Sedúceme si puedes Capítulo 01 Parte 01
Con los ojos cerrados la figura de una castaña se movía en la cama con mucho cuidado, su corto cabello parecía molestarle y luego de cinco minutos de lucha por intentar dormir nuevamente abrió los ojos dejando ver aquellas gemas color jade. Se sentó en la cama sintiendo la sabana deslizarse por su cuerpo desnudo dejando a la vista sus turgentes pechos; se extrañó por un momento pero al observar el lado izquierdo de la cama King donde se había despertado pudo observar una corta cabellera negra, bajó la vista a los músculos de la espalda del hombre centrándose en el tatuaje de dragón que portaba en el hombro derecho, la mujer alzó la ceja pero siguió bajando hasta que la sábana en la cintura de su acompañante evitó que siguiera deleitándose con la vista de aquel cuerpo que había compartido la cama con ella… Poco a poco su mente despertaba haciéndole recordar con mucho deleite la pasada noche donde había conocido a su actual compañero de cama. Busco su reloj, encontrándolo en el suelo de su lado de la cama y maldijo en voz baja cuando noto que ya era hora de irse a casa.
Con mucho cuidado se levantó sin hacer ruido y comenzó a buscar su ropa interior, solo pudo encontrar su sostén de encaje negro lo cual la hizo rodar los ojos mientras buscaba el resto de su ropa; una falda tableada gris y una camisa suelta en color azul rey. Se vistió vigilando que su acompañante – Cuyo nombre no recordaba. – No despertara o se percatara de sus movimientos, tomó su bolso y se aseguró de tener todas sus pertenencias antes de tomar los tacones de tacón negros y salir sin hacer el menor de los ruidos.
Solo cuando estuvo fuera de la habitación se colocó los tacones camino al ascensor donde se retocó el maquillaje y peinado el desordenado cabello hasta estar presentable.
–Nena, acabas de pasar una noche de intenso sexo caliente y luces como salida de una revista. – Le dijo a su reflejo guiñando un ojo y pintando sus labios de rojo.
Al llegar a planta pudo ver donde se encontraba Homewood Suites, incluso tomada no perdía el gusto… Negó con la cabeza acercándose a la recepción siendo atendida por un lindo chico de cabello castaño y ojos oscuros.
–¿Puedo ayudarla en algo señorita?
El hombre se inclinó en la barra mirándola a los ojos esperando haber captado su atención.
Ella solo río.
–Vengo de la habitación 202 quiero saber si ya fue cancelada y si puedes hacerme un pequeño favor cariño.
El joven sonrió buscando la información en la computadora para luego responder la pregunta de la hermosa castaña.
–Nadie ha cancelado todavía la habitación, pero dejaron la identificación de…
–¿Anastasia Rocher?
–Así es.
La chica asintió y buscó en su cartrera hasta encontrar una tarjeta de crédito que entregó al hombre.
–Carga la cuenta de la habitación y serias un cielo si también te aseguras de que alguien le informe a la persona que está allí que puede pedir lo que desee de desayuno y tardar lo que desee en desocuparla. ¿Podrías regalarme papel y prestarme una pluma?
El hombre asintió y la chica procedió a escribir.
"Anoche fue divertido, espero nos veamos pronto cielo. Besos. " Dobló el papel entregándolo al hombre guiñandole un ojo.
–¿Quiere que le entregue esta nota al ocupante de la habitación?
–¿Podrías hacerlo? ¡Eres un encanto!
–Para mí sería un placer complacerla señorita. – Dijo con una voz ronca que hizo a la chica morder su labio inferior para inclinarse lo necesario para estar un poco más cerca del chico.
–Disculpa cielo ¿Cuál era tu nombre?
–Ryan
–Mmmm detesto no tener el tiempo de ver si tus palabras son ciertas, definitivamente has captado mi atención…
Anastasia lo pensó por un momento, ella era la jefa del lugar donde trabajaba y si bien tenía una reunión de personal en el lugar con su socio, bien podía tomarse el tiempo de retrasarse una hora y culpar al tráfico o al chofer del taxi que pediría para llegar al lugar…
No sonaba un mal plan.
–¿Lo suficiente como para lograr que te quedes un tiempo más?
–Solo si me prometes que valdrá la pena cariño…
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Duro, rápido e intenso.
Esa era una buena forma de comenzar el día para aquella mujer de apetito sexual voraz, no importaba lo que tuviera que hacer, Anastasia Rocher era capaz de dejar todo de lado si le ofrecían un buen entretenimiento sexual. No era adicta al sexo; bien podía ella vivir por largas temporadas sin caer en la desesperación, entre más tiempo pasaba sin intimidad, más notaba que la intensidad de la cópula se multiplicaba exponencialmente dando deliciosas sensaciones a su cuerpo que si bien no la dejaban satisfecha, complacían sus ansias de pasar un buen rato.
Para alguien como ella, era un pasatiempo buscar siempre en la compañía masculina a alguien capaz de cumplir con los apetitos insaciables de su cuerpo.
Una tarea que nadie había podido lograr.
–¿Te gusta? – Anastasia dejo salir un largo gemido que complació a Ryan mientras seguía con aquel ritmo enloquecedor, no era exactamente lo que ella había esperado, nunca lo era. Pero la fricción no hacía más que quitarle el habla y calmar momentáneamente el deseo que parecía estar pegado eternamente a su ser.
–¡Dios, no pares!
Ryan aceleró aún más el ritmo, Anastasia tenía su falda subida hasta su cintura, su camisa y sostén ya no estaban – No es como si a ella le importara. – En esos momentos lo que más deseaba era seguir teniendo a ese hombre moviéndose bruscamente en su interior, su acompañante siguió penetrándola mientras introducía uno de sus senos en sus labios succionando, lamiendo y mordiendo cuanto podía, sus pantalones estaban en el suelo y su camisa blanca estaba abierta dejando ver un torso con el rastro de vello masculino que Anastasia no dejaba de acariciar, sus manos se movían buscando un alivio que no llegaría, tomó el rostro de Ryan entre sus manos y lo beso con desesperación para luego proceder a ocultar su rostro en el cuello del hombre que comenzaba a gemir, sus manos pasearon por la espalda del mismo arañando cuanto podía y ella comenzó a lamer hasta que su amante movió sus caderas rozando ese punto tan deseado.
Justo en ese momento ella mordió con fuerza sin poder controlarse el hombro de su acompañante para intentar callar el grito que quería salir de entre sus labios, tenía que controlarse. Estaban en uno de los cuartos de servicio y en cualquier momento podían ser descubiertos, al pensarlo no pudo evitar moverse más intensamente encontrándose con los movimientos del hombre que comenzaba a gemir cada vez más alto y a penetrarla con un ritmo no tan constante a causa de su inminente orgasmo.
–Estas tan apretada… Dios, se siente genial. – Jadeo él.
–Y sería mejor si te movieras más fuerte… - Murmuró ella.
–¿Te gusta duro?
–Y rápido.
–Entonces no hablemos más hermosa.
Ryan aumento el ritmo y la velocidad de sus embestidas buscando con desesperación complacer a la mujer en sus brazos hasta que sintió como las paredes internas de la chica comenzaron a apretar su miembro causándole estremecimientos de placer que lo recorrían con pequeños espasmos, con un par de embestidas largas y profundas Ryan alcanzó su clímax besando a Anastasia en la boca sintiendo como ella mordía su labio inferior con un poco de fuerza por su propio orgasmo.
Se apartó de ella para mirarla a los ojos, manteniéndose unido a ella y acariciando las piernas que todavía continuaban alrededor de sus caderas.
Anastasia abrió los ojos que habían permanecido cerrados luego de aquel orgasmo. No había sido tan intenso como los que había tenido a lo largo de la noche con el chico de cabello azabache, pero un orgasmo era mejor que ninguno.
Sonrió mirando al chico antes de comenzar a moverse para quedar sobre sus propios pies y comenzar a arreglarse… De nuevo.
–Valió mucho la pena…Ryan. – Se alegró de recordar el nombre del chico, nunca había sentido la necesidad de recordar los nombres de los tipos con los cuales se acostaba, no encontraba necesidad en recordarlos cuando sólo compartían su cama un par de noches.
–Te dije que no te arrepentirías. – Respondió mientras se acomodaba la ropa.
–Y me alegra que haya sido así. – Sonrió. – Lastima que ahora si tengo que irme.
Anastasia se acercó a Ryan dejando un beso en su mejilla y saliendo del pequeño lugar, no había nadie en el pasillo lo cual facilitó su salida sin ser notada por miembros metiches del personal del hotel, tomo un taxi dando la dirección del restaurante, seguramente Alexander la regañaría por llegar tarde, pero él sabía cómo era ella y siempre la esperaba con una gran comida y un gran trozo de pastel de chocolate.
Justo lo que necesitaba después de comenzar aquella mañana de manera tan exquisita. Anastasia sacó su teléfono y marcó el número de su mejor amiga, por la hora seguramente estaba levantándose para asistir al restaurante y no planeaba de ninguna forma desaprovechar la oportunidad. Espero pacientemente hasta que Fátima contestó.
–¿Qué cosas malas hiciste ahora?
–Nada que deba preocuparte, necesito que lleves ropa al restaurante.
–¿Eso incluye ropa interior limpia?
–A veces eres adivina
–Siempre pierdes tu ropa interior – Anastasia sonrió.
–De deliciosamente sucias maneras querida, que de eso no te quepa la menor duda.
–¡Atrevida! – Rio.
–Y no tienes ni idea de cómo soy en la cama…
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