Roberto Bolaño: romper la literatura

in #spanish7 years ago (edited)

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Si algo es evidente en la literatura de Roberto Bolaño es su inclinación por la transgresión. Las rupturas con los parámetros establecidos comenzó a evidenciarse desde muy joven con lo que él llamó el movimiento infrarrealista fundado con el poeta Mario Santiago en 1976. El movimiento se caracterizaba por dejar en evidencia y rechazar los cánones establecidos para los acercamientos academicistas hacia la poesía. Principalmente, los propuestos por Octavio Paz.

Bolaño se destacó por su estética transgresora, como el nombre del movimiento lo señala, su obra revela una perspectiva desencarnada, observar la infrarrealidad (lo que está por debajo de lo evidente) y narrarla con las herramientas que ofrece (lo abyecto, lo visceral). La infrarrealidad no es solo una temática presente, sino una forma de mirar, mostrar, narrar: “…el asesino empezó violando y estrangulando, que es una manera normal, digamos, de matar a alguien” (p. 589) dice uno de los personajes en 2666 mientras observaba el cadáver de una mujer mutilada.

A lo largo del capítulo “La parte de los crímenes”, se narra los asesinatos de una gran cantidad de mujeres cuyo factor común es la violencia más que la muerte:

A finales de julio unos niños encontraron los restos de Marisol Camarena de veintiocho años, propietaria del cabaret Los Héroes del Norte. El cuerpo había sido introducido en un tambor de doscientos litros que contenía ácido corrosivo. Sólo quedaban sin disolverse las manos y los pies. Se logró la identificación gracias a los implantes de silicona (p. 564)



El lenguaje criminalístico no opaca el desplazamiento paródico que sutilmente ofrece el narrador cuando afirma que la identificación no se logró por las huellas dactilares de las manos no disueltas.

Del mismo modo, el discurso forense también está presente: “…la cabellera por debajo de los hombros. Tanto la vagina como el ano mostraban señales de abrasiones” (p. 631). El manejo del lenguaje objetivo se inclina por producir un efecto de sentido donde la autoridad del discurso científico en el archivo policial y forense se somete al arte a través de la reescritura en la novela, puesto que esta sugiere las posibles tergiversaciones de dichos discursos. En el sentido de Gadamer, los métodos científicos no son portadores exclusivos de la verdad, la obra de arte también es fuente de conocimiento verdadero, probablemente, el más genuino.

El discurso de crónica o ficha policial que se presenta en la obra se articula con las perspectivas de los personajes, las impresiones que tienen frente a los asesinatos, la manera de abordarlos y otras subjetividades que el narrador maneja para estetizar al crear la fusión discursiva:

Le pregunté qué pensaba de las mujeres muertas, de las muchachitas muertas. Me miró y me dijo que eran unas putas. ¿O sea, se merecían la muerte? dije. No, dijo el preso. Se merecían ser cogidas cuantas veces tuviera uno ganas de cogerlas, pero no la muerte. (Bolaño, p. 613)

Es notable la descarga subjetiva en este diálogo. La postura frente a los crímenes marca un límite frente a la sugerencia misógina. Hay una sensibilidad desarrollada hacia la muerte, ese más allá respetado por ser desconocido, mientras que la violencia es la infrarrealidad expuesta que ha abandonado el ocultamiento para manifestarse en una especie de tragedia (cotidiana) a través de la violación sexual de mujeres.

En la novela, la confrontación moral se visibiliza con un lenguaje desencarnado. El acostumbrado discurso elíptico tiene muy poca cabida en la obra. Relatar la decadencia desde la vitalidad del lenguaje por medio de fusiones discursivas científicas/ficcionales, de desplazamientos irónicos y paródicos, de una verosimilitud transparentada en la realidad, es lo que hace de hace de 2666 y su parte de los crímenes, una obra particular que narra la transgresión desde la transgresión. Evidentes transformaciones con respecto a la estética de las grandes obras del Boom.

Por otro lado, hay que reconocer los aspectos puntuales cuando se habla de literatura, violencia y Estado en Hispanoamérica. ¿Cuál literatura? ¿Cuál violencia? ¿Cuál Estado? En primer lugar; la literatura que se está escribiendo a comienzos del siglo XXI, en segundo lugar; la violencia política que curtió gran parte de Hispanoamérica desde mediados del siglo XX y en tercer lugar el Estado heredado de Occidente que controla, en palabras de Weber, el monopolio legítimo de la violencia.


¿Por qué juntar estos tres elementos como caso hispanoamericano? Porque aunque Hispanoamérica corresponde a una diversidad de Estados autónomos entre sí, también responden, quizá por una herencia cultural compartida desde la época de la colonia, a formas de proceder políticas tanto de izquierda como de derecha refugiadas en el motivo independentista desde nacionalismos que configuran prácticas políticas maniqueístas que dan lugar a una polarización de ideas desembocadas en autoritarismos y un ejercicio acérrimo de corrupción para defender ideales.


En medio de esta bipolaridad de ideales, derecha e izquierda, que ha caracterizado a Hispanoamérica, se concentra un campo de fuerza que deviene una variedad de elementos que confluyen para generar eso que el periodista, fotógrafo y escritor francés Patrick Bard llamó ecosistema del mal para referirse a los crímenes, pero sobre todo a los feminicidios que desde la década de los noventas ha instalado a Ciudad Juárez en una atmósfera de incertidumbre, pero que puede aplicarse al caso Hispanoamericano en general, si tomamos en cuenta que este ecosistema está articulado arbitrariamente por una diversidad de causas que desembocan en una canal común: la impunidad.

Ahora bien, si en un ecosistema diversos organismos son interdependientes en un mismo hábitat organizado por ciclos que se repiten, quiere decir que en el ecosistema del mal, estos organismos: violadores, narcotráfico, delincuencia común, mafias organizadas, Estado corrupto, machismo, violencia ancestral o aprendida, mantienen su interdependencia a través de la impunidad que se presenta como el ciclo que no abandona los cambios de gobierno o cualquier otra temporalidad en estos territorios herederos del pensamiento moderno occidental. Tanto para Patrick como para Roberto Bolaño en 2666 sería un esfuerzo ingenuo intentar adjudicar los crímenes hacia mujeres en la frontera a un solo culpable, incluso si se trata de uno tan completo como el Estado en el ejercicio de la impunidad.


Fuentes:

BOLAÑO, Roberto (2004), "La parte de los crímenes" en: 2666, Anagrama: Barcelona.
GADAMER, Hans-George (2012). Verdad y método, Editorial Sígueme. p. 1126.

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Excelente este post vale la pena leerlo, me especializo en los temas literarios... En verdad te felicito, esta muy bueno y trabajado el tema.

Muchas gracias. La literatura exige ser revisada. (:

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Muy buen ensayo, @xeniawar. La estética de la ruptura que comentas está muy bien representada en un par de novelas de Bolaño que aprecio particularmente: Estrella distante y La literatura nazi en América. Dos joyas de la contravención. Gracias por compartir.

Me alegra que seas lectora de Bolaño. Gracias.
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