Concurso acelerador Steem4nigeria Semana 115: ¡Las cosas que más temía!

  El temor es una de las emociones que exploramos durante nuestra existencia y, a pesar de que es una reacción natural o normal, es esencial aprender a gestionarlo, porque si le damos la oportunidad de tener el control sobre nosotros, nos vamos a descontrolar y esto es algo que no se debe permitir.

  Conocer cuáles son mis temores y qué los detona es un tema que me encanta analizar, porque es una manera de conocerme más a fondo. Por ello, me siento complicada de unirme a esta iniciativa. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

  Explorar el temor es algo totalmente imposible de no sentir, ya que es una sensación que está integrada a nuestras emociones y, desde el momento en que llegamos a este mundo terrenal, lo estamos percibiendo. Algunos con más insistencia que otros y por causas totalmente opuestas, pero al final del día, el impacto negativo es el mismo.

  Identificar qué nos genera el temor es clave, porque de esa manera hacemos lo esencial para evitar desarrollar traumas psicológicos que, al final del día, terminan generando inestabilidad general de nuestras emociones. Por lo tanto, así como es imposible no temerle a algo, también tenemos la novedad de que es posible detenerlos.

  El temor ha sido una de las sensaciones más agridulces que he sentido y me refiero a él con ese término, porque a pesar de que al principio es incómodo, al momento de llegar la calma, comprendo que esa situación tenía una lección positiva; siendo esta conocer mi vulnerabilidad para luego ver mi fortaleza. Partiendo de esto, les revelo el top de las cosas que más temo.

• Silencio: Desde niña no me agrada estar en un lugar silencioso, ya que siento que me ahogo y, aunque parezca contradictorio, me aturde la ausencia de un sonido. Debido a esto, ni siquiera para dormir hay silencio en el lugar donde estoy, porque no logro consiliar el sueño, acotando que si alguien apaga la música instrumental que tengo, inmediatamente me despierto sudando.

• Cucarachas: Este insecto me genera terror desde mi etapa de infante y le temo tanto que con tan solo imaginarlo o verlo en fotografía, me asusta, porque siento que un centenar de ellas van a salir para comenzar a caminar sobre mi cuerpo o en el lugar donde estoy y esto me genera asfixia.

• Profundidad del agua: No soy amiga de la playa, piscina o el río donde no pueda tocar la superficie, y la causa de esto se debe a que me asusta no saber lo que hay en esa profundidad acuática, además de que tengo la sensación de que llegará un animal extraño y muy peligroso para devorar mis piernas, percepción que en fracciones de segundos me hace transpirar a pesar de estar en contacto con el agua.

• Desorden: Mi necesidad de ver que todo está ordenado generó que me desagrade observar que algo esté desordenado y, a medida que el tiempo fue avanzando, ese desagrado se transformó en temor, ya que cuando veo que hay cosas ubicadas en el lugar incorrecto, siento ansiedad y, en medio de esa sensación tan desagradable, mi cuerpo tiembla, por lo que para calmar esa reacción tengo que irme de ese lugar o ordenar todo.

• Inyecciones: En los primeros momentos de mi infancia, me agradaban las jeringas, pero después de que me inyectaran tanto para tratar la diabetes infantil que estaba desarrollando, todo cambió al punto de que me asusta saber que existe ese elemento. De hecho, ni siquiera las toco, porque me generan escalofríos y de una vez siento que nuevamente me están inyectando varias veces al día.

  Los 5 temores que tengo fueron originados por causas específicas que ocurrieron en diversos momentos de mi vida. En el caso del silencio, se debe a que en mi infancia, en compañía de mis primos, nos perdimos en el campo y, durante un largo tiempo, solamente se veía un escenario totalmente silencioso; particularidad que se entrelazó con la agonía de que no íbamos a regresar a casa, al igual que un animal nos lastimaría. En cuanto a la cucaracha, es porque de niña me asustaron con ese insecto y fue tan asqueroso tocarla que quedé con ese desagrado.

  En cuanto a la profundidad del agua se refiere, es porque estando en la playa, una ola me arrastró hasta un hoyo profundo y, no poder salir de allí rápido e incluso que unas algas tocaran mis piernas, me aterró muchísimo. Ahora bien, el temor que me genera ver algo desordenado fue originado por mi necesidad compulsiva de que todas las cosas tienen que estar perfectamente ordenadas.

  Por lo que se refiere a mi temor por la inyección, les cuento que, de infante, me pincharon excesivamente y, cuando veía que mis brazos cada vez estaban más hinchados, me asustaba, ya que sentía que en algún momento se partirían. De igual modo, el dolor que tenía en esa zona era tan intenso que, al saber que me inyectarían de nuevo, hacía que quisiera salir corriendo por temor.

  Aunque a veces me incomode aceptar la realidad que expresa ese refrán, sí creo que sea de esa manera, porque todas las personas solemos atraer y destilar energías, además de que nuestros pensamientos también tienen la facultad de estimular lo que de alguna manera u otra es atraíble. Debido a esto, en algún punto sucederá y, justo eso me ha llevado a trabajar en mí lo que puedo llegar a pensar, ya que para poder tener la atracción de cosas buenas, mis ideas deben estar en ese contexto y no en aquello que me causa espanto o desequilibrio emocional.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!

^{Las imágenes presentadas en esta publicación, fueron editadas en la aplicación de diseño Canva}