La Biblia

in #steemexclusive25 days ago

La Biblia es un libro razonable. No hay en ella nada contradictorio. Todo está arreglado de tal modo que hace su mensaje dinámico y fácil de entender. Sus enseñanzas tienen sentido, y es esta simple lógica la que presenta un desafío tal que nadie que tenga buena voluntad puede negar su impacto.

Este folleto se ha escrito para mostrar que en contraste con las claras y razonables enseñanzas de las Escrituras, las ideas populares acerca del cielo y el infierno no son razonables. ¿Cuáles son estas ideas? Por siglos ha sido comúnmente creído por la mayoría de cristianos nominales que el cielo es la morada de los justos muertos, donde experimentan gozo y felicidad eternos, y que el infierno es el lugar de habitación de los malos, quienes están sujetos a tormento sin fin en fuego inextinguible.

En tiempos más recientes, muchos han abandonado la idea del infierno, y con ella cualquier deseo real de investigar si es, de hecho, un verdadero reflejo de lo que la Biblia enseña. Este aborrecimiento del sufrimiento eterno (seguramente un instinto correcto) ha dado por resultado que los hombres, en cambio, alimenten una vaga esperanza de salvación universal por medio de la cual todos gozarán de felicidad eterna, independientemente de las obras hechas durante su vida mortal. Sin embargo, eso ha dejado a su vez a la gente con una sensación de incomodidad porque consideran injusto asumir que puede haber un premio para ambos, buenos y malos, igualmente.

Los cristadelfianos no comparten ni la idea moderna del «cielo para todos,» ni las ideas más tradicionales de bendiciones en el cielo y castigo en el infierno. Han leído la Biblia por sí mismos (tal como esperamos que harán los lectores de este folleto) y han concluido que, aunque el cielo y el infierno son mencionados muchas veces, estos no son lugares de eterna morada donde la gente espera o teme ir cuando muera.

Un grave error ha sido cometido en la interpretación bíblica. Pero el error no se relaciona en primer término con el cielo y el infierno; el error realmente surgió de otra teoría: que todos los hombres nacen con la llamada «alma inmortal.» Esta es diversamente descrita como una «entidad que nunca muere,» o una «chispa divina.» Al alma le son atribuidas todas las características de lo que es llamado «el verdadero hombre»: personalidad, conciencia, razón, entendimiento, emociones y todas las cualidades morales de las que el hombre es capaz. Del cuerpo se dice que es mortal y corruptible, convirtiéndose en polvo y cenizas después de la muerte; mientras que el alma es inmortal e incorruptible, y sigue viviendo en eterna dicha o aflicción.

Por supuesto, cuando uno ha aceptado tal punto de vista acerca de la naturaleza humana, entonces la creencia en otro lugar como el permanente y continuo hogar del alma después de la muerte se vuelve una necesidad lógica. Pero si este punto de vista acerca de la naturaleza humana es incorrecto, entonces el concepto popular del cielo e infierno también puede ser totalmente falso.

Por consiguiente, proponemos examinar brevemente la enseñanza bíblica concerniente al alma y la naturaleza humana, y partiendo de esta base, establecer la razonable y lógica enseñanza de la Biblia referente al destino final de los justos y los malvados.El alma (hebreo nefesh)
Para comenzar, debe quedar establecido que las frases «alma inmortal,» «alma que nunca muere» o cualquier expresión similar, no se encuentran en las páginas de la Biblia. Solamente acerca de Dios está escrito que es «…el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver» (1 Timoteo 6:16). El hombre no tiene inmortalidad inherente, y aunque la palabra «alma» ocurre frecuentemente en sus páginas, la Biblia no enseña la idea de algo que es independiente del cuerpo y que sigue viviendo después de la muerte. El relato bíblico de la creación del hombre define el alma con total claridad en Génesis 2:7:

«Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser [nefesh] viviente.» [La versión Reina-Valera de 1909 y otras muchas versiones de la Biblia traducen: «alma viviente»; ver también 1 Corintios 15:45]

Es el hombre mismo, el cuerpo formado del polvo, activado por el aliento de vida, el que es descrito como ser o alma viviente. La palabra hebrea original nefesh significa simplemente «una criatura que respira,» y es usada no sólo para hombres, sino también para animales.
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