Sean Hetfield | Relato íntimo de un asesino

in #undefined6 years ago

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Yo decidí acabar con su vida, porque soy un ser miserable y despreciable, me inundé de odio, me congele en el espacio consiguiendo más remordimiento. Pero ya ella no está, y estoy arrepentido, de alguna otra forma me gustaría que ella hubiese acabado conmigo. Yo la hice sufrir como nadie tiene idea, ella me rompió el corazón enésimas veces, pero siempre he sido yo el problema.

Sus cabellos quedaron esparcidos por mi piel erizada con la cubierta de su sangre, quedaron muchas escenas de evidencia, y espero sólo que ella tenga piedad de mí, pues debí de protegerla; el día de nuestra boda fue un recuerdo congelado en el tiempo, mientras estando sentados, mirándola fijamente en lo hermosa que estaba ese día. Estaba aún más feliz, cuando nos declararon marido y mujer, y cuando el sacerdote con mayor edad del Templo concluía: hasta que la muerte os separe.

Nadie sabe que cometí un homicidio, tampoco el origen de éste, sin embargo, recapitulo los momentos que abarcaron a cometer un crimen garantizado para arder en la hoguera.

Me casé con ella, porque a pesar de todo, ella era la chica que siempre podría quedarse junto a mí a pesar de todos sus ciclos de estabilidad mental. Pues ella sufría de una ansiedad crónica, lo que quiere decir, que siempre le tuvo miedo a nuestro futuro o de mí, a pesar de que siempre le recordaba "estaremos bien, borra de tu mente esa basura que llevas desde hace años atrás."

No quisiera contar la historia más detallada acerca del primer asesinato en mi vida, pero quiero desahogarme para cualquiera que lo esté leyendo. De seguro, ella estaría pensando que fui el error más grande de su vida, cosa que es del todo cierta, pues, debí alejarme, tomar mucha distancia de su corazón.

La maté hace ocho días, y hoy treinta de marzo, a pesar de todo, quiero seguir aquí, desalojando mis lágrimas, porque no puedo más con mi vida, no puedo seguir en este plano terrenal, porque sólo provoqué caos en este mundo; soy un pecador mortal, algo que jamás quería ser, porque mi actitud depresiva y de ira me llevó a este camino.

De ser necesario, me iría hasta el lugar de ensueño que quise siempre con mi esposa, (Santorini), para lanzarme de la altura más alta, y caer en forma horizontal. Quisiera no haber cometido esa tortura, pero en realidad, por un lado, ella también tuvo la culpa que no querer acordar un divorcio o una separación; no tenía idea por las cosas que le rodeaban la cabeza, y que ella jamás quiso contar.

Me acuerdo una vez, el año pasado, que me la encontré una mañana, tomándose tres pastillas al mismo tiempo, y que cada una de ellas no era la indicada para su dolor muscular, conclusión: hacía un silencioso intento de suicidio. Algo que me producía sofocación.

¿Y ahora? ¿Qué debo hacer después del pecado? ¿Confesarme?, si ya me di cuenta que no tengo rumbo alguno. Sí lo hago seguro me sentiré mejor conmigo mismo, pero me arrepiento, y ¡carajo! no sé hacia dónde ir.

Fumé un cigarrillo (unos cuantos) a punta de nuestro balcón, en algún que otro momento quise beber whisky o un Martini, porque me relajaba de alguna manera. Pero recuerdo que el alcohol me vuelve incapaz de tomar buenas decisiones.

Ahora me encuentro en un sitio lleno de sangre, con mi esposa sentada en posición de posesión, mientras que su sangre se seca, y una siesta triste, queriendo entrar al cielo. De seguro, ya estoy perdido; pues, yo usé de protagonista el famoso cuchillo de carnicero, y prácticamente, estoy siendo declarado culpable por los testigos que aún no están en el contexto actual.

Dios, ten piedad de tus hijos.

Señor, recuerda todas nuestras oraciones y ayúdanos a liberarnos de todo mal y toda guerra.

Virgen María, alúmbrame ante el pecado, condúceme al camino de tu hijo que murió en la cruz pidiendo piedad.

–Mi esposa, quizá no haya sido la mejor mujer, pero merecía amar nuevamente la vida.–

Con todas mis súplicas, sólo me quedé mirándola pensando en todo el daño que me provocó a tantos años de casados, no fueron más de dos años, pero me basta. Recuerdo sus infidelidades, el maltrato verbal y físico al que nosotros concurrimos. Sus ambiciones, mentiras y deseos caprichosos, me hicieron más vulnerable y fuerte al mismo tiempo.

Después de un buen rato, dejaré de estar escribiendo, pues, me pondré a su lado justo para recibir el mutuo castigo. Quizá nadie sabrá de nada, pero yo, no estaré padeciendo penitencias aquí. Así, que la vida de un joven asesino es un tanto difícil, pues acabaré con mi propia vida. Le quitaré un peso de encima a un futuro sin luz. Hasta aquí llegó mi aventura por el mundo en épocas de derrumbamiento.

–Espero coincidir en el cielo contigo, Mercedes. –

Me despido cordialmente, tu esposo; Sean Hetfield.

Escrito por; @andreissanchez