¿Ha sido diferente este fin de año?

  La festividad de Año Nuevo ha sido una de las más memorables para mí desde que la memoria me permite recordar. El motivo de esta algarabía se debe a que es muy encantador percibir que estamos ante un inicio donde las expectativas están en su momento más elevado, ya que las vivencias que anhelamos, en cualquier momento se cristalizarán.

  Durante mi infancia, adolescencia y parte inicial de mi juventud, todo lo que implica el Fin de Año estaba girando en torno a la algarabía, los colores, la inocencia, el amor y la unión. Pero con el transcurso del tiempo, esos encantos han estado disminuyendo debido al centenar de cambios que hay en nuestro día a día... Algunos positivos, otros no tanto.

  Quiero dejar presente que comprendo muy bien que el ambiente donde nos desenvolvemos en gran medida depende de la actitud que tengamos, pero no podemos negar que también existen factores externos que van a repercutir y, justo esto es lo que progresivamente ha ido apagando esa magia tan hermosa que ilumina mi celebración de Año Nuevo. Debido a estos cambios, les confieso que mi fin de año está siendo más agridulce que en temporadas pasadas, ya que cuando se crece en una familia tan unida y numerosa, duele demasiado ver que cada vez hay más sillas vacías, al igual que aflije sustituir el abrazo de ¡Feliz Año! Por solo ver el rostro del ser querido a través de una pantalla mientras se le dice esa expresión.

  Además de esa diferencia de fin de año, también me he dado cuenta de que en el contexto externo la emoción de estar a pocos días para despedir el 2025 y recibir el 2026 no está en lo más top. Por lo que tengo la sensación de que para muchas personas estamos en un período normal del mes de agosto o septiembre, por mencionar algunos.

  Debido a esa extraña sensación que percibo, he estado más pensativa de lo habitual estos últimos días del año, ya que podríamos estar dejando de lado una tradición muy linda que nos acompañó durante décadas y, sé que hemos tenido pinceladas de ello, pero estarlo confirmando genera que mi capa se caiga más.

  La vida suele avanzar en circunstancias que a veces no comprendemos. O, por lo menos, de manera inmediata no y, en todo este proceso de pensar, analizar y reflexionar, siento que estamos avanzando en dicho camino incomprensible. En lo personal, tengo el presentimiento de que en mi familia exploramos una prueba que nos enseñará a valorarnos más de lo que ya lo hacíamos, y esto también es aplicable en aquellos que viven una situación similar o igual a las que les compartí, porque esa es la realidad de millones de familias; así que, muy en el fondo del túnel, está la luz y, esa, más temprano que tarde la volveremos a ver brillar.

  Sin lugar a dudas, este fin de año es un cóctel de emociones y experiencias que me enseñan lo reconfortante que puede llegar a ser recordar los momentos de gloria, pero también lo agrio de contrastar el cambio que se vive y, entre esos dos escenarios, voy a buscar la poca magia que queda para encenderla y así darle un giro a ese curso desalentador que siento.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!

^{Las imágenes presentadas en esta publicación, fueron extraídas de mi galería personal}