Desafío Steemit s28wk2: Recordando a través de la sanación

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Cuando ella decidió marcharse de casa, recordó Tina en ese momento, le dijo a su madre que debía salir a probar suerte en la capital; en esa gran ciudad, según contaban sus amigas, era fácil conseguir un buen trabajo, lo cual le permitiría ganar un salario que le alcanzara para ayudar a la familia, para evitarle pasar por tantas penurias; sin embargo, reflexionó enseguida con pesar, el verdadero motivo que la indujo a abandonar ese hogar donde había pasado toda su vida fue, quizás, su rebeldía, su constante desespero ante los incesantes cuestionamientos de su progenitora hacia todo cuanto ella hacía o pensaba hacer.

Durante muchos días antes de que llegara la fecha del viaje, su madre no cesó nunca de refunfuñar en contra de esa locura suya que la iba a lanzar hacia un mundo tan peligroso como desconocido. No es posible, señalaba con una quejumbrosa voz, que nada de lo que yo toda la vida te he aconsejado lo hayas tomado en cuenta; tu único propósito, desde que te convertiste en una señorita, ha sido salir de aquí sin reparar en nada, estar bien lejos de nosotros que, al parecer, te fastidiamos. No obstante, la mañana en que Tina partiría en busca de nuevos horizontes, su mamá la abrazó con inconmensurable ternura, le deseó la mejor de las suertes y le colocó en las manos 250 dólares, mientras le indicaba con severidad que tomara el dinero sin estar solicitando explicaciones.

Ahora que lo reflexionaba desde la pesadumbre por la ausencia de esa mujer tan especial que la trajo al mundo, se daba cuenta de que las inevitables controversias entre ellas dos se convirtieron en expresiones normales dentro de una relación que ya parecía imposible concebirse de un modo distinto. Cualquier situación, sin importar que fuese muy insignificante o de enorme relevancia, servía para generar una agria discusión que terminaba interponiendo entre ambas un mal humor que en cualquier momento se disiparía, porque a fin de cuentas el amor siempre se las arreglaba para salir ganando.

No era extraño que su madre la reprendiera porque le estaba poniendo demasiada sal al arroz, porque la falda con la que se había vestido estaba demasiado corta, porque frecuentaba a unas amigas muy maleducadas, porque escuchaba música a un volumen muy alto, porque se pintaba la cara como una mujer de la mala vida o por cualquier cosa que llevara cabo… Y Tina, por supuesto, nunca se quedaba callada, le respondía con acritud que la dejara tranquila porque nada malo estaba haciendo y se marchaba a encerrarse en su cuarto. Esa ofuscación no tardaba mucho en deshacerse porque ninguna de las dos soportaba demasiado tiempo el distanciamiento.

Qué equivocada estaba yo, se dijo Tina ante la desazón de estos recuerdos; no supe comprender las preocupaciones de mi madre y por creer que ella me acosaba y pretendía corregirme obsesivamente en todo, decidí un día marcharme de este hogar tan querido; sin valorar todos los hermosos sentimientos que, al margen de los desencuentros, me prodigaba con fervor, con ese amor que solo puede brindar una madre. ¿De verdad fui así tan ingrata? se interrogó con cierto desconsuelo en el alma.

Sin embargo, de inmediato se dio cuenta de que había vuelto al hogar para impregnarse del legado de su madre, con el propósito de llevar a cabo tan bien como su progenitora lo hacía todas esas actividades que forman parte de una cotidianidad arraigada en lo más profundo de su corazón. Nunca podría remediar sus errores del pasado, pero honraría la memoria de su madre poniendo en práctica las virtudes que ella le inculcó, rememorando en silencio sus sabios consejos y manteniendo a la familia luchando unida para salir adelante.

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