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Parte V


36

Sonrojado

Las Seychelles, 9 de septiembre del 2047

A pesar de haberlas visto docenas de veces ya, el hecho de ver tortugas marinas gigantes siempre alegraba a Dakila. La tranquilidad que emanaban esas criaturas marinas siempre le ayudaba a recobrar su centro en aquellos confusos días. Parecía que él, el antiguo líder de la armada más avanzada tecnológicamente que el mundo haya conocido, se encontrase en tal situación confusa a causa de una mujer joven.

No estaba bien, pero se sentía más que bien al mismo tiempo. Hubiese estado bien si Imelda fuese una chica cualquiera de dieciocho años, si no hubiese sido la hija de ella, si no hubiese sido su hijastra desde que tenía diez años, ¿Cómo pudo haber permitido que pasara esto? Pero al mismo tiempo se sentía como flotando cada vez que pensaba en ella.

Imelda estaba llena de vida, apenas tenía dieciocho pero lo volvía loco. Ella entendió su miedo constante y la incertidumbre que le plagaba incluso en sus años como líder y fundador de la Alianza Defensiva Suratlántica GNU. Y más que eso, compartían el amor y los sentimientos de pérdida por la muerte de la madre de Imelda. Mahalia había sido la amiga de la infancia de Dakila y su amor platónico. No, más que eso, ella había estado en la mente y corazón de Dakila desde que logró su asalto al chainblock y huyó a las Filipinas. Había sido el amor de su vida, o eso había pensado.

Hace ocho años Dakila se las arregló para localizarla, e impresionarla con su riqueza y su condición de Almirante. Bien, ese había sido el plan que había estado urdiendo desde el día en que se fue, pero con sus altas expectativas, las cosas sólo podían resultar decepcionantes. Dakila y Mahalia tuvieron química, había amor, había amistad y, sí, había sexo, pero nada como lo que había experimentado ahora con Imelda. La pasión que compartían, su cuerpo joven, el increíble sexo que tenían seis, siete veces al día. Todo aquello hacía sentir su relación con Mahalia como la de “sólo amigos” que comenzaba a admitir que habían tenido a pesar de los intentos de construir una relación sobre su profunda amistad. A pesar de todo el sexo que tuvieron, a pesar de todo, la pasión entre él e Imelda le había mostrado a Dakila que antes no hacía más que engañarse. Comparado con lo que tenía con Imelda, la relación que tuvo con su madre carecía de pasión real, había carecido de aquel sexo pasional que le hacía sentir en la cima del mundo.

Oh, Imelda. Dakila se quitó su equipo de Snorkle y observó la playa blanquecina. Ahí estaba ella, caminando hacia la orilla. Era perfecta, curvas en donde debían estar y unos pechos pecosos y que rebotaban mientras caminaba sin top hacia el mar. Una sola mirada a su sensual cuerpo bastó para que Dakila olvidara su dilema moral sobre estar en una relación con la hija de su última esposa. Al verla llamándole a venir a la orilla, tanto él como su cuerpo sabían por qué quería que fuera. Tuvo que acomodar su traje de baño como resultado de su respuesta biológica. No podía tener suficiente del joven cuerpo de Imelda y ella no podía tener suficiente del suyo. No era correcto, pero sí lo era, era perfecto. Imelda era perfecta en todos los sentidos de la palabra, era todo lo que Dakila había esperado que fuera su madre. Un beso de Imelda guardaba más pasión, más fuego, que cuatro años de relación con su madre. Mahalia había muerto en un atentado contra su vida de los Quants.

A pesar de que Dakila, Mahalia y su hija, de entonces catorce años, Imelda habían estado viviendo en una burbuja de PEM a salvo de los drones y, supuestamente, de los Agentes, uno de ellos sobrevivió al PEM volando su implante craneal y se las arregló para llegar a su residencia. ¡Ella había muerto salvando su vida! Salvando sus vidas. Fue extraño que hubiera sido su muerte la que logró acercar a Dakila y a Imelda, pero también era su muerte lo que hacía pensar a Dakila sobre qué tan moral era esa relación. ¡No estaba bien! Pero era perfecto, Dakila arrojó su equipo hacia Imelda y comenzó a nadar tan rápido como pudo hacia ella con la promesa de sexo salvaje y pasional en la orilla. Oh, en serio quería tocar su piel, besar su cuello, tomar esos pequeños pero perfectos senos mientras ella lo montaba en las aguas superficiales. Los pensamientos lujuriosos llenaban la mente de Dakila, y sus preocupaciones morales desaparecían.

Entonces, mientras Dakila trataba de nadar hacia la orilla, sintió una fuerte corriente tirar de él. ¡No estaba bien! Las aguas alrededor de su isla privada debían estar libres de corrientes fuertes. En todos los años que había vivido ahí nunca había sentido una corriente la mitad de fuerte. Era tan fuerte que sumergió a Dakila por unos momentos, luego una segunda vez. Dakila estaba sumergido, tratando de estabilizarse cuando abrió los ojos y vio una inmensa oscuridad tirando de él. Sin su equipo de Snorkle, no podía ver de qué se trataba y tratar de ver bajo el agua con sus ojos desprotegidos no era lo más óptimo, pero fuera lo que fuera esa oscuridad, no era nada bueno. ¡Debía de ser tecnología! A pesar de haber acabado la guerra hacía mucho, siempre había gente poderosa resentida contra él. Era otro atentado contra su vida, podría ser el momento. ¿Qué tecnología era esa? Cuando la necesidad de aire se volvió desesperante, la esfera se volvió blanca y brillante y Dakila sintió como caía por una suave superficie.

Dakila, desorientado, miró alrededor y vio una pared de losas azules ante él y acercarse. Ya no estaba sumergido en el agua, al menos no completamente. Estaba sumergido hasta el ombligo y se deslizaba hacia esa pared. Al golpearla, también lo hizo una masa de agua grande y sintió cómo ésta lo zarandeaba y elevaba del suelo para luego dejarlo en una superficie de losas blancas. ¿Qué?

"Tú debes ser Kotu, discúlpame por el modo en que te contacté, pero necesito su ayuda, señor, no hay mucho tiempo" —habló una voz nerviosa y amenazante.

Dakila miró alrededor con miedo. ¿En dónde estaba? ¿Quién la hablaba? Estaba completamente desorientado. En un segundo estaba nadando en el mar, siendo succionado por una inmensa masa oscura, y al siguiente estaba en lo que parecía ser una piscina casi completamente vacía. Alzó la vista y pudo ver quién estaba ahí, un hombre anciano, barbudo y decrépito que vestía un largo abrigo de Kashmir que parecía no haber sido lavado ni secado en dos décadas. Entonces pudo notar el contorno de un implante craneal.

"¡Mierda, un Quant! ¡Por favor, no me mate, puedo ofrecerle riquezas más allá de lo que se puede imaginar!" —dijo entonces Dakila con desesperación en su voz.

"No sea tonto, Almirante, no estoy aquí para matarlo y ciertamente no soy un Quant. ¿Alguna vez ha visto a algún Agente tan viejo como yo? Estoy aquí porque necesito su ayuda, el mundo necesita su ayuda, Almirante Kotu"— dijo el anciano.

"¿Qué? ¿Quién eres? ¿Cómo me encontraste? Y si no eres un Agente Quant, ¿Por qué el implante?"

¿Quieres saber quién soy y cómo te encontré? Tengo dos palabras para ti: Interface Roverandom.

"¿Roverandom?" — La palabra resonó en la mente de Dakila. Roverandom, la laptop con la que todo comenzó. Dakila nunca le había dicho a nadie sobre el archivo Roverandom. Había trabajado con su gente tratando de descifrar parte de su contenido, tratando de descubrir para qué clase de plano era el documento, pero sólo él sabía el nombre original del archivo: interface_Roverandom.odf. Dakila miraba al anciano con incredulidad, boquiabierto— "¿Es…? ¿Tú eres…?"

"Sí, sí, no hay tiempo para eso. Soy el tipo de la laptop que le posicionó en su estatus de poder, por favor, llámeme Wietse. Necesito su ayuda, Almirante Kotu, el mundo necesita su ayuda y necesitamos desesperadamente la interface Roverandom. Confío en que ya sabes cómo construirla."

"¿Construirla? ¡No, Señor Wietse, no! Nunca descubrimos cómo funcionaba o cómo completar las trinidades cuánticas. Lo siento mucho, señor Wietse, trabajamos mucho en construirla de acuerdo a las especificaciones, pero sin los componentes finales, no la pudimos terminar. Tampoco pudimos descubrir qué se suponía que hacía. Es un honor conocerlo finalmente, Señor."

"¿Qué clase de hacker de tercera es usted, Kotu? Supongo que tu reputación está un poco exagerada entonces. Las trinidades están dentro del altavoz roto, idiota. Las escondí en más obvio de los lugares ¿Cómo demonios no se dio cuenta incluso luego de veinte años?"

Un estremecimiento recorrió a Dakila. ¿En el altavoz roto? ¿Era así de simple?

"Aún tengo la laptop. Será un honor trabajar con usted, podemos hacer que funcione, estoy seguro, pero ¿Cuál es el problema por el cual necesita mi ayuda tan desesperadamente?"

Dakila se levantó y caminó hacia el otro extremo de la piscina en donde se encontraba Wietse.

"¿Está muy emocionado con respecto a las trinidades o le interrumpí en un momento comprometedor?" —dijo Wietse observando el bulto desafiante en el traje de baño de Dakila.

"¡Imelda!" —pensó Dakila— "¿Qué estará pensando? Debe creer que me ahogué" —Dakila cubría sus partes privadas con sus manos mientras sus preocupaciones crecían— "Señor… ¡Wietse! Debo hacerle saber a mi novia que estoy bien, por favor, no puedo hacerla creer que me perdió, ¡No puedo hacerla creer que he muerto!"

"En un momento, Kotu, en un momento. Primero debo explicarle lo que necesita saber. No hay mucho tiempo. El mundo está bajo ataque, le diré por quiénes cuando nos pongamos a ello. Lo importante es que, ahora mismo, soy la única línea de defensa. Soy demasiado viejo —Wietse señaló sus implantes craneales— Esto y las trinidades es lo que nos separa de los enemigos más mortales que este mundo haya visto y la conquista de nuestro planeta. Por ahora, soy sólo uno, pero con la interface Roverandom, con todas las trinidades que puede agregar a la red deberíamos ser capaces de formar todo un equipo de guerreros con M-branas."

La mente de Dakila estaba dividida entre la curiosidad acerca de lo que le decía Wietse y sus preocupaciones sobre Imelda. ¿Otra guerra? Tenía que ser Marte Uno, ¿cierto? Imelda debería de estar aterrada en este momento.

"¿Guerreros con M-branas?" —preguntó mientras salía de la piscina.

"Sígame, Kotu, lo entenderá" —en el momento en el que Wietse habló una gran esfera negra se formó tras él. Era la misma oscuridad que había visto Dakila cuando las corrientes comenzaron a tirar de él. Wietse se adentró en la esfera de unos dos metros y medio de altura y desapareció. La esfera parpadeó entre oscuridad y un tono plateado y luego vio reflejada en ella la imagen de una playa. Vio a Imelda adentrándose en el mar, su lenguaje corporal mostraba la desesperación que Dakila temía. El anciano estaba en la playa ahora. La esfera era alguna clase de tecnología de portal.
Dakila tocó la esfera, era sólida, pero volvió a tornarse oscura y no había nada que tocar. Su mano desapareció dentro de la esfera. Cerró sus ojos y dio un salto de fe hacia la esfera y en el mismo segundo se vio atravesando otra esfera de igual tamaño hacia la playa detrás de Imelda.

"¡Imelda, mi amor, no te preocupes, cariño!" —gritó Dakila.

Al darse vuelta Dakila vio que el miedo aún seguía en sus ojos. Luego, al darse cuenta de que sus preocupaciones no eran necesarias una enorme sonrisa se formó en su rostro, desarmándolo, y fue corriendo hacia él.

"Necesito hablar con el anciano, cariño. Negocios importantes, mi amor. No hay por qué alarmarse, ¿Bien?"

La joven chica le miró sonriente mientras se acercaba. Al llegar a él acarició su cabello y le besó como si aquel hombre anciano no estuviese ahí.

"Ni se te ocurra volver a asustarme así de nuevo, Dakila. No sé qué haría sin ti" —susurró Imelda mientras tomaba su cara con sus manos y lo volvía a besar—. "Tus amigos son mis amigos, mi amor. ¿Por qué no nos presentas? ¿Quién es el viejo vagabundo?"

Imelda podría ser joven, pero había heredado la inteligencia e ingenio de su madre. Ella era todo lo que había sido Mahalia y más. Ella era, de hecho, tal cual como Dakila había idealizado en su mente a Mahalia hacía años, una idea para la cual Mahalia no había estado a la altura pero que encajaba perfectamente en Imelda.

"Este hombre es un mago de la física cuántica, mi amor. ¡Es él! Es el hombre que creó el empalme cuántico, el hombre que me hizo la persona más rica del planeta, quien me permitió crear la Alianza Suratlántica y librar al mundo de la UPPR, y necesita mi ayuda, cariño. Necesita nuestra ayuda."

...

Dakila miraba a Wietse. Eso sobre guerreros con M-branas era algo interesante y ambicioso. Aparentemente, Wietse había conseguido dominar las M-branas de las formas más inesperadas. Cualquier tecnología suficientemente avanzada podría ser indistinguible de la magia, pero la magia necesitaba algo más que la tecnología, necesitaba un toque teatral. Mirando la apariencia deshecha de Wietse, su implante craneal y luego a su hermosa novia hizo que una idea se comenzara a formar en su cabeza.

"Le daremos al viejo Wietse lo que necesita. Él quiere un equipo de guerreros con M-branas, pero haremos algo mejor. Vamos a darle al viejo Gandalf un ejército entero de hechiceros, ¿Sí?"

Dakila besó delicadamente a Imelda, tocó su mentón y le sonrió un segundo antes de voltear hacia Wietse.

"Centrémonos en conseguirte un pequeño ejército, Wietse. Primero, démosle un vistazo a esa vieja laptop. Pero, aun así, tengo una condición muy importante para poder ayudarte, anciano: Debemos conseguir accesorios."


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Estupendo!, te conocí gracias un post de Agora, te sigo desde ahora, es un gran gusto conocer a escritores talentosos!, gracias por tan buen trabajo ☮️💟💟☮️

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