Concurso de Arte y Escritura #95
Una vez más disfruto escribiendo mi participación simbólica y creando en este espacio que nos ofrece @solperez desde #VenezolanosSteem.

Francesco Filippini, nos inspira con su pintura para crear una historia que quizás pudo suceder o no... quien sabe.

Desde mi claustro

De rodillas, desde mi claustro me confieso ante el lienzo y el pincel.

Sinuosas formas van surgiendo y creando hermosas y vaporosas imágenes. A medida que brotan de mis pensamientos ocultos los pecados inconfesables que mi razón aparta de mí y que se convierten en tentaciones que mi cuerpo no puede rechazar.

Sombras y luces se contraponen mientras busco la paz en medio de mis conflictos existenciales, pero un gran vendaval agita mi alma desde que ella llegó a mí.

Todo comenzó aquel día mientras oraba. Fue cuando escuche una hermosa voz entonando una canción en las afueras de los corredores del monasterio.

Me subí hasta alcanzar la reducida ventana de mi celda usando el banco reclinatorio. Apenas entraba un tenue reflejo de luz. Allí estaba, su figura brillaba en el fondo oscuro de la noche y su presencia iluminó mi alma.

Desde entonces es la musa que alimenta cada pincelada en mi tela, con su esencia misteriosa. Es mi culpa secreta y también el motivo de mis penas y mis alegrías.

Sé que nunca podré mirarla más que en el arte que surge de cada trazo. Solo la veo desde mis pensamientos hacia ella, y en el tormento que supone pecar al haberle permitido su intromisión en mi espíritu.

Ella es el puente que me atreví a cruzar al no ser capaz de controlar mis ideas.
La ventana está muy alta y no puedo deshacerme de la tela que me envuelve en estas tentaciones pecaminosas que me atormentan.

Tampoco quiero hacerlo. Prefiero vivir en el pecado de mis pensamientos antes que perderme en el abismo de la apatía.

Su lienzo será mi compañía y el pincel será el único testigo de cada trazo que surja de mi alma perdida.