Dios, ten piedad de tus hijos.
Señor, recuerda todas nuestras oraciones y ayúdanos a liberarnos de todo mal y toda guerra.
Virgen María, alúmbrame ante el pecado, condúceme al camino de tu hijo que murió en la cruz pidiendo piedad.
–Mi esposa, quizá no haya sido la mejor mujer, pero merecía amar nuevamente la vida.–
Con todas mis súplicas, sólo me quedé mirándola pensando en todo el daño que me provocó a tantos años de casados, no fueron más de dos años, pero me basta. Recuerdo sus infidelidades, el maltrato verbal y físico al que nosotros concurrimos. Sus ambiciones, mentiras y deseos caprichosos, me hicieron más vulnerable y fuerte al mismo tiempo.
Después de un buen rato, dejaré de estar escribiendo, pues, me pondré a su lado justo para recibir el mutuo castigo. Quizá nadie sabrá de nada, pero yo, no estaré padeciendo penitencias aquí. Así, que la vida de un joven asesino es un tanto difícil, pues acabaré con mi propia vida. Le quitaré un peso de encima a un futuro sin luz. Hasta aquí llegó mi aventura por el mundo en épocas de derrumbamiento.
–Espero coincidir en el cielo contigo, Mercedes. –
Me despido cordialmente, tu esposo; Sean Hetfield.
Escrito por; @andreissanchez