Te quiero, bombón || Cartas de amor

in #spanish7 years ago

Un mes, treinta días, 720 horas, 43.200 minutos, y así.
Es increíble cómo se nos pasa el tiempo, ¿No?
Especialmente cuando es a tu lado.

¿Quién iba a decir que tú te ibas a fijar en alguien como yo? Partamos desde el comienzo: no soy para nada lo que tú idealizabas como un ángel, ni tu ideal de pareja. De hecho y si vale la pena el decirlo, creo que soy el culpable de transmutar ligeramente tu concepción al respecto, y no me culpo, tengo tantas buenas cosas como malas para dar razones a ese cambio. Pero el tema es, ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué viste en mí que valía la pena como para derrumbar años de idealización por una imagen de tan sólo unos segundos? Supongamos que recuerdo bien, y es que nuestro primer encuentro tampoco fue el más ortodoxo. ¿Fue en ese momento en que cambiaste tu definición, o fue quizás cuando empecé con mis juegos amorosos? No, quizás fue un poco después, cuando me animé a invitarte a comer algo.. o quizás, cuando por primera vez te vi a los ojos y me permití reflejarme en tus zafiros orbes. Ah, son muchas posibilidades, ¿No crees? Incluso algo confusas, pero no estoy aquí para darte una confusión, no. Estoy aquí para resaltar mi cuestión, mi duda con fundamentos, y ver si en esta especie de parafraseo monologante puedo dar con la respuesta que sé que no oiré de ti. O no al menos ahora.

Desde nuestro primer encuentro supe que serías un desafío, un algo que me mantendría entretenido por un tiempo, pero nunca imaginé que podría encontrar un potencial para siempre en algo que partió siendo un juego para mí. Al ver que eras alguien difícil sabía que tenía un largo trabajo por delante, pero que valdría la pena si podía hacer que te fijaras un poco en mí. Al principio fue en pos de mi amor propio, algo lúdico, pero con el pasar de los días, las semanas y meses, me fui dando cuenta de que ya no estaba contigo sólo para demostrarte que era capaz de encantar hasta el más complicado, sino que había algo más detrás que incluso yo no quería aceptar que sabía. A veces me ausentaba a propósito, no por el gusto de saber que me esperarías, sino porque no quería aceptar el hecho de que me estaba enamorando, y para mí era una idiotez, ¿sabes? una como ninguna. Pensar que iba a caer dentro de mi propio juego se me hacía algo simplemente inconcebible, más aún cuando nunca antes me había ocurrido. Pero eso no es todo.

Empecé a apreciar muchas cosas que de ti sólo miraba con lujuria. El largo de tu cabello, su color, su textura, esa tierna estela que dejaba detrás luego de una caricia burlona, o cuando te acomodas entre refunfuños y desviando la mirada un mechón detrás de tus orejas. Orejas grandes, especiales para ser tironeadas o mordidas, pero que para ti sólo son el sostén de tus hebras. Luego tu piel, tersa como ninguna, de colores pálidos y estrictamente combinados que llaman a la calma con el contacto visual, y atraen a quien se fije no sólo en esta, sino en la figura que la porta. Ah, ese cuerpo delgado, esbelto, esculpido casi con curvas sensuales y bien inscritas, que llaman a colocar tu mano ahí, a atraerte desde la zona, a sentirte contra el tibio corazón excitado mientras piensas palabras con las cuales seducirte y hacer que te encojas en ti mismo. Pero lo más importante no estaba en eso, por más que me encantara, sino en algo que desde un inicio siempre captó mi atención: tus zafiros, como me gusta llamarle a tu mirada. Esos ojos azuláceos profundos, llenos de vitalidad pero también melancolía, y de una expresividad que quienes te conocen pueden ver desde luces hasta sombras.

Y me he ido por las ramas, ¿No? Para que veas como me tienes, bombón.

Luego que empecé a darme cuenta de que físicamente eras algo exquisito para mis ojos, fue cosa de tiempo para darme cuenta que tu desafiante forma de ser era algo que se complementaba curiosamente con mi lado complaciente. Si hubieses sido otra persona, esta historia no estaría siendo contada, pero lo más curioso de todo es que siendo un conjunto de cosas que podría detestar, en ti estaban perfectamente hechas para que yo las amara. Empecé a apreciar que fueras terco, gruñón, hiriente, incluso luego de que me enojara fuertemente contigo. Pero cuando te sumisabas, cuando me pedías perdón o aceptabas tus errores, veía aquello que tu máscara de protección ocultaba, y que finalmente era el consuelo que daba paso a una atracción que iba pasando del mero deseo a las ansias de poseerte. No como objeto, para nada. Sino como un individuo en su totalidad, un ser lleno de virtudes y defectos, y que a pesar de todo, te hacen completamente perfecto a mis ojos.

Mi estupidez me impide saber si fue porque yo insistí o porque tú quisiste, pero sé que desde mucho antes mi deseo era más fuerte que el tuyo. Te tentaba con miradas, con acercamientos, incluso intentando robarte el aliento de un beso, pero tú parecías no ver mis intensiones. Al final, algo pasó y terminamos enredados entre los brazos del otro, con los rostros juntos y los labios compartiendo el primer de muchos contactos, y que sellaría un pacto implícito entre ambos. Cuando desperté de ese sueño, era real: vi tus ojos, brillantes y deseosos, y me vi reflejado en ellos, como la primera vez en que los vi de frente.. y supe que mi mayor deseo se había consumado. Y ese no era tan sólo en tenerte, ni conquistarte, ni tenerte entre mis brazos. Era algo un poco más sencillo, o quizás más complejo, y que se traducía en una frase que escuché poco después de que nuestros húmedos labios se separaban temblando por la necesidad de seguir apegados.

Te quiero, Alaric.

Yo también te quiero, Haru.

  • Deseé contestar -

El impulso siempre es más fuerte en mí y lo sabes, y en esa ocasión mi respuesta fue otro largo y profundo beso. Quizás era más demostrativo que un millón de palabras, y pareciste entender mi mensaje. El tema es que desde ese momento, en el que no nos pedimos nada pero nos dimos todo, aceptamos algo que nunca fue dicho con palabras, pero que dimos por hecho por la simple razón de que hicimos algo dictado por el corazón. Desde entonces, ha pasado un mes. Treinta días. Setecientos veinte horas, y bles. Entiendes a lo que voy, ¿No?
Sino, déjame que te diga concretamente a qué va todo este palabrerío.

Quiero agradecerte profundamente por haberme escogido, siendo que había tantas opciones mucho mejores que yo dispuestas a tu alrededor. Porque no sólo me elegiste a mí, un demonio, sino que con cuernos y cola incluso me idealizaste como el ángel que nunca había sido. Porque nunca fui lo que buscabas, nunca pude ser más antagónico a tu idea, pero tú supiste ver pureza en mí cuando nadie más la veía.. incluso de la que yo era ignorante. Y me hiciste ver que si bien no era lo que buscabas, podía ser mejor que eso, podía ser un ángel desde una nueva definición, una que accediste a cambiar, pero que al hacerlo, aceptaste también una segunda acepción. Sin quererlo, tú también aceptaste el título de ángel, bombón, porque le diste alas a una bestia que se revolcaba en su propia penuria. Me transformaste en algo que nunca habría imaginado, y al hacerlo te transformaste tú en lo que buscabas, porque no te habías dado cuenta que lo que tanto anhelabas no sólo estaba afuera, sino también dentro de ti, mi angelito.

Soy estúpido, soy un terco, soy un infante, soy un tarado, soy todo lo que tú quieras, pero soy tuyo. Ahora conduzco con tranquilidad a casa luego de una hermosa tarde a tu lado, recordando sonrisas, miradas, besos, y como tímidamente accediste a tomarme del brazo porque te apenaba mucho ir de la mano. Pero incluso así, sabes que eso significaba para mí y lo intentaste. Y valoro eso más que nada en este mundo.

Prometo ser todo lo que necesitas y más, pero también tengo que admitir que voy a ser este mes y los que vienen un fuerte dolor de cabeza que vas a tener que aprender a manejar. Porque al aceptarme a mí me aceptaste con todo el paquete, y no todo es bonito, pero.. haremos que sea maravilloso, ¿No?

Porque esta historia ya lo es
Y quiero que siga escribiéndose con nosotros dos de protagonistas, y nadie más.

Te quiero, Haru. Aunque de mi boca quiera salir algo más, entiendo que el tiempo no es nuestro enemigo,
Y que ya vendrá el momento para decírtelo sin que te asustes.
Pero dentro de todo, junto con recordarte lo mucho que significas para mí, quiero que.. que sepas que,
Que te doy las gracias
De verdad, gracias totales
Por elegirme a ti para ser tu ángel
Y por transformarte, sin quererlo, tú en el mío al salvarme.

Te quiero, bombón.