoy viendo a la verdadera María Gabriela, a la María Gabriela feliz. Si lo dejas te vas a arrepentir y yo solo quiero verte feliz”.


Y mi experiencia personal…

El año anterior fue bastante tenso. En realidad no me sentía parte de nada, y tampoco me creía lo que estaba haciendo. Así que cuando tuvimos el compartir ese año 2017, me quedé con un nudo de cosas que quería decir y no me atreví. Llegué a casa sintiéndome una farsante, porque lo bonito que ellos contaban de la danza, eso que ellos vivieron en el mismo salón que yo, nunca lo sentí.

Y yo quería sentirme igual de libre al entrar a ese salón, quería ser capaz de dejar mis cargas y olvidarme de quien era, tirar mis fallas y complejos, simplemente ser. Quise gritar por no sentirlo, y me conforme con robar sus emociones mientras los escuchaba, y las traje a casa a ver si así lo experimentaba. No sucedió hasta diciembre, cuando mis amigas se fueron de la escuela y me quedé “sola”, me vi obligada a conocer más personas y a crecer sola.

Hay ausencias que te hacen mucho bien.

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En febrero tuve una oportunidad de trabajo. El pánico que sentí cuando me dieron la oferta fue instantáneo e inmedible con solo imaginarme el dejar la escuela. Cuando entras en el mundo del arte y/o encuentras tu pasión, pierdes la habilidad de ser un autómata rutinario que va solo con la corriente día tras día. Se siente una chispa, un fuego, una luz dentro de ti que te mantiene caliente, vivo, en un mundo frío y oscuro, donde todo es siempre lo mismo. Quizá estemos viviendo en ese mundo, pero tenemos una vía de escape.

Cuando les comenté a mis padres esa oferta, no pude evitar llorar en agonía ante la simple perspectiva de no poder estudiar más. La frase que más recuerdo decirles es “no sé cómo lo hacen los demás, pero yo sé que sin la danza me voy a secar”. Ellos me escucharon más no dijeron nada al momento.

La mañana siguiente, luego de que oramos juntos como de costumbre mi papi me dice las palabras que atesoraré por siempre en el corazón. “Yo estoy orando por ti. No te estoy pidiendo que busques trabajo. Reconozco que es una buena oportunidad, pero no quiero que dejes tu escuela. Si ellos aceptan tu horario y puedes seguir estudiando, aprovéchala. Y si no, no te preocupes. Pero no dejes de bailar”.

Lloré tanto. El que tus padres comprendan lo importante que es tu pasión para ti es tan… inmenso. Quizá les parecerá un poco trillado que mencione este hecho tantas veces pero sucede lo siguiente: si digo que mi pasión es la medicina, salvar vidas, estudiar leyes, enseñar, construir, etc, todos se sorprenderán y lo respetarán.

Pero si decimos “mi pasión es el baile” nos miran extraño, y nos tratan como monitos “ah, sí? A ver, báilame”, o al dibujante que le piden un retrato, al cantante le piden que cante, y así vamos. El arte está sumamente infravalorado y lo ven como una frivolidad, cuando es tan importante y merece tanto respeto como cualquier otra carrera.

Por eso, amé a mis padres de aquí a la luna, de ida y de vuelta mil veces. Porque ellos lo entendieron, y me apoyaron.

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Niña de papi y mami hasta el final ♥

Si se lo preguntan, sí, acepté el empleo. Fueron flexibles con mi horario. Sin embargo no permanecí mucho tiempo porque los puestos que me ofrecieron no estaban… realmente disponibles. No habían despedido a las personas y uhm, era horriblemente incomodo estar todos ahí con esa tensión. Así que cuando muy consideradamente me pidieron que me fuera estuve más que feliz. No soportaba ese lugar.


Desde que entré a la escuela venia escuchando a mis compañeros decir cómo sus problemas se quedaban fuera del aula, que al entrar al salón se sentían libres de toda carga. Yo nunca lo había experimentado, hasta la semana en la que mi gato murió. Sí, ya sé que para muchos es algo sumamente insignificante, pero para otros las mascotas son familia, y duele cuando se van.

Recuerdo que el estar en mi casa se sentía tan asfixiante, me parecía verlo llegar a cada momento solo para recordar que se había ido. Huí a casa de mi hermana y abracé a mi sobrina por horas, dejé que su pequeño y dulce corazón sanará el mío.

Sin embargo cuando llegó la hora en la que debía prepararme para ir a la escuela, no quería hacerlo. No quería volver a mi casa pero tampoco podía quedarme allí para siempre, así que tomé valor y decidí ir a clases. Ese día fue la primera vez que me permití sentir eso de dejar todas tus cargas atrás.

Otro recuerdo importante del año fue este momento de más para la vida que para el escenario. Siempre que hacían clases de improvisación no lograba concentrarme, no podía bailar libremente porque sentía los ojos de todos sobre mí, juzgándome. Pero aprendí también a dejar eso.

Mi segundo año estuvo plagado de muchas primeras veces. Y fue maravilloso.

Dije también una de mis más grandes verdades. Soy una persona de “una persona”. Elaboraré esa idea. Tiendo a aferrarme a una persona, a un amigo. Solo uno. En cualquier lugar donde esté escogeré a alguien para que sea mi salvavidas, mi guía, mi escudo. He tenido muchas malas experiencias formando parte de tríos o grupos de amigos, por lo cual tomé ese camino de escoger a mi persona. Sin embargo, este año, todas mis personas se fueron y me quedé sola.

Tuve que hacer amigos. Y fue súper gracioso cuando hablé con una de mis, actuales, grandes amigas de la danza por primera vez sin intermediarios (es que sí hablábamos, pero no de tú a tú, siempre eran frases sueltas mientras el grupo conversaba o cuando yo me metía en la conversación que ella tenía con mi persona). Maga me dice “chama qué rico es hablar contigo, es la primera vez” y yo le respondo “sí, es que soy una tortuguita que de vez en cuando saca la cabeza de su caparazón”. Lo más cómico de todo es que ella me interrumpió para completar ese recuerdo mientras yo lo contaba.

Comencé el año siendo de una persona, y termine con un fantástico grupo de 5 ♥

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Y fue maravilloso.

(Todo eso se los dije porque no estaba dispuesta a sentirme igual de horrible que el año anterior, y que además, este año tenía toda la razón para hablar).

Maga también dijo que cada vez que venía a la escuela se despedía diciendo “Chao, me voy para mi tribu”.

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Fuente

Y eso es lo que creamos, lo que somos.

Una tribu. Personas tan diferentes y complejas, unidos por la danza.

Encontramos donde pertenecer.

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Mi preciosa tribu.

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Mes de octubre con la nostalgia de julio.

Tenía mucho que decir.

Gracias por leerme, espero volver pronto.

Ten un gran día.

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