Un atraso de 3 días en el ciclo menstrual de Mirtha ha generado que ella y su esposo estén bailando de la emoción, porque esta es la señal de que su sueño de convertirse en padres finalmente se hará realidad. Ante esta demora, Ramón la lleva al médico para que le hagan un examen de sangre.

—¡Muchas felicidades! La prueba salió positiva —dice el doctor al entregarles la evidencia

  Embriagados de sentimientos encontrados, Mirtha y Ramón se abrazan mientras las lágrimas brotan de sus ojos café. El doctor no demora en calificar este embarazo como un milagro, porque después de 5 pérdidas, las probabilidades eran muy bajas, pero la ilusión que ellos tenían era tan inmensa que lograron vencer los pronósticos negativos.

  Ante esta maravillosa noticia, los futuros padres se van de compra y, al no saber si el bebé será niño o niña, seleccionan colores neutrales... Elegir el primer tetero que usará detonó un tierno brillo en los ojos de Mirtha y, Ramón, al ver lo resplandeciente que está su esposa, le asegura que desde ese momento, solo tendrán motivos para ser felices.

  Desde el día en que Mirtha confirmó su embarazo, han transcurrido dos meses. Esa mañana, un leve dolor la despertó, pero ella le atribuyó ese malestar a una mala posición al dormir... Es mediodía y un estruendoso golpe se alcanza a escuchar en la sala. Ramón vuela a la cocina y ve que Mirtha está tendida en el piso retorciéndose del dolor.

—Mi amor, todo va a estar bien. Manifestó Ramón en medio de un mar de nervios. ¡Mi bebé! —Gimoteó Mirtha al tocarse el vientre y ver la reacción de su esposo.

  La noticia que Mirtha y Ramón no vieron venir es lo que el doctor le ha dado primeramente a él... Una nueva pérdida les arrebató la ilusión de ser padres y, en esta ocasión, ya no hay la posibilidad de que algún tratamiento los ayude, porque Mirtha ya no es fértil. Devastado, le da la noticia a su esposa y el llanto de dolor ha recorrido todos los rincones del hospital.

—Todos me dicen que te fuiste, pero sé que sigues allí y te esperaré con los brazos abiertos —susurra Mirtha al observar su vientre

  En fracciones de segundos, el dolor le arrebató la cordura a Mirtha. Ramón hace lo elemental para ayudarla a recuperar su consciencia, pero a medida de que avanzan los días, divagar en el limbo es la nueva realidad que ella vive mientras observa entre silencios y susurros los juguetes que le habían comprado al bebé.

  Los susurros y balbuceos de Mirtha con el tiempo revelaron que en su estado, conversaba con el bebé que anhelaba tener y, en los minutos de silencio, las lágrimas recorrían sus mejillas hasta empapar la blusa que no estuvo dispuesta a cambiarse después de que salió del hospital, ya que para ella, tenía el olor de su pequeño.

  Ramón, al ver cómo su esposa se sumergía en el limbo, le abrió la puerta a una depresión que lo llevó a refugiarse en el cigarrillo y la noche en que el corazón de Mirtha dejó de latir, él se sentó en la silla que ella usó por siete años para esperar que el cáncer de pulmón que desarrolló se lo llevara en el mismo silencio que se fue su amada esposa.

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