LLAMEN A MI HIJA, cuento. ¡Nuevo concurso de expresión artística! - Proyecto Milkbox.
LLAMEN A MI HIJA
Despertó, el ahogo le apuró las palabras.
─¡Llamen a mi hija por favor!…
─Un momento señor. ya vamos con usted.
—No entiende, necesito verla.
El hombre corrió hacia el otro lado, mientras sus palabras se perdían entre murmullos y sirenas, todo fue tan rápido, las cosas pasan así, nadie puede controlar nada en esos momentos, los vidrios saltaron por todos lados y el chofer cayó sobre el volante, y la carretera estaba ahí justamente sobre la curva.
¿Por qué disparan, por qué? Todo era un solo grito y luego un vacío donde nadie escuchó nada, luego esas sirenas.
─¡Hábleme señor!, ¿cómo se siente?
─¡Llamen a mi hija!... ella me espera.
─¡Inspector por aquí!, este es uno de ellos, pero ya no puede decir nada.
─García vaya para allá y pare a esos periodistas.
─Sí señor, voy…
El oficial García se dirigió a una camioneta que llegaba en esos momentos y el Inspector se agachó para hablar con el hombre mal herido.
─¿Cómo se siente? No hable si no puede.
─La desgracia, siempre me ha perseguido Inspector, pero esto parece el final, no sé cómo puedo aun respirar, esos tipos llegaron de lo más normal, no sé qué querían, fue muy grande el susto cuando le pusieron el arma a esa señora, yo creí que era solo una amenaza… llame a mi hija, necesito verla Inspector.
─Cálmese, ya vienen las ambulancias y a lo mejor termina echando el cuento completo.
─Tengo tiempo sin ver a mi hija, para eso me monté en ese autobús y tenía que pasar esto, esos tipos dispararon, sin piedad, no les importó que todos estuviéramos dentro… mi hija debe venir… tiene que decirle yo soy Alberto Camacho, ¡dígale, dígale!.
En ese momento el oficial García se acercó.
─Inspector no pude hacer mucho, vienen otros y están transmitiendo en vivo, hay mucha gente, ¿qué hacemos ahora?
─Bueno García. Afrontar los hechos… ¡ya vengo señor! aguante un poco, ya pasó lo peor, lo vamos a trasladar y después nos comunicaremos con su hija.
─¡No me deje inspector! … por favor.
Alguien se acercó.
─Oiga señor ¿qué pasó aquí?, esto no es una simple tragedia, son muchos los heridos y otros están muertos... Soy periodista, nadie sabe qué estoy aquí, me puede contar. Esto huele mal.
Hace mucho dejé a mi hija, prácticamente la abandoné, varios años tuve sin saber nada, pero la vida no me trató bien, me vine a esta ciudad por cobardía y terminé como mendigo y lo que hice, siempre me remordió la conciencia, no sabía cómo crecía mi hija, sus necesidades... pero esa fue la razón de seguir viviendo y empecé a busca la manera de cambiar, me humillé para conseguir ayudas y lograr un miserable sueldo, pero fui ahorrando a costa del hambre, sentía la necesidad de verla, saber que era de su vida. mi sueño o mi pesadilla era ese reencuentro.
─¿Un periodista?
─si, cuénteme qué pasó, pero tranquilo no se agite.
─Quiero ver a mi hija, ¿usted va ayudarme?
─Claro que lo voy a ayudar.
El murmullo crecía con algunos gritos que se perdían en la tarde que agonizaba.
Le escapé varias veces a la muerte, como esa vez que recibí una cortada en la barriga y pasé una temporada en el hospital sin un alma que me visitara, yo solo pensaba en volver con mi hija, pero ya no tenía como hacerlo, cuando salí, una señora me consiguió un puesto de barrendero en una plaza y comencé a preguntar por las redes, a buscar como un desesperado, ahí la vi, en esa pantalla, tiene que ser ella, vive todavía en el mismo pueblo. Le empezé a enviar mensajes. Le decía que la quería ver. Todo fue tan rápido, agarré lo poco que tenía y me fui a la terminal, no había ni un bendito autobús, nada, alguien me dijo que, en la carretera, por la cuesta un autobús recogía pasajeros y sí, allí estaban todos, esos que ahora ve ahí tirados.
─¡Cálmese! no se agite y ¿quiénes eran esos tipos?
─No lo sé, se montaron allí como todos, le querían decir algo al gobierno, alguien que estaba preso...
─¿No supo quién era?
─Cuando le dije mi nombre: Alberto Camacho, la sentí jadear, como si algo se le paralizara por dentro, no sé si me dijo dónde andaba, porque me fui, yo sentí que me vaciaba en lágrimas. Pero cuando esa señora cayó, un grito se abrió en la noche que se avecinaba, yo no podía oír, veía a mi hija, la oía en el murmullo, luego fueron sirenas y el estruendo de los vidrios saltando, balas iban y otras venían. luego ese grito: ¡el chofer, el chofer!
─¿Usted que hace aquí señor? este sitio está restringido.
─Solo trataba de ayudar a este señor, él quiere que llamen a su hija
─Ya lo sé, ya se les avisará a sus familiares.
─Pero puedo ayudar.
─Inspector, venga, !uno de esos desgraciados está vivo¡
El inspector salió corriendo. Alberto Camacho sentía una punzada en el pecho y algunas gotas de sangre se iban perdiendo entre su cabello.
─Señor Alberto, y donde está su hija?
─¿Por qué hicieron eso?, somos seres humanos, no les importó.
─Tranquilo, esto se va saber, y ¿su hija, ella venía para acá?
─Nos íbamos a ver en el pueblo que está más allá de Barrancones, yo tengo un móvil y le di el número, así nos encontraríamos. Búsquelo aquí en mi pantalón.
─Con cuidado, no se mueva, creo que tiene un hueso roto; si aquí está, ¡hay un mensaje!
─¿Qué dice?…
─...Te estoy esperando, ¿por dónde vienes?...
Su mamá era muy pobre, yo me aproveché. Le conté tantas cosas, como quien dice, le pinté pajaritos, pero cuando me dijo lo del embarazo, no supe que decirle, inventé inventé y me fui.
─A lo mejor su hija viene a buscarlo... ¡ya están llegando las ambulancias!
─¿Le va a decir a mi hija?... le va a decir que yo la iba a buscar, dígale... ya siento como si me abrazara, ya veo sus ojos frente a los míos, ya... dígale que la quiero.
─Usted se lo va a decir. Ella está llegando, lo dice en su teléfono.
─¿Dónde está mi hija?
En ese momento el inspector le agarro por el brazo y lo levantó de maneras brusca.
─No quiero periodista por aquí, así que mejor se retira.
─Si, así es Inspector, soy Alcides Zambrano del Matutino, buena noticia esta… la que usted nos tiene.
─¡Lárguese o no respondo! Aquí lo que hace falta son responsables y se pueden conseguir... ¡Eh por aquí! llévense a este señor que está mal herido.
El periodista se retiró un poco y lo miró fríamente, sabía que después de eso cualquier cosa era posible. En ese momento le llegó una voz de mujer que llamaba a Alberto Camacho, el grito se perdía en el murmullo y las sirenas.
─¡Por aquí muchacha, por aquí!
─¿Dónde está?…
─Allí lo llevan en esa camilla.
─¡Alberto… Alberto!
─¿Hija?... ¡hija!
En ese momento no sabía si de sus labios salía alguna voz, pero ella estaba allí, eran esos ojos los mismos que una vez engaño.
─¡Hija!
─¡Papá… papá!…
Y la noche se hizo intensa.
Qué nuestra vida sea una constante lucha por la paz, la armonía y el amor.
Imágenes editadas con PhotoScape.
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Excelente, con mucho dramatismo y sentimiento, muy conmovedora.
Gracias @megaela, eso es lo que se busca, que el lector sienta lo que el cuento describe con sus dialogos.
Qué belleza... una historia cargada de sentimientos desgarradores...! Me impactó! Te deseo éxito en el concurso!
Me satisface mucho tu comentario, es una historia para vivirla, abrazos @purrix.
Excelente, muy buena narración y buen escrito. Felicidades
Gracias @stop40, me agrada tu comentario, saludos.
Muy real, dramático, y reúne en palabras todo el sentir de un duro momento. Me agrada leerlo nuevamente @silher
Buena vibr.
Gracias por venir @angelica7, me agrada tu comentario y que te haya gustado. Saludos.
Qué buena historia @silher La disfruté.
Gracias @gorayii, que bueno que la hayas disfrutado. Abrazos.
Excelente @silher... Me atrapó la historia, conmovedora, dramática y con acción.
Eso es bueno, que te haya atrapado, es el mejor reconocimiento de un lector. Gracias @tupamalo. Saludos
Que angustia la mayor parte del relato, me encantó todo el escrito! como siempre bello! un fuerte abrazo!
Gracias @cathyhaack, la historia tiene esa intención y si sentiste esa angustia, me puedo dar por satisfecho.
Igualmente un fuerte abrazo.
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Muchas gracias a toda @la-colmena por su valioso apoyo.
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Gracias @c-squared por el apoyo.
Mis respetos, maestro. Muy bueno... Si pudiera te votara dos veces.... Un abrazo...