Bebe
Nace un bebé y el reloj comienza a correr. 2,207,520,000 segundos que abarcarán todo: su llanto, sus risas, sus sueños, sus temores, sus logros y sus caídas. Y mientras tanto, el mundo sigue girando, indiferente al milagro que acaba de llegar. Pero para mí, este no es un simple segundo más. Es el comienzo de todo.
Nadie puede explicarte la vida, pequeño. No puedo envolverte en palabras un dolor para que lo esquives. No puedo transmitirte la alegría como un regalo, ni ponerte un escudo contra el miedo. Mil cosas te ocurrirán, y no sé cómo prepararte.
Lo único que sé, y de lo que estoy seguro, es que puedo amarte con todo mi ser. Que voy a estar aquí, para que encuentres en mí un refugio. Haré lo posible para que cuando quieras huir, no quieras hacerlo de mí. Y si algún día el destino nos separa, que mi amor sea tan fuerte que siempre quede en tu memoria como un faro, como una guía que nunca te juzgó ni te abandonó.
Por favor, no me olvides. Soy tu papá. Nunca te hice daño, nunca te limité más de lo necesario. Dejé que fueras libre, tanto que a veces temo haberlo hecho demasiado. Tal vez te enseñé a volar sin pensar que podrías alejarte. Pero si eso pasa, si decides explorar caminos lejanos, que tu corazón nunca me odie. Que siempre sepa que mi amor estuvo, está y estará contigo en cada uno de esos segundos que compartimos y que aún compartiremos.