Un sistema colapsado.
¿Qué piensas cuando vas a entrar aquí? ¿a quién te encomiendas, cómo te armas?
Porque en esta selva de concreto armado y rieles oxidados, sabes que entras pero nunca sabes qué esperarte. La normalidad del sistema es la anormalidad. Corres por las escaleras, bajas apresurado, la soledad no es típica de un lugar seguro. Tanto al entrar como al salir, ves a todos lados, deseando tener más de un par de ojos para asegurarte de que veas venir cualquier amenaza. Pero al mismo tiempo te preguntas ¿Qué gano con ver quién viene a hacerme daño, si no podré evitarlo? O al menos piensas que no te joderán a ti solo si vas acompañado.
El andén no propicia más calma, solo querer “esperar más rápido”. Si es cierto que una vez que pasas todas las escaleras y pasas el torniquete (que 80% de las veces está libre porque repito, lo normal es lo anormal) estás más sosegado. Pero basta y sobra que el tren no llegue. Basta y sobra oír la voz decir “Atención se les informa a los señores usuarios…” para que tu cuerpo se ponga en alarma otra vez.
¿Hay retraso? ¿Se habrá lanzado alguien a la vía? ¿Se fue la luz?
Nadie sabe. Nunca saben. Nunca oyen, tampoco.
“Les sugerimos tomar vías alternas ya que el sistema presenta un fuerte retraso” informan, 2 horas después, pero la gente sigue en el andén. No es con ellos, quieren creer que saben más que todos. Creen que “es para que uno se vaya y ya, ese viene ahorita y capaz hasta viene vacío” pensando en un tren utópico que no llegará, será solo un tren reventado del que no logrará bajarse nadie porque todos se volvieron animales en esta selva.
Todos tenemos un cuento de estas vías. Un espanto. Un recorrido a pie por los túneles. Un tren que se quedó sin luz y hubo que desalojarlo. Un golpe, arañazo, esguince debido a la gente tratando de entrar/salir al mismo tiempo. Muchas groserías, muchos empujones. Un tren que desaloja del lado que embarcan. Un vagón que va full y sin aire. Sucio. Sin cuidado alguno.
Al salir de la estación respiras el aire fresco, la brisa fría que choca en tu cara. Vas rápido, porque cerca del metro no es sensato caminar lento. Te alejas progresivamente, dando gracias que has salido de ese sistema colapsado. Bien sabes, que pronto te tocará enfrentarte otra vez a la incertidumbre, al no saber, cuándo llega, cuándo arranca, cuánto tarda y cuándo te bajas.
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¡Gracias por leerme!
Ademas de que es un gran articulo debo decir que me recordó al Metro de Ccs. Sobre todo a Plaza Vzla. Jajaja
Sí de hecho Plaza Venezuela es mi viacrucis diario. Gracias por tu comentario!!